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Claves para fortalecer la salud mental en niños y adultos mayores
Es posible cuidar y fortalece la salud mental de un niño y un adulto mayor, además de cuidarse a usted mismo en el proceso.
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Colprensa
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Lunes, 10 de Octubre de 2022

El deseo y la necesidad de ser cuidados es constante a lo largo de la vida. Sin embargo, hay dos etapas particulares, la infancia y la vejez, en las que la demanda suele ser mayor. Las limitaciones físicas y psicológicas cuando se es niño o adulto mayor hacen indispensable la presencia de otra persona (de un cuidador) que acompañe la mayor parte del tiempo.

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Dentro del acto de cuidar y compartir la vida cotidiana es necesario, entre muchas otras cosas, procurar preservar, e incluso fortalecer, la salud mental del otro, sobre todo si se trata de un niño, una niña o un adulto mayor, pues el tránsito por ambas etapas suele ser clave, tanto para la formación de futuros adultos como para llegar al final de la vida de manera vigorosa y digna.

Cuidar el crecimiento

Durante los primeros años de vida, al ser el cerebro un órgano altamente moldeable, las experiencias que se tienen fortalecen determinadas redes neuronales que perduran en el tiempo hasta la adultez.

Así, si durante la infancia se tienen experiencias de maltrato o abuso, las redes neuronales que van a fortalecerse y prevalecer serán aquellas que codifiquen el mundo como un lugar peligroso y la imagen de uno mismo como un asunto de poco valor.

Del mismo modo ocurre en el caso contrario, explica la psicóloga infantil Alejandra Robayo. Si los cuidadores primarios de una niña le tratan con respeto, validan y acompañan sus emociones y la corrigen compasivamente, será una niña que crecerá teniendo una imagen positiva de sí, que gestionará mejor sus emociones y con más posibilidades de tener relaciones sanas.

Ahora bien, tenga en cuenta que no hay padres ni cuidadores perfectos. “No se trata de culparnos si hay algún error”, precisa Sara Valderrama Quintero, psicóloga de la Universidad CES y coautora del libro Soltar con amor. “Lo que hay que tratar de hacer es darle a la salud mental la importancia que merece, porque cuando tenemos niños sanos tendremos adultos y adolescentes sanos”.

La pandemia causada por el covid-19 hizo algunos llamados de alerta sobre la salud mental de los menores (ver Paréntesis). De ahí que, para evaluar el panorama en 2021, el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane) haya entregado el estudio Salud Mental en Colombia: un análisis de los efectos de la pandemia, en el que quedó evidenciado que alrededor del 52,2 % de los jóvenes, entre los 12 y los 17 años, presenta de uno a dos síntomas de ansiedad, el segundo trastorno mental más común después de la depresión.

Cuidar el final de la vida

La vejez, por su parte, es un estado particular porque está llena de cambios: hay una transición biológica, social, laboral y familiar. Hay eventos gratificantes, como tener más tiempo para el ocio (la lectura o el arte, por ejemplo), pero también pérdidas y duelos.

Todos esos cambios, sean positivos o negativos, traen consigo la necesidad de ajustarse a una nueva situación, un proceso que, según explica María Carmenza Escamilla, psiquiatra y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, “puede venir de la mano de síntomas ansiosos o depresivos”.

De acuerdo con un estudio financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Universidad CES, el 44,2% de los adultos mayores de Bucaramanga, Medellín, Pereira, Popayán y Santa Marta tienen riesgo de conducta suicida y, aunque el análisis no estuvo enfocado en la causalidad, precisa Doris Cardona Arango, líder de la investigación, si fueron encontrados factores asociados: sentirse solo, no considerarse importante o útil, y tener problemas económicos o de salud.

En este grupo etáreo los trastornos mentales que más suelen presentarse son la depresión y la ansiedad. Ahora bien, aclara Escamilla, si bien el deterioro cognitivo es más frecuente en este grupo poblacional que en personas menores, no es normal la pérdida de habilidades cognitivas. “Esto no hace parte del envejecimiento normal o exitoso. Cualquier alteración, no solo en el ánimo, sino también en la memoria, la orientación, el lenguaje o el comportamiento debe dar pie a una valoración médica oportuna”.

Ambas etapas de la vida (infancia y vejez) acarrean sus particularidades y, aunque la salud mental también es producto de factores biológicos (genéticos), ambientales (el contexto en el que se creció, que incluye a la familia, la cultura, etc) y personales (características propias de la persona), “si se fortalecen los factores protectores en lo ambiental y personal, aun habiendo factores de riesgo biológicos (dependiendo del caso), se estarán aumentando las probabilidades de desarrollar una buena salud mental”, finaliza Robayo.

A continuación encuentra unas recomendaciones hechas por las expertas consultadas para que sepa cómo cuidar de la mejor manera la salud mental de un niño o adulto mayor, además de cómo cuidarse a usted mismo en el proceso.

