Al menos un 1 millón y medio de clientes potenciales en el Norte de Santander tienen las empresas textiles del Táchira, por lo que esperan que la frontera sea abierta antes de fin de año, con un margen de tiempo para dotar el inventario de mercancía existente.

El ingeniero Fernando Grajales, representante del sector confección del municipio Pedro María Ureña y miembro de la Cámara de Industria y Comercio, expuso que es necesario que se active el comercio en la zona de Ureña y se generen fuentes de empleo para disminuir los índices de criminalidad. 

Aunque para la apertura del comercio internacional requieren de preparación tecnológica, hay algunos fabricantes de blusas y pantalones que a pesar de la crisis han hecho inversiones en motores electrónicos de bajo consumo eléctrico, así como en máquinas plóter de impresión electrónico, a fin de bajar costos de producción. 

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"Pero esos plóteres, esas máquinas electrónicas necesitan flujos constantes eléctricos, el Ministro lo decía, se van a hacer pronto inversiones a nivel de generación eléctrica para la frontera, pero necesitamos eso pronto, la confección es muy cíclica", dijo el empresario.

Grajales recordó antes del año 2015 el sector textil de Ureña abastecía el mercado nacional y varias empresas que exportaban, alcanzando a generar empleos para los habitantes del Táchira como del Departamento Norte de Santander.

Pero la calamidad de los empresarios de este municipio es tan grave, que en espera de que lleguen compradores de prendas de vestir, pasan las horas en juegos de mesa, puesto que al día reciben muy pocos clientes.

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Por ello, Grajales expresó la necesidad de que el gobierno nacional fije de una vez por todas una fecha estimada de apertura, con el propósito de prepararse con la mercancía y evitar importaciones no necesarias, en vista que la producción para diciembre se supone que debería estar lista en octubre.

"Pero para ello necesitamos materias primas, agua, electricidad y apoyo del gobierno nacional", refirió.

Deivis Gómez, un fabricante de blusas de damas, relató que las ventas se vinieron al suelo tras el cierre de frontera debido a que tanto los compradores como la mano de obra calificada se fue a Colombia.

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Estimó que menos del 10% del comercio local está abierto, debido a las constantes fallas en servicios públicos, lo que además hace que se incrementen los costos de producción y sea difícil competir con el mercado colombiano.  Sin embargo, para competir con Colombia debe conseguir materia prima y facilidad de mano de obra local.

"Queremos volver a esos años en donde toda esta cuadra era llena de puros clientes", expresó Gómez.

Rememoró que en el mes de diciembre tenían que cerrar las puertas del local porque no entraban los clientes, no daban abastos para la venta.

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