En el año 2015, gracias al apoyo del Fondo de Adaptación y Aecom Techonology Corporation que lanzaron una convocatoria, iniciaron las capacitaciones en comunicación popular a jóvenes gramaloteros que estaban interesados en involucrarse en todos los procesos sociales de la región y que, en ese momento, cursaban sus estudios en los colegios Sagrado Corazón de Jesús y en el Instituto Técnico Agropecuario.
Inicialmente, los muchachos se formaron en talleres de fotografía, radio, escritura, todo relacionado con la comunicación, para en el 2018, certificar a la primera generación de Comunicadores Populares de Gramalote.
Ellos no se quedaron quietos, su necesidad de continuar formando más y más generaciones de comunicadores en la región, los llevó a participar en más convocatorias y ya se formó la segunda generación de comunicadores populares.
Los jóvenes de la primera generación son Silvia Guerrero, Emerson Silva y Johana Ramírez, se unieron con Angie Rodríguez, quien formó la Escuela Rural de Comunicación Popular, decidieron participar en la última convocatoria de PlanT, un proyecto de la Consejería Presidencial para la Juventud, Usaid y ACDI/VOCA, con el que recibieron un capital semilla para beneficiar a los sectores rurales de Gramalote.
“Al inicio, la mayoría de beneficios u oportunidades se las estaban dando a la gente del pueblo, nunca le hicieron un diagnóstico a la gente del campo que también perdió su pueblo y en temas de economía, ellos también tenían dificultades en el transporte para sacar sus productos”, señaló Ramírez.
Fue por eso que surgió la idea de formular una propuesta que siguiera la línea de la comunicación y mucho más, porque Guerrero, Silva y Ramírez, ya son comunicadores sociales y están prácticamente recién graduados.
“Con esos conocimientos decidimos hacer un proyecto en el que ellos mismos (comunidad) sean los que decidan, en la línea del cine, qué es lo que quieren hacer, entonces, como PlanT va ligado al tema de la resiliencia y pues como ellos (Consejería, USAID y ACDI/VOCA) tienen unos criterios, tocaba saber a cuál se aplicaba porque Gramalote no es zona roja como el Catatumbo, pero aplicábamos en otras cosas como la falta de oportunidades en lo rural”, añadió la comunicadora social y popular.
Así nació el ‘Cine Resiliente en Gramalote’ que de la mano de la Escuela Rural de Comunicación Popular, un colectivo del que hacen parte 10 niñas de la zona rural de ese municipio, se fortaleció la idea y se le añadió el enfoque de género en el que la muestra final fue un cortometraje llamado ‘Los sueños si se cumplen’.
Este producto fue hecho por las mismas niñas quienes recibieron talleres de escritura, de socialización, les enseñaron de planos, les enseñaron de cine, cómo lo pueden hacer, la edición, mejor dicho, conceptos básicos y ya después ellas empezaron a tener las ideas, escribieron el guion e hicieron el rodaje por completo.
Sobre el cortometraje, Angie Rodríguez, líder de la Escuela Rural de Comunicación Popular y tallerista de los Comunicadores Populares de Gramalote, destacó que el trabajo con las niñas fue dedicado a resaltar que, a pesar de las adversidades, siempre se puede salir adelante, que los sueños sí se cumplen porque el que persevera alcanza.
“Esta experiencia ha sido muy enriquecedora, porque estamos mostrando que las niñas, los niños y adolescentes del área rural también tienen capacidades, que a través de la comunicación pueden mostrar todo lo bonito que hay en nuestro territorio, que ellos también tienen talento y por eso merecen la oportunidad de demostrarlo mediante el cine y construir comunidad a través de la comunicación”, sentenció Rodríguez
Los comunicadores populares también han escrito dos libros, el de la primera generación es de crónicas y se llama ‘A Gramalote no se va, se vuelve’ y el de la segunda generación, ‘A puño y letra’. Además, apoyan eventos en el municipio, trabajo voluntario que los llena.
“Nosotros le apostamos mucho al trabajo cultural, como joven gramalotera me siento orgullosa, porque inicialmente teníamos muy pocas oportunidades, lamentablemente sufrimos la destrucción de nuestro casco urbano, pero eso nos dejó algo positivo, que fue abrirnos los ojos a los jóvenes.
“El hecho de no tener a Gramalote y sentirnos aislados y sentir que por dos años no se sabía nada del pueblo, no se sabía qué pasaba, nadie decía nada cuando inicialmente habían dicho que se iba a reconstruir y de ahí buscar esa oportunidad de participar, de querer que nos escucharan, de decir y cuestionar lo que pasa, eso nos abrió los ojos y nos impulsó a nosotros mismos a buscar nuestras oportunidades”, manifestó Ramírez.
Los comunicadores destacan el trabajo tan gratificante que han construido y desarrollado estos años y todo lo que viene en el futuro para mantenerlos unidos como jóvenes gramaloteros.
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