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Quien siembra vientos, recoge tempestades
Las revoluciones se producen, generalmente, en los callejones sin salida, Bertholt Brecht.
Viernes, 1 de Noviembre de 2013
Las revoluciones se producen, generalmente, en los callejones sin salida, Bertholt Brecht.

Cada día los cucuteños de bien nos sentimos más asfixiados. Más maltratados. Más perseguidos. Más degradados. Más asustados. Lo menos que los lugareños podemos pedir, es que nuestros voceros, gobernadores, alcaldes, senadores, representantes, diputados y concejales estén con nosotros. Que estén contra nuestros enemigos. Que si no quieren ser carne  de cañón como somos los del común, que sean al menos cañón de balas de salva, que a  ahuyenten a los lobos y que con su presencia disuadan a los malos.

Cada día los problemas regionales nos encierran entre los tres muros agobiantes: la violencia, la injusticia y la impunidad. Nadie apacigua, Nadie Juzga e iguala, Nadie castiga. La boca de la salida escasamente contiene la conformidad, por los prejuicios derivados de la fe, que es como el opio del que hablara Marx. Pero la Boca de la salida puede desbordarse y hacerse incontrolable.

Muchas semanas hemos repetido que nunca es tarde para comenzar. Así que nuestros voceros, equivocados o indolentes pueden iniciar acciones para reivindicar esta comunidad que todo les ha dado. Y es urgente la convocatoria, porque se están dando los síntomas de la fatiga de la masa. Como ya no se siente la clase dirigente, la clase subalterna si logra aportar soluciones concretas a los problemas irresolutos, como decía Gramsci, la suplantará lo cual sería sensato. ¿O, no?  

Síntomas de fatiga, como la insolidaridad de esa clase dirigente regional, demasiado notoria en lo últimos días. Nadie Reacciona y la indolencia nos posee. Sí, en los últimos días se golpeó a los campesinos del Norte de Santander y no hubo sino una manifestación de solidaridad: la del señor Gobernador. En la mesa anterior y posterior solo ha aparecido la solidaridad de los fuereños. Solidaridad  de expresidentes de la República, de senadores de otras regiones y de los partidos de oposición, pero ninguno de los nuestros. De los representantes a la Cámara de las diferentes regiones del país, menos de los nuestros.

En los últimos días se amenaza, se atemoriza y se le agrede a los columnistas y a los radio periodistas de la región y no hay una sola voz del estamento oficial que exprese solidaridad y protección, no obstante ser los titulares del monopolio de la fuerza. La fatiga social se expande y cunde la desmoralización colectiva, cuando desaparece incluso la solidaridad de cuerpo de las profesiones. Ni el Colegio de Periodistas, ni el de los colegas de los medios produce un susurro, un murmullo y menos un grito. ¿Qué nos estará sucediendo? ¿Con estos ejemplos, cómo puede invitarse a los médicos que por un mandato y una reforma equivocada los reduce a lumpen social, sin modo de invitarlos a la protesta, porque se destruyó la solidaridad? ¿Cómo invitar a los abogados a luchar para restablecer la justicia, que es distinta a la que nos está degradando, si la solidaridad la destruyó la exclusión que imponen los privilegiados? ¿Cómo invitar a la reivindicación de la dignidad de los trabajadores, si la solidaridad sindical s
e autodestruyó con la ayuda del Estado?

Esta columna, puede ser solo una voz en el desierto, pero así con todos los temores, es la expresión de solidaridad y lealtad con un librepensador amigo como es Renson Said Sepúlveda. De protesta contra la ordinariez y la vulgaridad de los métodos atemorizantes, contra la indolencia de nuestros voceros elegidos para guardar silencio, contra los poderes estatales que no solo estimulan el acallamiento de las voces disidentes y contra los que sembrando vientos con locuacidad irresponsables, comienzan a cosechar sus tempestades.

Lo menos que esperamos del señor Gobernador, del señor Alcalde de Cúcuta, de nuestros senadores, de nuestros representantes a la Cámara, de nuestros diputados a la Asamblea y de nuestros concejales de Cúcuta, es el rechazo público a los excesos de intimidación de que fue víctima nuestro columnista.


   
                                                                                                                
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