Los presos no pierden ninguna oportunidad para estafar y extorsionar mientras cumplen sus castigos con la justicia. A diario, esta población monitorea las redes sociales para ‘cazar’ a sus víctimas, a través de cualquier modalidad.
Las autoridades aseguraron que una de las recientes estafas carcelarias se produce a través de un engaño, haciéndole creer a la víctima que le devolverá la motocicleta o el vehículo que le acaban de robar.
“Las personas publican en las redes sociales la moto que le roban y entregan datos personales y un número de teléfono, por lo que los delincuentes llaman y les aseguran que tienen información de la ubicación del vehículo. Luego, les exigen una suma de dinero a cambio”, dijo una fuente judicial.
Según se conoció, las exigencias oscilan entre $300.000 y $500.000, por lo que se convierte en una rentable estafa para los delincuentes.
Cabe resaltar que los estafadores no tienen conocimiento de la ubicación de la motocicleta hurtada, simplemente buscan que la víctima consigne el dinero a través de una cuenta bancaria y así logran su objetivo.
Las recomendaciones
Una fuente judicial le recomendó a la comunidad que, en caso de recibir una llamada similar y haya sido víctima del robo de su vehículo, exija alguna prueba para reconocer que la persona que lo está llamando tenga conocimiento real del vehículo y de su ubicación.
“Hay que pedir una foto, o un video actualizado que demuestre que en realidad tiene el vehículo”, dijo la fuente.
Además de esto, debe hacer preguntas estratégicas sobre su vehículo, para reconocer fácilmente si se trata de un engaño.
No obstante, la principal recomendación es alertar de inmediato a la Policía, a las líneas 123 o a la 165 del Grupo de Acción Unificada para la Libertad Personal (Gaula), para que reciba la asesoría correspondiente y le ayuden a identificar si es una potencial víctima de estafa o extorsión.
Una modalidad de extorsión
El Gaula de la Policía reveló recientemente que, en Cúcuta se han registrado algunos casos de una modalidad de extorsión también carcelaria, conocida por las autoridades como falso servicio, que consiste en la contratación de diferentes ofertas, especialmente hacia la zona rural, donde la complejidad de estos lugares por cobertura telefónica y la soledad que los caracteriza, juegan un papel fundamental para complementar la extorsión.
La población más vulnerable para este tipo de delito son los domiciliarios en Cúcuta y el área metropolitana, los pequeños comerciantes y taxistas, entre otros, que están a la espera de cualquier negocio esporádico.
“Se ganan la confianza (los extorsionistas) aparentando necesitar el servicio y ofrecen buen dinero por su pago. Les piden a las víctimas que se trasladen a zonas rurales o apartadas del casco urbano para iniciar la extorsión”, dijo una fuente judicial.
Cuando el extorsionista se percata de que su ‘presa’ está en un lugar indicado, le advierte que no existe ningún contrato y que, por el contrario, se trata de un secuestro y que está vigilada por un francotirador desde una montaña. Por ello, debe parar la marcha y recibir instrucciones.
“En ese momento, el delincuente se identifica como comandante de un grupo armado ilegal reconocido en la zona como Pelusos, Rastrojos, disidencia de las Farc, Ejército de Liberación Nacional (Eln), para generar temor y le dice a la víctima que no puede moverse, o de inmediato será blanco del francotirador”, explicó la fuente.
El único objetivo del delincuente es obligar a los familiares de la víctima o a sus jefes a que consignen una cantidad de dinero sin que exista ningún riesgo.