Martes, 15 de Julio de 2014
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Estos personajes, irreverentes y muy a estilos, se idearon otra fuente de ingresos diferente a los tradicionales como limpiavidrios, tapahuecos y artistas en la calle. ~
Vender vestidos tejidos con tapas de gaseosa, brindar una oración a quienes visitan los cementerios y hasta usar zapatos viejos como materos para plantas, son algunos de los oficios más raros encontrados en las calles de Cúcuta.
Diferente a lo que hacen todos, ante la escasez de dinero, algunos ciudadanos se lanzaron a los barrios y zonas céntricas de la ciudad promocionando una especie de patentes que sólo ellos saben cómo vender.
Estos comerciantes de cosas inusuales, con sus originales propuestas, retan a la ilegalidad y evaden los mismos impuestos que los contrabandistas evitan, porque no pagan IVA u otros impuestos por sus mercancías sin ser perseguidos por la ley.
Tampoco necesitan ostentosos anaqueles, cumplen con los horarios a los que sólo tienen derecho los trabajadores independientes y suelen tener ganancias del 100 y hasta 200 por ciento.
Con el sustento llevan a sus hogares no solo lo necesario para construir su idea de negocio, sino que proyectan nuevas formas de comercio, promueven la legalidad y logran cumplir a su medida las metas planteadas.
Estos personajes, irreverentes y muy a su estilo, se idearon otra fuente de ingresos diferente a oficios tan inventados como los tapahuecos, limpiavidrios, lustrallantas, artistas de calle o estatuas vivientes.
Por dar a conocer su talento o simplemente porque consideran que su idea puede ser rentable, si se compara con otros empleos formales, algunos ya estamparon su idea y hoy día hacen de ella una realidad en las calles de la ciudad.
1 Las casas prefabricadas: con solo 23 años de edad Jefferson García ha dedicado parte de su tiempo a la búsqueda de una solución de vivienda para la gente de escasos recursos. Él crea casas listas para su ensamblaje en cuatro días. Estos habitáculos no tienen columnas, tampoco tienen cepas, pero están sobre una base gruesa de cemento, y cuentan con el respaldo de las láminas de concreto como paredes. García ofrece casas desde 5 millones de pesos, totalmente terminadas, listas para habitar y con un certificado de sismo-resistencia. Encontró en su propuesta una salida al desempleo.
2 Vivero ecológico: Juan Pablo Dumar y Katherine Piñeros, una joven pareja de esposos, tiene una tienda donde se vende todo lo que otras personas desechan. Zapatos, botas, latas, cafeteras, freidoras, neumáticos, inodoros y hasta botellas plásticas encontradas en la calle son transformadas y vendidas dejando ganancias desde 100 y hasta 200 por ciento. En año y medio han logrado consolidar su negocio y buscan promover la ecología utilizando lo que para todos es simple basura.
3 La venta de oraciones: Pedro Jesús Maldonado no vende ningún objeto material, vende algo mucho más valioso, como lo asegura. Ofrece oraciones en los cementerios. La mayor parte de su tiempo la pasa en el campo santo. Él, junto a otros vendedores de flores y otros artículos, propone una plegaria al afligido para revitalizar su alma. Con cantos católicos, ameniza el momento y con su biblia aporta conocimiento a los presentes. No tiene un precio fijo, pero dice recibir más de lo que espera a diario. Con ello subsiste y ayuda a su esposa que no se encuentra en la ciudad.
4 Auto lavado en seco: el ingenio de los cucuteños Sebastián Arocha, de 24 años, y Freddy López, de 23, les permitió tener un empleo en la ciudad. Ellos recorren en bicicletas los porches de las casas prestando un servicio de auto lavado en seco. Afirman que sin utilizar agua limpian y pulen cualquier vehículo, sin importar la cantidad de tierra que puedan tener y sin poner en riesgo la pintura. También lavan motores e interiores de carros. Con paños, estos dos jóvenes limpian un automóvil en 40 minutos y contribuyen con el cuidado del medioambiente porque no gastan una gota de agua. Desde hace un mes limpian por día 2 y hasta 3 carros cobrando una tarifa entre $12 mil y $17 mil por todo el lavado interior y exterior.
