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Región
El río Catatumbo agoniza por la sequía y la deforestación
El cauce del afluente se redujo casi en 70% en cinco meses.
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Helena Sánchez
Sábado, 2 de Abril de 2016

En un brevísimo lapso, apenas de cinco meses, el río Catatumbo pasó de ser uno de los afluentes con mayor y mejor calidad de agua, a convertirse en un riachuelo cercado por bancos de arena, con una reducción de casi el 70%.

La dramática escena es, para la mayoría de habitantes de la zona, el peor desastre ecológico y la más grave afectación a las poblaciones que viven de actividades como la pesca, la cual es prácticamente inexistente por estos días.

En corregimientos como La Gabarra, donde se eleva un gran puente desde el que se veía la inmensidad del ancho río, la infraestructura sirve exclusivamente a vehículos, motos y algunos animales, la gente logra cruzar a pie, y los más arriesgados se animan a ‘correr’ sobre las aguas.

Este año ha sido uno de los peores para el río y quienes se surten de él, por causa del fenómeno de El Niño, pero también por la innegable e inocultable deforestación de la que es víctima la región del Catatumbo.

Joselito Vargas, funcionario del Parque Nacional Natural Catatumbo Barí, explica que en la zona asociada al bosque húmedo tropical hay dos cultivos que, desde hace décadas, transforman dramáticamente el escosistema y fragmentan el bosque.

A punta de las conocidas técnicas de roza y quema, se siembran coca y palma, en una acelerada invasión masiva de las áreas de importancia estratégica, perjudicial tanto para los suelos, como para el agua.

Equilibrio en riesgo

De acuerdo con el experto, con las prácticas de deforestación se están perdiendo tres ejes fundamentales para la sostenibilidad del entorno: los bienes y servicios ambientales, los servicios ecosistémicos y la cultura barí.

En relación con el primer aspecto, Vargas afirma que la falta de conocimiento sobre los beneficios económicos que se perciben por tener este enorme bien ambiental es una de las causas de su afectación.

“Por no tener una valoración no se reconoce lo que generan los bosques de la zona”, dice. “Actualmente, se están haciendo algunas estimaciones para sopesar la producción palma-coca versus las ventajas de tener un territorio biodiverso”.

Según el funcionario, es necesario adelantar estudios para evaluar cuál es nivel de mitigación que da Catatumbo contra el cambio climático y, con base en ello, establecer la riqueza que supera el interés económico particular.

Para el segundo eje, señala que lo que se estaría perdiendo por servicios ecosistémicos no solo afecta lo evidente, es decir, la flora y la fauna, sino fenómenos y condiciones asociadas a la existencia de esta selva.

“El relámpago del Catatumbo, que es el único fenómeno del planeta que regenera ozono, depende de esta zona”, afirma. “Este, se asocia a la riqueza de los minerales del suelo, pero si vemos la suma de las condiciones, casi no nos está quedando nada”.

El Catatumbo es el epicentro de las tormentas eléctricas y suma un promedio de 250 rayos por kilómetro cuadrado, y 1,6 millones de relámpagos cada año.

Se estima que la alteración del ambiente también lo daña, pues su presencia depende de la confluencia de vientos en una zona de baja presión, sobre el parque nacional Las Ciénagas y las montañas de la sierra de Perijá.

Lo anterior, más los gases emanados de la descomposición de materia orgánica del parque, crean los relámpagos, pero con el mínimo deterioro en el entorno de su área de influencia se arriesga su existencia.

Vale decir además que el río Catatumbo aporta el 60 por ciento de agua dulce al Lago de Maracaibo, conocido por ser hábitat de varias especies como monos araguatos, serpientes, cocodrilos de la costa, búhos, turpiales, gavilanes, águilas pescadoras, garzas, entre otras.

Es así como la eventual afectación del agua podría perjudicar las ya deterioradas relaciones binacionales entre Colombia y Venezuela.

Del lado de los barí, la situación no es favorable. El pueblo, cazador y pescador por naturaleza, tuvo que cambiar el festín de la subienda de bocachico, a un estricto control sobre lo que queda en el río.

Además, aunque su vida transcurre en calma, la coca comienza a permearlos. A los colonos los buscan para que sean raspachines y obreros, pese a que en su selva sagrada ni se cultiva ni se usa esta planta.

En el parque, según dice Vargas, está restringido todo uso, pero en la zona de influencia, es decir, del límite del parque hacia afuera no es Parques Nacionales, sino Corponor quien se ocupa de la regulación.

Esta entidad es la encargada de poner freno a quienes “terminan con los corredores que quedan de bosque, perdiendo la conectividad, la estructura, composición y función de los bosques”, como ocurre en el caso de la palma.

La mayor riqueza en recurso hídrico está en la zona media alta de la región del Catatumbo, que surca Ábrego, Ocaña, y da un importante recurso pesquero a Norte de Santander.

Su decrecimiento y fallas en la calidad del agua son la prueba de que aguas arriba “algo” ocasiona su afectación y, para el caso, la deforestación es una de las causas.

“El bosque húmedo tropical es muy rico, diverso y se puede comparar con la selva amazónica o con la selva húmeda del pacífico, que son los biomas más importantes y representativos del país”, enfatiza Vargas. “Este bioma es el más relevante para los andes nororientales y acá tenemos una partecita de esa amazonia, en peligro”.

Por ello, pide a las autoridades regionales planear antes que considerar un desarrollo descontrolado que ahogue, aún más, el pulmón del oriente del país.

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