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Región
Aumentan los damnificados por las lluvias
Familias de los cuatro municipios afectados están abandonando sus hogares por miedo a una tragedia.
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Helena Sánchez
Domingo, 28 de Junio de 2015

Aunque siguen siendo cuatro los municipios en alerta por la lluvia que en algunas zonas lleva un mes, los damnificados— tal como se previó esta semana por parte de los alcaldes de Chitagá, Toledo, Labateca y Cácota— son más.

Según el alcalde de Toledo, Yorjan Triana, en su pueblo hace cinco días se contabilizaron 373 familias afectadas, pero luego de otro torrencial aguacero el viernes, siete viviendas sucumbieron ante un derrumbe que las aplastó en Alto del Loro.

“Probablemente, habría dos casas más afectadas, pero la dificultad de acceso al terreno nos hizo imposible subir de inmediato”, dijo. “Es decir, que tendríamos 382 familias perjudicadas, y pasamos de 20 a 29 viviendas colapsadas, pero el censo final se dará en las próximas horas, cuando la Defensa Civil de nuestro municipio acceda al terreno”.

Para ello, esta semana se organizarán tres grupos de atención con la Defensa Civil, los presidentes de junta y la inspección de policía para ir a las tres veredas que faltan por censar, como San Alberto, que queda a ocho horas caminando.

Los campesinos del corregimiento de San Bernardo de Bata son los más damnificados por las lluvias, debido a que los deslizamientos de tierra hicieron desaparecer la carretera que conecta con el caserío. (Foto Juan Pablo Bayona)

 

Según los cálculos de Triana, si se tiene en cuenta que hay 52 veredas afectadas, se estima que 70 por ciento de la parte rural ha resultado perjudicada con esta temporada de lluvias.

En relación con los perjuicios en el casco urbano de Toledo, el mandatario informó que hay unas 3 viviendas afectadas y que en las afueras del mismo colapsó un talud.

“Se iba a caer el paredón de una vivienda, pero ya se hizo la visita y se construirán los respectivos gaviones para solucionar el tema”, comentó. “Gracias a Dios no ha pasado nada ahí, pero sí me preocupa que hay cuatro derrumbes grandes en la vía, uno en especial en Tierra Amarilla donde la banca no resistirá mucho más”.

En este sentido, dijo que solicitará a la gobernación y a las entidades competentes que faciliten maquinaria para evitar nuevos inconvenientes en la movilidad y posibles accidentes.

De otra parte, agregó que hay tres escuelas afectadas y que en el corregimiento de Gibraltar está en riesgo el puesto de salud por un paredón de la parte trasera de la infraestructura.

Cácota y Chitagá

El sábado en la noche, el temor de Chitagá se hizo terror: no había ni luz ni señal de telefonía celular, y deslizamientos en la vía hicieron creer que estaban destinados para un desastre.

Hugo Peña, vocero de la colonia chitaguense en Cúcuta, dijo que el fin de semana se desbordaron las quebradas La Viuda y El Arpero, y la gente salió corriendo a buscar refugio.

Así amaneció ayer la vía que conduce a la vereda Ícota en el Duraznero, municipio de Cácota. Los deslizamientos de tierra continúan reportándose, dijeron finqueros de la zona. (Foto Helena Sánchez)

“Pedimos a la gobernación que se despeje la vía Pamplona-Chitagá, porque es la única que permite la evacuación de la gente, y en se tramo hay siete derrumbes”, dijo. “Si no se limpia la carretera, la gente no va a tener por dónde salir, y es todo el pueblo, más de 2 mil familias, en riesgo”.

Peña, alterado, desconocía la suerte de su pueblo, y contó que el sábado la gente se reunió en el parque y la casa cural, temiendo lo peor.

“Nos preocupa la acumulación de agua en la parte de encima de Chitagá, en el monte del Gallo, porque si eso pasa se podría desplazar todo el pueblo y no se salvaría nada”, agregó, e insistió en que por esta razón se debería dar paso por la vía principal.

Norela Arenas, coordinadora del Consejo Departamental de Gestión del Riesgo, viajó ayer a la zona, e incluso tuvo que hacer frente a la dificultad del paso por Pamplona e ingresar por Silos para entrar al lugar.

Según dijo, el servicio de energía eléctrica fue restablecido ayer y el Invías desplazó maquinaria para habilitar algunos espacios para permitir el acceso.