5 Chatarra hecha arte: Laureano Estrada Mantilla toda su vida ha trabajado reciclando latas y cadenas de hierro que luego convierte en figuras alusivas a personas, animales u otros objetos. Hace águilas, barcos, aviones, helicópteros, y campesinos. Sus obras se ofrecen en exposiciones en San Antonio del Táchira. A sus 66 años Mantilla aún mantiene a su hogar, en promedio vende alrededor de 10 figuras al mes. Cada una tiene un costo promedio entre 120 mil pesos. Otras pueden costar hasta un millón de pesos pues el cliente le pone el valor extra a su ingenio.“Fue una vía rápida para sobrevivir ante la falta empleo cuando estaba adolescente, pero ahora es lo que más me gusta hacer”, asegura Mantilla.
6 Moda con tapas: Epimenio Quintero, un ayudante de construcción, cansado de su trabajo y de las escasas oportunidades de conseguir un mejor sueldo, un día decidió salir a la calle y crear otra alternativa de ingreso haciendo camisas, sombreros, diademas y hasta trajes completos usando tapas de gaseosa. “Meño”, como lo conocen sus amigos en el centro de Cúcuta, empezó recolectando las tapas plásticas de las gaseosas que se encontraba y que sus conocidos le hacían llegar como si fuera una fina materia prima. Con 3 mil tapas logra hacer un conjunto completo para niño que decoró con colores del tricolor nacional. Las gorras son las más económicas entre sus creaciones, tienen un costo de $40 mil, pero son los sombreros diseñados con tapas de revitalizantes los que se roban las miradas. Tienen un valor de $150 mil. Sin embargo, como no todos valoran su oficio debe alternarlo con la venta ambulante.
7 Inyecciones de licor: Erika Ribero, de 34 años, estudia diseño gráfico. Un día en clase tenía que ofrecer un producto y de un momento a otro se le ocurrió vender un shots de gelatina con licor envasado en una jeringa. Utilizó la jeringa porque consideró que sería una propuesta divertida y llamativa. Dice que su negocio deja el 100 por ciento de productividad. Jueves, viernes y sábado vende hasta 150 unidades cargadas de 20 centímetros de sabor e innovación.
Estos personajes, irreverentes y muy a estilos, se idearon otra fuente de ingresos diferente a los tradicionales como limpiavidrios, tapahuecos y artistas en la calle. ~
jean.garcia@laopinion.com.co
Diferente a lo que hacen todos, ante la escasez de dinero, algunos ciudadanos se lanzaron a los barrios y zonas céntricas de la ciudad promocionando una especie de patentes que sólo ellos saben cómo vender.
Estos comerciantes de cosas inusuales, con sus originales propuestas, retan a la ilegalidad y evaden los mismos impuestos que los contrabandistas evitan, porque no pagan IVA u otros impuestos por sus mercancías sin ser perseguidos por la ley.
Tampoco necesitan ostentosos anaqueles, cumplen con los horarios a los que sólo tienen derecho los trabajadores independientes y suelen tener ganancias del 100 y hasta 200 por ciento.
Con el sustento llevan a sus hogares no solo lo necesario para construir su idea de negocio, sino que proyectan nuevas formas de comercio, promueven la legalidad y logran cumplir a su medida las metas planteadas.
Estos personajes, irreverentes y muy a su estilo, se idearon otra fuente de ingresos diferente a oficios tan inventados como los tapahuecos, limpiavidrios, lustrallantas, artistas de calle o estatuas vivientes.
Por dar a conocer su talento o simplemente porque consideran que su idea puede ser rentable, si se compara con otros empleos formales, algunos ya estamparon su idea y hoy día hacen de ella una realidad en las calles de la ciudad.
1 Las casas prefabricadas: con solo 23 años de edad Jefferson García ha dedicado parte de su tiempo a la búsqueda de una solución de vivienda para la gente de escasos recursos. Él crea casas listas para su ensamblaje en cuatro días. Estos habitáculos no tienen columnas, tampoco tienen cepas, pero están sobre una base gruesa de cemento, y cuentan con el respaldo de las láminas de concreto como paredes. García ofrece casas desde 5 millones de pesos, totalmente terminadas, listas para habitar y con un certificado de sismo-resistencia. Encontró en su propuesta una salida al desempleo.
