Los Milwaukee Bucks acabaron el sábado con casi medio siglo de espera para volver a las Finales de la NBA y culminar un proyecto que arrancó con la elección en 2013 de un desconocido jugador de la segunda división griega, Giannis Antetokounmpo.
El diamante sin pulir floreció en una de las grandes fuerzas de la liga, un jugador de 2,11m de altura, descomunal potencia física y extraordinaria versatilidad, con el manejo de balón y la velocidad de un base.
Su meteórico ascenso le llenó de premios individuales, incluidos dos premios MVP (Jugador Más Valioso) en 2019 y 2020 y uno al Defensor del Año, que nunca parecieron colmar al griego ante las continuas frustraciones de los Bucks en playoffs.
"No me llamen MVP. No me llamen doble MVP hasta que gane un campeonato", remarcó en septiembre al recibir su segundo trofeo con solo 25 años.
El sábado, los Bucks se ganaron el derecho a pelear por ese campeonato en las Finales, ante los Phoenix Suns, pero esta vez Antetokounmpo no estaba liderando al equipo en la pista.
Una espeluznante lesión de rodilla, que acabó siendo menos grave de lo que se temía, le dejó fuera de los dos últimos choques de la serie ante los Atlanta Hawks y amenaza con mantenerlo fuera durante sus ansiadas primeras Finales.
Su técnico, Mike Budenholzer, dijo el sábado que decidirán la disponibilidad de Antetokounmpo "día a día".
El griego, sin embargo, está decidido a cobrar su fuerte apuesta por los Bucks, una franquicia con un mercado muy inferior al de las grandes ciudades estadounidenses y que no clasificaba a las Finales desde el lejano 1974.
"Esta es mi casa"
En diciembre, Antetokounmpo firmó su renovación a largo plazo con el equipo que le dio su primera oportunidad en la liga, eligiéndolo con el número 15 del Draft de 2013.
A diferencia de otras superestrellas, el griego decidió desoír los cantos de sirena de media NBA para marcharse a un equipo con mayores perspectivas de triunfo que los Bucks, que acababan de sufrir un doloroso fracaso en los playoffs de Disney World.
De la misma fría ciudad de Milwaukee demandó irse el mítico Kareem Abdul-Jabbar tras liderar al equipo a su único anillo en 1971 y a la derrota en las últimas Finales de los Bucks en 1974.
"Esta es mi casa, esta es mi ciudad. Tengo la fortuna de poder formar parte de los Milwaukee Bucks durante los próximos cinco años. Hagamos que estos años cuenten. El espectáculo continúa, vamos a por ello", dijo el ala-pívot tras firmar el mayor contrato de la NBA, que le reportará unos 228 millones de dólares.
Aliviados por la continuidad de su mayor figura desde Abdul-Jabbar, los Bucks se enfocaron en rodearlo de las piezas necesarias para sobrevivir a la cada vez más dura Conferencia Este, donde les aguardaban los Brooklyn Nets del 'Big 3' (Durant, Irving y Harden) y los Philadelphia 76ers de Joel Embiid.
La batalla de Brooklyn
El primer jugador de experiencia probada en llegar fue el base Jrue Holiday, por quien los Bucks entregaron tres primeras rondas de Draft y al hasta entonces director de juego titular, Eric Bledsoe.
Aportando agresividad defensiva al débil perímetro de Milwaukee, Holiday se convirtió en la tercera espada del equipo junto a Antetokounmpo y a Khris Middleton, el escolta de sangre fría que se encarga de las posesiones decisivas.
Los Bucks se hicieron también con el veterano ala-pívot PJ Tucker y los reputados suplentes Bobby Portis y Bryn Forbes.
Aunque volvió a firmar una espectacular temporada, promediando 28,1 puntos, 11,0 rebotes y 5,9 asistencias, Antetokounmpo reservó energías para los playoffs y Milwaukee cayó del primer lugar del Este en la fase regular al tercero.
Tras vengarse de los Heat, su verdugo en Disney World, con una barrida 4-0 en la primera ronda, los Bucks se enzarzaron en una de las grandes eliminatorias de los últimos años en la conferencia ante los Nets.
Milwaukee salió airoso de una serie marcada por las lesiones de Irving y Harden y que se definió en un dramático séptimo partido en Brooklyn en el que los Bucks arruinaron en la prórroga la heroica exhibición de Kevin Durant.
El equipo acariciaba el gran objetivo de las Finales pero, cuando tenían controlada la última eliminatoria ante los Hawks, Antetokounmpo sufrió una hiperextensión de la rodilla izquierda al intentar taponar una volcada de Clint Capela en el cuarto partido.
Con el griego apoyando desde el banquillo, Middleton y Holiday salvaron a los Bucks y comandaron el triunfo ante los Hawks de Trae Young, que también se lesionó en la serie.
Ahora Milwaukee está a solo cuatro partidos de la gloria pero, ante los potentes Phoenix Suns de Devin Booker y Chris Paul, sus aspiraciones dependen de la recuperación de Antetokounmpo.