Sábado, 27 de Abril de 2013
En una unión entre el Partido Conservador y el Partido de la U se intentó legislar la unión civil entre parejas del mismo sexo, mediante un proyecto de ley presentado por el senador Armando Benedetti, pero se fracasó. Digo que se fracasó, no porque la respuesta de los congresistas ante la iniciativa del matrimonio igualitario haya sido “no”; sino porque el Congreso fue incapaz de cumplir con su función y de cumplirle a la Corte.
Entre los argumentos de las fallas del sistema jurídico de Colombia de los congresistas, se encuentra la supuesta “metida de cucharada” de la Corte Constitucional en asuntos que deberían ser tratados por el Congreso. Sin embargo, este órgano de representación hace todo menos representar, y en vez de crear leyes que fomenten la conformidad de algunos grupos sociales o políticos con el sistema del país, fomentan la indisciplina mediante su inasistencia y la irresponsabilidad -desinformación- con la que toman decisiones que afectan a la ciudadanía.
El proyecto de ley recibió 17 votos a favor y 51 en contra, y, 24 congresistas no asistieron a la sesión. Si bien es cierto que si así los 24 que faltaron hubiesen ido y todos hubiesen votado a favor, el proyecto de ley -que estaba en su segundo debate- no habría sido avalado; sí hubiese sido una muestra de una votación legítima. No es legítima una decisión del Congreso donde la quinta parte no asiste y cinco miembros de la corporación asisten pero no pueden votar. No es legítimo que los congresistas se abstengan de legislar sobre un tema tan importante para la modernidad y el desarrollo de la vida cívica amplia, con derechos para todos, y con igualdad.
La abstinencia gay de los congresistas llevará, más temprano que tarde -según los plazos que le dio la Corte Constitucional al Congreso, junio de 2013- a que la defensora de la Constitución emita una nueva sentencia donde le ordene a las instancias jurídicas a comportarse bajo un marco legal, aunque no bajo una ley.
Mientras tanto, la lucha de la comunidad LGBTI y de los ciudadanos que apoyan su causa, no terminará, ni porque el Congreso en pleno se abstenga, ni porque las iglesias y congregaciones traten de impedirlo.
Finalmente, hay que dejarles en claro a quienes protagonizan la abstinencia gay, que no se trata de una exigencia novedosa y bulliciosa, sino de la reclamación por un derecho, simple y difícil de obtener: La igualdad.
Entre los argumentos de las fallas del sistema jurídico de Colombia de los congresistas, se encuentra la supuesta “metida de cucharada” de la Corte Constitucional en asuntos que deberían ser tratados por el Congreso. Sin embargo, este órgano de representación hace todo menos representar, y en vez de crear leyes que fomenten la conformidad de algunos grupos sociales o políticos con el sistema del país, fomentan la indisciplina mediante su inasistencia y la irresponsabilidad -desinformación- con la que toman decisiones que afectan a la ciudadanía.
El proyecto de ley recibió 17 votos a favor y 51 en contra, y, 24 congresistas no asistieron a la sesión. Si bien es cierto que si así los 24 que faltaron hubiesen ido y todos hubiesen votado a favor, el proyecto de ley -que estaba en su segundo debate- no habría sido avalado; sí hubiese sido una muestra de una votación legítima. No es legítima una decisión del Congreso donde la quinta parte no asiste y cinco miembros de la corporación asisten pero no pueden votar. No es legítimo que los congresistas se abstengan de legislar sobre un tema tan importante para la modernidad y el desarrollo de la vida cívica amplia, con derechos para todos, y con igualdad.
La abstinencia gay de los congresistas llevará, más temprano que tarde -según los plazos que le dio la Corte Constitucional al Congreso, junio de 2013- a que la defensora de la Constitución emita una nueva sentencia donde le ordene a las instancias jurídicas a comportarse bajo un marco legal, aunque no bajo una ley.
Mientras tanto, la lucha de la comunidad LGBTI y de los ciudadanos que apoyan su causa, no terminará, ni porque el Congreso en pleno se abstenga, ni porque las iglesias y congregaciones traten de impedirlo.
Finalmente, hay que dejarles en claro a quienes protagonizan la abstinencia gay, que no se trata de una exigencia novedosa y bulliciosa, sino de la reclamación por un derecho, simple y difícil de obtener: La igualdad.