2 Vivero ecológico: Juan Pablo Dumar y Katherine Piñeros, una joven pareja de esposos, tiene una tienda donde se vende todo lo que otras personas desechan. Zapatos, botas, latas, cafeteras, freidoras, neumáticos, inodoros y hasta botellas plásticas encontradas en la calle son transformadas y vendidas dejando ganancias desde 100 y hasta 200 por ciento. En año y medio han logrado consolidar su negocio y buscan promover la ecología utilizando lo que para todos es simple basura.
3 La venta de oraciones: Pedro Jesús Maldonado no vende ningún objeto material, vende algo mucho más valioso, como lo asegura. Ofrece oraciones en los cementerios. La mayor parte de su tiempo la pasa en el campo santo. Él, junto a otros vendedores de flores y otros artículos, propone una plegaria al afligido para revitalizar su alma. Con cantos católicos, ameniza el momento y con su biblia aporta conocimiento a los presentes. No tiene un precio fijo, pero dice recibir más de lo que espera a diario. Con ello subsiste y ayuda a su esposa que no se encuentra en la ciudad.
4 Auto lavado en seco: el ingenio de los cucuteños Sebastián Arocha, de 24 años, y Freddy López, de 23, les permitió tener un empleo en la ciudad. Ellos recorren en bicicletas los porches de las casas prestando un servicio de auto lavado en seco. Afirman que sin utilizar agua limpian y pulen cualquier vehículo, sin importar la cantidad de tierra que puedan tener y sin poner en riesgo la pintura. También lavan motores e interiores de carros. Con paños, estos dos jóvenes limpian un automóvil en 40 minutos y contribuyen con el cuidado del medioambiente porque no gastan una gota de agua. Desde hace un mes limpian por día 2 y hasta 3 carros cobrando una tarifa entre $12 mil y $17 mil por todo el lavado interior y exterior.
5 Chatarra hecha arte: Laureano Estrada Mantilla toda su vida ha trabajado reciclando latas y cadenas de hierro que luego convierte en figuras alusivas a personas, animales u otros objetos. Hace águilas, barcos, aviones, helicópteros, y campesinos. Sus obras se ofrecen en exposiciones en San Antonio del Táchira. A sus 66 años Mantilla aún mantiene a su hogar, en promedio vende alrededor de 10 figuras al mes. Cada una tiene un costo promedio entre 120 mil pesos. Otras pueden costar hasta un millón de pesos pues el cliente le pone el valor extra a su ingenio.“Fue una vía rápida para sobrevivir ante la falta empleo cuando estaba adolescente, pero ahora es lo que más me gusta hacer”, asegura Mantilla.
6 Moda con tapas: Epimenio Quintero, un ayudante de construcción, cansado de su trabajo y de las escasas oportunidades de conseguir un mejor sueldo, un día decidió salir a la calle y crear otra alternativa de ingreso haciendo camisas, sombreros, diademas y hasta trajes completos usando tapas de gaseosa. “Meño”, como lo conocen sus amigos en el centro de Cúcuta, empezó recolectando las tapas plásticas de las gaseosas que se encontraba y que sus conocidos le hacían llegar como si fuera una fina materia prima. Con 3 mil tapas logra hacer un conjunto completo para niño que decoró con colores del tricolor nacional. Las gorras son las más económicas entre sus creaciones, tienen un costo de $40 mil, pero son los sombreros diseñados con tapas de revitalizantes los que se roban las miradas. Tienen un valor de $150 mil. Sin embargo, como no todos valoran su oficio debe alternarlo con la venta ambulante.
7 Inyecciones de licor: Erika Ribero, de 34 años, estudia diseño gráfico. Un día en clase tenía que ofrecer un producto y de un momento a otro se le ocurrió vender un shots de gelatina con licor envasado en una jeringa. Utilizó la jeringa porque consideró que sería una propuesta divertida y llamativa. Dice que su negocio deja el 100 por ciento de productividad. Jueves, viernes y sábado vende hasta 150 unidades cargadas de 20 centímetros de sabor e innovación.