Los expertos recomiendan

Para cuidar la salud mental en la infancia

1. Sin golpes ni gritos. Cuando un niño está expuesto a este tipo de acciones disminuye en él su capacidad de atención, memoria y aprendizaje. ¿Por qué? Porque el miedo en los seres humanos genera un neurotransmisor llamado cortisol y, cuando hay altos niveles de esta sustancia, empiezan a haber daños en algunas conexiones neuronales. Mejor corrija mostrando límites y consecuencias (punto 2).

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2. Enseñe con paciencia. Muéstreles las consecuencias de sus actos. Por ejemplo, si el niño se rehúsa a llevar una chaqueta a la calle, insista explicando que le dará frío. Si sigue negándose, llévela usted y cuando el pequeño sienta frío recuérdele que usted ya le había dado una indicación para evitarlo. No premios ni castigue porque asumirán todo por miedo o en búsqueda de aprobación.

3. Use el juego y dé opciones. Si el menor no le hace caso, recuerde que es un niño. ¿Qué hacer entonces? Juegue a “el que llegue primero” o a ser el superhéroe Flash. Así mismo, opte por dejarlo elegir, por ejemplo: “Debes escoger entre lavarte los dientes ya o ver televisión cinco minutos y luego lavarte los dientes”. En casos así, aproveche también para enseñarle a dimensionar el tiempo.

4. Valide sus emociones. Ayúdele con calma a tramitar lo que siente y dele herramientas para expresarse. Llévelo a nombrar la emoción y a identificar qué la desencadenó. Muéstrele que con el juego o el dibujo puede expresar lo que siente. Evite frases humillantes como “no llores por esa bobada” o “todo lo haces mal”. Esto puede llevarlos a reprimir, en ocasiones futuras, lo que sienten.

5. Llévelo a consulta. Si el niño o niña presenta dificultades con el aprendizaje, la memoria o el lenguaje, será necesario que lo revise un especialista. También si es muy rebelde, si sufre de pesadillas constantemente, luce desanimado, es agresivo o cambió de forma abrupta su forma de ser. Todos estos deben ser síntomas alarmantes que podrían indicar un trastorno o una experiencia negativa.

6. Cuídese para cuidar. Como madre, padre o cuidador, dele espacio a la expresión de sus emociones. Así será más fácil acompañar a los niños y niñas en sus necesidades de una forma más compasiva. Además, los niños ven las maneras que tienen los adultos cercanos para gestionar sus sentimientos y conflictos, y aprenden de ellas. Sea coherente con lo que enseña y lo que hace usted mismo.

Para cuidar la salud mental en la tercera edad

1. Dele libertad. Algunas familias en aras de proteger restringen libertades y autonomía. Mientras no haya una limitación para esto lo más conveniente es permitirle al adulto mayor desarrollar las actividades que desee y que sean seguras. En esta etapa suele tenerse más tiempo libre entonces puede ser la oportunidad para dedicarse a una afición, participar en grupos sociales o realizar actividad física.

2. Permítale opinar y expresarse. Recuerde que los adultos mayores merecen ser escuchados. No tome decisiones por él o ella (a menos de que haya una enfermedad diagnosticada que se lo impida), pues siguen siendo sujetos de derechos y deberes. Así mismo, pregúntele cómo está, si está triste o no y escuche con atención. Esto le permitirá conocer su estado de ánimo y evaluar si se necesita apoyo profesional o no.

3. Ejercicio y socialización. Teniendo en cuenta las limitaciones, invítelo a mover brazos y piernas. Además, ayúdele a que mantenga los lazos sociales, que conozca nuevas personas o se integre a grupos con los que comparta gustos o afinidades. Entre más fuertes y valiosos logren ser esos vínculos, menor es el riesgo de pasar por síntomas de ansiedad, depresión o deterioro cognitivo.

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4. Motívelo a aprender. Indague en los temas que al adulto mayor le pueden generar curiosidad. Aproveche y enséñele libros que le resuelvan dudas o instrúyalo en el manejo de dispositivos tecnológicos para que haga sus propias búsquedas. También puede servirse de tutoriales de YouTube. En muchas cosas, puede aprender a cocinar, tejer, pintar, hacer manualidades, bailar, etc.

5. Llévelo a consulta. Si el adulto mayor muestra cambios abruptos de comportamiento (pasa de pasivo a agresivo, por ejemplo), si deja de comer, dormir o muestra desagrado por la vida, llévelo donde un profesional. También si empieza a experimentar fallas en sus capacidades cognitivas: pierde la memoria, se desorienta, no logra hacer un buen uso del lenguaje o pierde sus habilidades motoras.

6. No sea el único cuidador. Ser cuidador no es una tarea fácil, por eso es fundamental tener apoyo en el cuidado, es decir, que no sea la única persona a cargo. Así mismo, es clave que busque espacios independientes de sus obligaciones de cuidado diarias. Abóquese a actividades que disfrute, cuente con tiempo para usted mismo. No olvide la importancia de su propia salud y de velar por ella.

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