Cuando era cachorra, Frida, una tigresa de bengala, vivía encadenada en un estacionamiento y apenas se arrastraba. Ahora se contonea majestuosa en una reserva ecológica de México, hogar de animales rescatados tras ser adquiridos como mascotas o que estaban en poder de criminales.
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Rico en biodiversidad, México no escapa al tráfico de fauna exótica que compran familias, comerciantes y hasta narcotraficantes, como en su momento se supo del excapo Joaquín "El Chapo" Guzmán, caído en desgracia y hoy preso en Estados Unidos.
"Hay muchas aves exóticas, como guacamayas o loros, reptiles, muchos primates y felinos mayores; es lo que más hemos detectado que tiene la gente", dice a la AFP Lucio García Gil, jefe de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) en la zona metropolitana de Ciudad de México.
Anualmente, en la megaurbe se decomisan entre 150 y 200 animales exóticos, incluidos grandes felinos: en 2021 fueron rescataron dos de estos ejemplares, y este año, cuatro, incluido un cachorro de león.
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El precio de tigres o leones en el mercado ilegal es semejante al de un perro de raza, pues a los traficantes les urge, cuando son cachorros, "mover la mercancía", explica García Gil. Los venden entre 1.000 y 5.000 dólares.