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El gigantismo que envuelve a una familia de Sardinata
Un tumor cambió la vida de dos hermanos, quieneses se cuidan de las burlas y de los incumplimientos de su EPS.
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Andrés Julián González
Andrés Julián González Pardo
Sábado, 14 de Septiembre de 2019

El acercamiento de Víctor Weimar Becerra Rey, a la sala de su casa, es imponente. Mientras avanza a paso lento desde el patio, tiene que bajar la cabeza para no golpearse en la entrada. El saludo con un apretón de manos, permite dimensionar los efectos de la enfermedad que empezó a sufrir desde hace 16 años. 

Aunque Becerra empieza a presentarse con su nombre, en el primer contacto es inevitable no fijar la mirada en sus largos dedos y en la extensión de la palma de su mano, que cubre completamente una normal.

Becerra permanece siempre en su casa, con una bermuda, sin camisa y con un par de sandalias que conserva desde hace varios años, por la dificultad que tiene para conseguir calzado y ropa.

Un tumor en la cabeza que desarrolla la hormona del crecimiento, conocida como Acromegalia o gigantismo, le cambió su vida para siempre cuando tenía 24 años.

Este hombre vive en una casa del barrio San Francisco de Sardinata, junto a su mamá, y otros hermanos, de los cuales uno también sufre esta enfermedad, a pesar de tenerla un poco más controlada que Weimar.

“Acá tenemos que vivir para cuidarnos la enfermedad. No podemos trabajar y permanecemos en la casa todo el tiempo porque nos dan ataques constantemente”, dijo Becerra.

Sueño intranquilo

El tumor que sigue atormentando a Becerra, de 40 años, le quita el sueño por los síntomas que siente cuando se le duermen la cara y los pies. “Me dan muchos nervios, porque en cualquier momento me dan los ataques de epilepsia”, dijo.

Por su altura, de más de 2 metros, tiene que dormir sobre un colchón en la sala de la vivienda.

Burlas en el tratamiento

Los hermanos Becerra Rey han tenido que soportar su enfermedad con los incumplimientos por parte de las entidades de salud, y las burlas de algunas personas por su condición física.

En el caso de Víctor Weimar, su vida transcurría normal. A los 24 años, mientras trabajaba construyendo gaviones en la vía a Sardinata, una convulsión vaticinó la complejidad de la Acromegalia que lo acompañaría desde ese momento.

En 2005 lo tuvieron que operar de la cabeza y solo una vez le aplicaron un medicamento que tiene un costo de al menos 42 millones de pesos, necesario para controlar el tumor, por lo que ahora lucha contra el Estado para que se lo suministren.

Becerra aseguró que necesita una cita con el endocrino que desde hace mucho tiempo no le programa su EPS.

Mientras tanto, Jaime Oswaldo Becerra Rey, de 47 años, hermano de Víctor, ha soportado esta enfermedad desde que era niño, cuando sufrió un golpe en la cabeza.

“Si yo tuviera cómo comprarme los medicamentos, no iría hasta Cúcuta a exigir que me los dieran, porque esto lo tiene que cubrir el Estado”, dijo.

Recordó que en la última cita médica que tuvo en Cúcuta, sufrió al menos siete ataques de epilepsia, lo que no le da tranquilidad cada vez que sale de su casa.

Gestión

Desde la Personería de Sardinata se han interpuesto varias acciones de tutela para exigir que las Entidades Prestadoras de Salud (EPS) atiendan los requerimientos de estos hermanos, olvidados con el correr de los años y sometidos por su enfermedad.

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