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Solo pasa en Colombia
El miércoles pasado, hacia las nueve de la mañana un avión que se encontraba listo para iniciar su despeje en el aeropuerto el Dorado en la capital, como suele ocurrir con frecuencia, pasaron cerca de 15 minutos y nada que iniciaba su despegue. Todos los pasajeros pensaban que se trataba de la usual congestión aérea a la que ya estamos acostumbrados. Pero no, minutos después el piloto anunciaba que había unos perros en la pista que no había sido posible sacarlos. Así es, sólo sucede en Colombia.
Sábado, 27 de Julio de 2013
El miércoles pasado, hacia las nueve de la mañana un avión que se encontraba listo para iniciar su despeje en el aeropuerto el Dorado en la capital, como suele ocurrir con frecuencia, pasaron cerca de 15 minutos y nada que iniciaba su despegue. Todos los pasajeros pensaban que se trataba de la usual congestión aérea a la que ya estamos acostumbrados. Pero no, minutos después el piloto anunciaba que había unos perros en la pista que no había sido posible sacarlos. Así es, sólo sucede en Colombia. Que un país en la actualidad se precia de haber firmados varios TLC con los que pretendemos, o por lo menos el Gobierno lo pretende, competir en materia de comercio exterior con las grandes potencias, que según la propaganda nos permitirá exportar e importar de tu a tu con los más poderosos del planeta, y el aeropuerto de su ciudad capital colapse durante 15 minutos porque unos perros se metieron en una de sus pistas sin que los que lo vigilen pudieren recogerlos, quizás en una actitud muy tropical, es para reír, porque es mejor ni pensar en lo que podría pensar el empresario extranjero que viene a invertir, a montar empresa. Y si sumamos al episodio, que 15 minutos de retraso en el aeropuerto de Bogotá, son 15 minutos que se retrasa todo el país, y los que saben del tema, podrían incluso calcular cuánto podría perder el país en esos 15 minutos por culpa de unos perros que parecieran que en el fondo, con su actitud, tendrían una motivación política de sumarse y evitar a toda costa la reelección del presidente. Pero así somos.

Pero como estos episodios muy probablemente sólo pasan en Colombia, ni qué decir del acto de gallardía que tuvo nuestro embajador de los Estados Unidos de renunciar, como lo calificó el Gobierno. Si cualquier persona analiza así sea superficialmente todos los vericuetos y volteretas jurídicas que hizo la firma de abogados del Doctor Urrutia para la compra de vastas extensiones de tierra en el Vichada, que los llevó por ejemplo a crear 200 presuntas sociedades comerciales, desde luego que todas de papel, que después fueron vendidas en Luxemburgo, y con maniobras jurídicas regresan al país, y compran, se vuelven más ricos de lo que son, obtienen beneficios del Gobierno como si fueran pobres, y el representante de esa firma, ya por vericuetos de la política, termina de embajador de Estados Unidos, y que el presidente salga en su defensa, casi como lo haría un sacerdote cuando perdona los pecados de cualquier feligrés, y absuelve al Doctor Urrutia con una justificación que sólo pasa en Colombia: “ La firma de abogados Urrutia estaba tratando de implementar un nuevo modelo de desarrollo agrícola en el país con su estrategia”, es casi que inverosímil, para no creerlo, en dónde resulta mejor reír que tratar de tomarlo en serio, como la anécdota del aeropuerto. Pero así somos.

Mientras todo lo anterior sucede, la vida del país discurre en un escenario en el que las elecciones parlamentarias y presidenciales se acercan en donde ya comienzan a salir los candidatos, sin que de otro lado tengamos mayores noticias de lo que está pasando en La Habana, con la delincuencia y extorsiones disparadas, el país con paros por todos lados, con una guerrilla que habla de paz pero sigue haciendo la guerra, pero en fin, eso sí, en cualquier encuesta que mide la felicidad de los países, nosotros aparecemos de primeros como una de las naciones más felices del planeta. Sólo pasa en Colombia, somos así.
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