v El pasado 24 de Septiembre el Secretario de Tránsito del Municipio de Cúcuta, Javier Ardila denunció la destrucción parcial de semáforos cuyo tablero central se ubica en la Calle 10 con Avenida 6ª, en pleno corazón de la ciudad. Agrega el funcionario que el depósito de desperdicios de comida y líquidos pudo ocasionar serias averías a la red de semaforización recientemente instalada, daños que alcanzan un costo de cincuenta millones. Finaliza su declaración anotando que son varios los sectores que han sido blanco de los vándalos.

La noticia tiene tanto de largo como de ancho puesto que es increíble que antes de la media noche ocurran en pleno centro de la ciudad acciones vandálicas en contra de todos los ciudadanos que clamamos por la señalización de la ciudad sin que exista una sola persona que hubiese advertido la presencia de los fulanos así la calle 10 esté repleta de “vigilantes” privados que olvidaron marcar los números de la Policía Nacional que entre otras cosas debió estar prestando vigilancia al Palacio Municipal muy cerca al sitio de los hechos.  

Con respecto a los daños causados,  el tablero o la caja central de circuitos pudo estar débilmente protegida o los vándalos fueron muy astutos y sigilosos para que nadie percibiera que estaban cometiendo un delito y por eso creo que la investigación debe incluir  a unos y otros porque es realmente imposible que esto suceda en sitios donde la ubicación de este tipo de señales (los semáforos) advierte la presencia de personas y vehículos permanentemente y no creo que se trate de una banda organizada que dañe lo que poco sirve.

No pongo en tela de juicio los costos de reparación de la “red” a que se refiere el señor Ardila, pero creo que exagera con el término si tenemos en cuenta que los semáforos de nuestra ciudad están bien lejos de ser una red y en eso no se puede culpar a una sola administración sino a varias incluyendo los representantes del poder legislativo que poco o nada han dejado ver en cuanto a inversión de señalización de la ciudad se refiere. A lo anterior podemos sumarle las insignificantes inversiones que se puedan derivar del cobro de multas que entre otras cosas presumo que aún se gastan en otras cosas menos en lo que estipula la ley.

El tiempo se agota y parece que la red de semaforización tan esperada por todos ya no será posible en esta administración y entonces tendremos vándalos que dañan semáforos relativamente inservibles y sistemas de vigilancia que cuya ayuda desvanece las esperanzas de seguridad ciudadana.

En conclusión es hora que aparezcan los autores del daño de semáforos porque de lo contrario el caos de la movilidad estaría en ascenso y la puesta en marcha de cámaras de seguridad sería el chiste del año en Cúcuta.