Los departamentos de Norte de Santander y Santander tienen muchas cosas en común. Comparten territorios, entre ellos grandes extensiones de páramos que suministran agua a las capitales, poblaciones intermedias, caseríos y zonas rurales.
Los dos hacen parte del ‘Nudo de Santurbán’ con una extensión de 142.000 hectáreas, en donde el 72% le corresponde a Norte de Santander y el 28% a Santander. Al igual que tiene límites con el páramo de Almorzadero, ocupando Santander la mayoría con 108.308 hectáreas y Norte de Santander posee 48.244 hectáreas de territorio de alta montaña andina.
Al considerarlos sistemas ambientales productores de agua, oxígeno, flora y de especies animales las comunidades se han convertido en defensoras para que no sean tocados por las multinacionales explotadoras de minerales preciosos, entre ellos el oro.
Entre las iniciativas para proteger las zonas que han sido devastadas por incendios o maltratadas por las actividades agrícolas o pecuarias figura una del el Ejército Nacional, a través del Batallón de Infantería N° 13 General Custodio García Rovira, con sede en Pamplona, que implementó un vivero para germinar semillas de frailejones.
El proyecto se desarrolla en la base militar de Cerro Oriente, localizado a 3.520 metros sobre el nivel del mar, sitio que por sus condiciones climáticas es apto para que empiecen a germinar las plántulas.
Al frente de la iniciativa está el comandante del Batallón, coronel Juan Carlos Suárez, quien con su equipo ambiental y ecológico tiene la intención de empezar a restaurar las zonas que han sido intervenidas por fenómenos naturales o provocados por la acción de los seres humanos.
Para el líder del proceso, el cabo primero del Ejército, Edwin Agredo Parra, el vivero de frailejones es el primero que se adelanta en Norte de Santander y fue concebido para empezar a poblar con nuevas especies el páramo de Santurbán.
“Nosotros como Ejército Nacional tenemos el compromiso, al igual que las comunidades, de hacer acciones que permitan que estos sistemas naturales se conserven para las futuras generaciones de colombianos”, sostuvo.
El suboficial manifestó que el frailejón es una especie compleja de producirse y de propagarse en sus entornos de alta montaña.
Es por eso que con los compañeros soldados que han sido capacitados en esos temas ambientales, hacen la recolecta de las semillas en la misma fuente o plantas floridas.
Después de efectuar los procesos de desgrane, limpieza y selección proceden a sembrar las semillas en un ambiente que simula el natural y que contiene los mismos componentes o sustratos del suelo.
A partir de esa etapa empiezan los cuidados, análisis y demás procesos para que se produzca la germinación de la mayor cantidad de plántulas.
“En estos momentos tenemos un aproximado a los 2.000 frailejones que están en etapa de germinación. Es un proceso que puede durar ocho meses y después se necesitan dos años para llevarlos al terreno”, dijo.
El uniformado recordó que una planta de frailejón crece un centímetro al año por lo que hace complejo la reproducción y hay que evitar que se sigan aplicando prácticas que atenten contra la estabilidad del ecosistema.
El ambientalista y diputado pamplonés, Jhon Ortega Jácome, quien hace parte de los benefactores del proyecto, junto con otras entidades de la región, manifestó que es un compromiso de todos los estamentos sociales para que con estas acciones contribuyan al repoblamiento de Santurbán con especies nativas como el frailejón.
Opciones
La idea de fundamentar un vivero con especies nativas, surgió al ver como se quemaron miles de esas plantas en el incendio que se produjo en febrero de 2021 en zona rural de Arboledas (Norte de Santander).
El fuego se extendió hasta llegar al corregimiento de El Mohán, comprensión de Suratá (Santander).
De acuerdo con los informes de la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor), organismos de socorro, la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB) y del Ministerio de Medio Ambiente las llamas consumieron 800 hectáreas de vegetación.
Ante la necesidad de empezar un plan de restauración de las zonas afectadas, el Ejército le apunta a este propósito siguiendo las directrices del Ministerio de Medio Ambiente con la creación del vivero de alta montaña o de páramo.
También la iniciativa se extenderá a otras zonas que requieran de la restauración de los ecosistemas considerados los mayores productores de agua que surten los Santanderes.
Lo biológico
Para el biólogo, docente y director del Herbario Regional Catatumbo-Sarare de la Universidad de Pamplona, Luis Roberto Sánchez Montaño, la creación del vivero en la Base Militar de Oriente es una oportunidad para que la región oriental de Colombia se den acciones y herramientas que faciliten la restauración, recuperación y resiembra de plantas de páramo.
El profesional considera que los viveros de alta montaña son escasos, teniendo en cuenta que las plantas son difíciles de adaptarse a otras condiciones climáticas.
Es por eso que el proyecto se constituye en una alternativa para empezar a reproducir las plantas en los mismos ecosistemas.
Para el biólogo, los frailejones son especies que dadas las bajas temperaturas tienen procesos lentos de germinación y desarrollo.
En el primer proceso las semillas tardan entre seis y ocho meses para germinar, creciendo un centímetro al año.
Sobre el papel que desempeñan en los ecosistemas, dijo que inciden en los procesos ecológicos de regulación y captura hídrica que van depositando en el suelo, permitiendo la regulación de nacimientos y caudales.
Alimentan a su vez insectos y organismos pequeños propios de esas regiones de más de 3.500 metros sobre el nivel del mar.
En cuanto al estado actual del páramo de Santurbán el investigador universitario explicó que algunos sectores de Santander y Norte de Santander están muy deteriorados o compactados por la acción de la agricultura y ganadería.
Para empezar a recuperar y restaurar las zonas afectadas por diferentes circunstancias, afirmó que se constituye en un trabajo dispendioso que requiere de programas que cuenten con el respaldo gubernamental, privado y de las mismas comunidades de las áreas de influencia de los ecosistemas de alta montaña.
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