Solo con una estrategia común, concertada y conversada entre Colombia y Venezuela, y bajándole el tono a la confrontación diplomática que persiste desde hace ya algunos años entre Bogotá y Caracas, será posible controlar la situación de violencia que día a día se agudiza en la frontera que comunica a Norte de Santander con el vecino país.
Así lo planteó el analista político, escritor y director de la Fundación Paz y Reconciliación, León Valencia, quien fue invitado esta semana a compartir una charla exclusiva con los suscriptores de La Opinión sobre la radiografía del conflicto armado en el departamento, en el espacio denominado ‘60 minutos con…’.
Para Valencia, el rompimiento de las relaciones entre el gobierno de Iván Duque y el de Nicolás Maduro le hace mucho daño a esta zona de frontera, pues los principales beneficiados de que hoy no existan canales de comunicación ni de cooperación entre ambas naciones son los grupos armados ilegales, que día a día se fortalecen y ejercen un mayor control de los pasos ilegales.
“A nosotros nos llama mucho la atención que esta es una frontera de nadie, donde los ilegales se mueven a sus anchas y entre más conflicto haya entre Caracas y Bogotá, más crecen estos grupos, más se apoderan de las regiones y a quienes les toca sufrir los embates es a los gobiernos locales”, dijo el invitado, quien es conocido en el país por su amplia experiencia en los temas relacionados con el conflicto armado.
Desde su punto de vista, la única forma de hacerle frente al escalamiento de la violencia en la zona de frontera entre Colombia y Venezuela es logrando un acercamiento pronto entre los dos países, con gran presencia y ayuda internacional, así como un mayor protagonismo de los gobiernos locales, “en una unidad para entender esos conflictos en la zona”.
“La solución en la frontera no depende de los que la sufren, de los gobiernos fronterizos, depende mucho de la relación entre Bogotá y Caracas y de procesos más complejos como un acuerdo de paz. En realidad, uno diría que la tranquilidad de la frontera pasa por un acuerdo de paz con el Eln”, sostuvo Valencia, quien durante una hora compartió con los suscriptores varias de sus experiencias y anécdotas en el cubrimiento y estudio del conflicto colombiano, además de responder las preguntas de los participantes.
La dura realidad de la frontera
León Valencia recordó que, por años, ha habido maniobras “totalmente oscuras” en el manejo económico de lado y lado de la frontera que han hecho que los grupos armados ilegales saquen provecho, se consoliden y también sean cada vez más.
“De los 28 grupos que hay en la frontera, porque en 2018 se llegó a ese tope, 13 son trasnacionales. Están los mexicanos, los pranes de Venezuela, que llegan hasta este lado de la frontera; están también los grupos brasileños, gente de Perú, y así, varias organizaciones más”, manifestó.
Valencia señaló que a todo esto se le sumó también el hecho de que, tras la firma del Acuerdo de Paz de La Habana, en esta zona de frontera los exintegrantes de la guerrilla de las Farc fueron los que menos estuvieron comprometidos con el tránsito a la legalidad.
“Las disidencias en estos territorios son muy grandes, prácticamente estructuras enteras que no aceptaron el acuerdo y se quedaron por fuera. Ahora esto fue reforzado por la llegada de Iván Márquez, de Santrich y esas disidencias”, dijo.
El director de la Fundación Paz y Reconciliación admitió, igualmente, que tras el proceso de paz con las Farc, el Eln ha crecido enormemente en esta zona de frontera.
“Está tramitando sus cosas internas de manera bien, le está ganando la pelea al Clan del Golfo de una manera impresionante y a las mismas disidencias. Empezó una ofensiva el año pasado sobre estos grupos y los ha ido arrinconando y ya les ha quitado el control de muchas partes en Cúcuta”, sostuvo.
Al ser consultado sobre cuáles son las razones que han llevado al Eln a hacerse tan fuerte en la frontera, León Valencia aseguró que, sin duda, ha tenido un gran peso no solo en Norte de Santander sino también en Arauca y Santander, el hecho de que esta fue la zona donde nació esta organización insurgente, de la cual él también hizo parte en algún momento.
En ese sentido, el analista consideró que durante muchos años ha habido una especie de “arraigo social” por parte de este grupo, en la medida que, ante el abandono estatal en regiones como el Catatumbo, el Eln suplió de una u otra forma el vacío del Estado en términos de salud, trabajo, entre otros renglones.
Violencia en Tibú
Sobre el aumento de los homicidios de mujeres en Tibú, el analista señaló que todo ciclo de violencia es más degradado que el anterior y que es una realidad que los grupos armados van empeorando su estrategia.
“La forma de reclutar se vuelve más laxa, no hay reglamentos, entra una cantidad de gente que quiere es venganzas, que va a resolver problemas personales; gente en valores éticos muy perdidos. Esto que pasa en Tibú está pasando en muchos lugares; en Urabá, por ejemplo, están esclavizando sexualmente a indígenas, lo cual es muy triste. Entonces, todos estos grupos se van es degradando”, explicó.
Y dijo que, si bien es una realidad innegable la amistad entre el Eln y Venezuela, hoy no se puede hablar todavía de una guerrilla binacional. “Hay muchas exageraciones y con un sentido político determinado”, opinó.
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