Cuando las bandas que sostenían los dos ataúdes blancos terminaron de deslizarse hasta el fondo de las bóvedas donde quedaron los féretros de Maryury Balaguera Arenas, su hija María José, de 5 años, y su bebé Liam Josué, de 4 meses de nacido, las lágrimas de sus familiares y amigos brotaron.

Mamá e hijos perdieron la vida de manera trágica la tarde del Jueves Santo, cuando la buseta en la que viajaban desde la vereda Matecaña hacia Cúcuta, se volcó.

Ayer, en horas de la tarde, su familia les dio el último adiós en medio del dolor, el llanto y el sufrimiento por la repentina y trágica partida. Con bombas, camisetas blancas y carteles que tenían impresas las fotografías de los tres, los despidieron en una corta ceremonia cristiana, que realizaron en el cementerio La Paz, ubicado a un costado de la vía a El Zulia.

En un estado pasivo y silencioso, permaneció Carlos Eduardo Villalobos, padre de los pequeños, quien no dudó en tomar una pala y ayudó a sepultarlos.

Las gotas de sudor recorrieron su cuello, las mismas que derramaba por ellos cada vez que se esforzaba trabajando para sostenerlos y darles todo lo que necesitaban.

“Dejarlos ahí es un dolor que no se puede describir. Derramé mi última gota por ellos. Ahora me toca luchar solo”, narró el entristecido padre.

Los familiares decidieron enterrar en un mismo ataúd a Maryury cargando en sus brazos a su bebé, en el otro, quedó el cuerpecito de ‘Majo’, como le decían de cariño a la niña.

El recuerdo de su familia

Carlos Villalobos y Maryury, residían en el barrio Antonia Santos, de la ciudadela Juan Atalaya, llevaban 7 años de relación y fruto de la unión nacieron sus dos hijos.

Ambos se conocieron siendo estudiantes del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), luego de un año de ser novios, la noticia de que serían padres, los unió más.

“Cuando me enteré que sería papá yo le pedí a Dios que quería una niña y me la dio. Era hermosa. Amaba sus ojos; esas cejas y pestañas la hacían llamativa, nunca pasaba desapercibida mi niña”, contó Carlos Eduardo.

El papá aseguró que su hija, a su corta edad, era inteligente y comprensiva. “Ella sabía que mi trabajo como albañil era duro y cuando llegaba a casa me pedía que le mostrara las manos para ver si me había golpeado o lastimado. Ahora, eso nunca más lo volveré a sentir”, añadió.

En noviembre del año pasado a este hogar llegó Liam Josué, el pequeño bebé que cada que su papá le hablaba, balbuceaba con él. Carlos Eduardo tampoco escatimó palabras para describir a la mujer que lo acompañó por estos últimos años.

“Ella era noble, sencilla. Tenía una sonrisa que alegraba todo. Era mi compañera, no éramos perfectos, pero Dios me la puso en el camino y él mismo me la quitó”, dijo Villalobos, precisando que Maryury era su complemento, quien lo aconsejaba cuando todo iba mal.

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Que continúe la investigación

En la triste despedida, María Arenas, mamá de Maryury pidió que las autoridades no los abandonen y puedan determinar la responsabilidad y la causa del hecho.

“Es necesario que se investigue, que paguen los responsables. Lo que sufrimos no lo puede vivir otra familia, esto es una tragedia horrible”, dijo la mujer.