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¡Dios salve al rey! El planeta se rinde a la leyenda de Roger Federer
El tenista ganó 20 torneos de Grand Slam.
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AFP
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Domingo, 18 de Septiembre de 2022

Adulado, Roger Federer, que anunció el jueves pasado su retiro, escribió algunas de las más bellas páginas de la historia del tenis, un deporte que marcó para siempre con sus veinte títulos del Grand Slam, de sus golpes geniales y su elegancia.


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¿Es el mejor jugador de todos los tiempos? En número de títulos importantes, otros dos campeones le superan: Rafael Nadal, su gran rival, que tiene 22, y Novak Djokovic, que ha logrado 21.

Pero más allá de esas cifras, en los corazones, el suizo quedará en casi todo como el número uno. En Wimbledon, su lugar preferido, donde se impuso en ocho ocasiones, en Roland-Garros, donde el público respiró aliviado al verle completar su colección de Grand Slams en 2009, y en todos los torneos donde sus seguidores le apoyaban incondicionalmente, a veces contra sus propios compatriotas.

Y es que Federer tenía todos los atributos del campeón ideal, un juego que nadie podía igualar, estético, ofensivo, que entusiasmaba por los riesgos que comportaba y el miedo que hacía pasar a los espectadores enamorados de su tenis. 


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La oposición de estilo con Nadal hizo de su rivalidad una leyenda, que se vio acompañada de una gran amistad entre ellos. Aunque fue el español el que logró más victorias (24 a 16), sobre todo en tierra batida (14 a 2, incluidas 4 finales de Roland-Garros).
 

Imagen eliminada.

 

“Perfecto”, según Nadal 

Para el español, gran admirador del clasicismo de su rival, la palabra “perfecto” resume el tenis de Federer: “Tiene un servicio perfecto, una volea perfecta, un golpe derecho más que perfecto, un revés perfecto (a una mano); es muy rápido, todo es perfecto en él”. 

Para los que siguen el tenis de más lejos, el suizo es también una especie de yerno ideal: enamorado desde hace casi veinte años de Mirka Vavrinec, una exjugadora de tenis de origen eslovaco, que conoció en los Juegos Olímpicos de Sídney en 2000, padre atento a sus cuatro hijos (dos gemelas y dos gemelos) y comprometido en acciones caritativas, en especial en Sudáfrica, país de origen de su madre, el amigo de Tiger Woods y de Pete Sampras genera prácticamente unanimidad, incluso entre quienes le sufrieron en las pistas. “Me encantaría odiarte pero eres muy simpático”, le dijo Roddick después de una final en Wimbledon.


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Al suizo le gustó siempre “dar la imagen de alguien bueno”, incluido el cuidado de su comunicación durante interminables sesiones de entrevistas acordadas sin rechistar en los cuatro idiomas que domina (suizo alemán, inglés, francés y alemán).

Su palmarés es gigantesco. A los títulos de Grand Slam hay que añadirle seis Masters, una Copa Davis e incluso una medalla de oro olímpica (en dobles junto a Stan Wawrinka), siendo el oro olímpico individual el único gran trofeo que falta en sus vitrinas.

En total ha logrado 103 títulos en el circuito ATP y ha pasado 310 semanas en el N.1 del ranquin, un récord que Djokovic superó en 2021.

Pero esta grandeza no ha caído del cielo. El talento del joven nacido en Basilea en 1981 fue detectado de manera precoz. Pero este “diamante bruto a pulir”, según su propia expresión, tuvo que reprimir una falta de profesionalidad y una mala tendencia a tirar la raqueta cuando las cosas no se daban como él quería.


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Madurez tardía 

Es por eso que, al contrario que Borg, Connors, Sampras o Nadal, tuvo que esperar hasta el sexto año en el circuito para levantar su primer título mayor, sobre la hierba de Wimbledon en 2003, a sus casi 23 años.

Este logro en el torneo que más aprecia entre todos, fue el debut de un festín de títulos en Grand Slam: once en cuatro temporadas, de 2004 a 2007, aplastando a la competencia de primer nivel de entonces, personalizada en Lleyton Hewitt y Andy Roddick.

El entorno se puso duro con la madurez de Nadal y Djokovic pero Federer siguió ganando y su leyenda se enriqueció con partidos épicos, como las dos finales de Wimbledon contra el español, en 2007 (ganada) y en 2008 (perdida).

Después de un declive provisional a partir de 2011, tuvo un renacer asombroso en el primer plano en 2017 y 2018, y añadió a su colección otros tres títulos de Grand Slam para llegar a los ocho de Wimbledon, seis Open de Australia, cinco US Open y un Roland Garros.


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De un físico aparentemente ordinario (1,85m) pero dotado en realidad de una velocidad y resistencia excepcionales, contó con la ventaja de no estar nunca lesionado hasta superar los 35 años. Pasó la primera operación de su vida en una rodilla en 2016, al hacerse daño mientras bañaba a sus hijas.

Federer siempre tuvo una insaciable sed de victorias. Ningún récord podía satisfacer el ego del campeón y los años no alteraron su convicción de que podía todavía ganar a los mejores y ganar los trofeos más importantes.

Se acercaba a los récords de longevidad, cuando su última victoria en el Open de Australia le sirvió para ser el segundo vencedor más mayor de un torneo de Grand Slam por detrás de Ken Rosewall, pero su rodilla recalcitrante ha puesto fin a su fabulosa leyenda, a sus más de cuarenta años.

Una rodilla que le ha privado de un regreso que el mundo del tenis esperaban desde hace un  buen tiempo. 

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