También, la funcionaria, su equipo y personal de la Defensa Civil llevaron ayuda humanitaria a las 20 familias que fueron evacuadas preventivamente.

En el caso de Cácota, el alcalde Ledin Gauta, dio a conocer que se vivió una situación similar a la de Chitagá: sin luz y sin señal del celular.

Sin embargo, señaló que la vía de acceso ya fue habilitada, y aunque hay bastantes deslizamientos el paso estaba garantizado (al menos hasta ayer).

Aun así, dijo estar preocupado por los problemas con el acueducto dado que el abastecimiento ha sido escaso y ha tenido que acudir a reservorios de fincas cercanas a la planta de tratamiento de agua para abastecerla y brindar el preciado líquido.

En relación con los damnificados, dijo que de 15 familias afectadas el viernes, ayer ya se tenía el censo con 70, es decir, un 10 por ciento del total de los hogares cacoteños.

Entretanto, en  Labateca oficialmente se mantiene el registro de las 42 familias afectadas, aunque según un reporte de la sala situacional del municipio, hubo que reubicar a cinco familias por el riesgo inminente de desplome de sus viviendas.

Hasta ahí llega La Soberanía...

Por la parte alta del derrumbe que hizo colapsar lo poco que había de la vía de La Soberanía baja cuidadosamente un grupo de indios u’wa. Su líder, Miguel Serrano, dice que nunca antes había visto tales problemas en el tiempo que lleva viajando permanentemente desde Samoré hacia Toledo. Tampoco había gastado tantas horas caminando y no recuerda haber embarrado tanto sus zapatos.

“Es la madre naturaleza que se está cobrando…”, dice a los colonos que se encuentran con él. Levanta los hombros y ladea la cabeza un poco, como queriendo decir que algo se había advertido y que ahora es cuestión de resignarse a vivir con esto.

Comenta que sus ancestros le han enseñado a proteger y a cuidar lo que existe, pero que las “multinacionales no hacen sino sacar y sacar de la tierra”, y ahí están las consecuencias.

El alcalde de Toledo, Yorjan Triana, sonríe y dice “mire, esa es la vía de La Soberanía”. Él ha andado ya muchos kilómetros a paso demasiado veloz para poder alcanzarlo, y conoce el estado real de la misma.

En los últimos días, no ha hecho más que caminar largos trayectos, que alcanzan a superar los cinco kilómetros –solo de ida- entre Toledo y San Bernardo de Batá.

“Llevo cuatro semanas andando por todas partes. Usted me vio, con botas de caucho, sin ver ni mujer, ni nietos, ni hijos”, comenta.

Ha de ser la experiencia de andar entre el barro que los toledanos ya no resbalan, no se hunden en el espesísimo lodo, ni temen rozar las enormes retroexcavadoras. El único miedo es que llegue la noche, con todo y nubes para escuchar cómo se destroza la tierra.

“La otra noche, se escuchó esa tronera y los vecinos se levantaron a medianoche pensando que se me había caído la casa”, comentó Alicia Velandia. A la casa de esta mujer, que vive en San Bernardo de Batá, se le fueron las bases y tiene enormes grietas en la habitación principal en la que dormía con su hija.

Por temor, solo se cambiaron de alcoba, pero si no le ofrecen dónde vivir, tendrá que permanecer allí esperando lo que haya que esperar.

Uno de los miembros de la Defensa Civil cuenta que el desastre en este hogar se acentuó en las dos últimas semanas y aunque la recomendación es la evacuación inmediata, Alicia se resiste a abandonar la casa que ocupa desde hace 37 años.

También cuenta que desde la última vez que se vio un vehículo grande por la zona, fue hace más de tres semanas, por la imposibilidad de paso por la famosa vía.

“Ahora les toca dar la vuelta por Málaga, y llegar hasta Boyacá y eso gastan más de un día de camino”, dijo.

Según se comenta, cuando se vino abajo parte de la vía, justo a la entrada de San Bernardo, se alcanzaba a hacer trasbordo de lo que sea que llevaran los camiones, y que se cobraban entre 600 mil pesos y un millón para tal fin. Aunque la cifra puede parecer alta, es mucho menos de lo que hoy gastan los transportadores viajando por el interior del país, para llegar hasta Pamplona, Cúcuta y otros departamentos del norte.

Los más pesimistas dicen que esta es más ‘la trocha de la tiranía’, y que “tardarán más de dos años arreglando esto… Si no han podido con Gramalote, hasta aquí nos llegó La Soberanía”

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