Un poco encorvada, con guantes negros, collar de perlas y vestido amarillo intenso, del mismo color de su sombrero, apareció María Cristina Carvajal Ángel ante un grupo que la esperaba con ansias en predios del Club Tennis.
Su parecido con la Reina Isabel II de Inglaterra era inconfundible. Sus compañeros de gimnasia le hicieron reverencia para darle la bienvenida a la fiesta de Halloween que se programa tres días antes del 31 para evitar las consabidas aglomeraciones.

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El jueves madrugó más de costumbre, más exactamente a las 4:00, para iniciar el ritual de la encarnación del personaje. Aunque con la Reina Isabel solo se echó un poco de polvo blanco en el rostro, pintó los labios de rojo carmesí, reforzó sus pestañas para darles el toque canoso y se enfundó en el abrigo que la acreditaría como la monarca ante los ojos de los cucuteños que se han acostumbrado a verla para esta fecha metiéndose en el cuerpo de personajes icónicos de talla local, nacional o internacional. Esa idea  surgió en el 2014 cuando la invitaron a una fiesta de disfraz y se le ocurrió vestirse de Venecia, con máscara, capas y empezaron a preguntarle por su indumentaria y a motivarla hasta que ese mismo año, institucionalizó la disfrazada para Halloween.

Inició con el ícono de Nueva York: La Estatua de la Libertad. El disfraz Le quedó fácil pedírselo prestado a su hija que vivía en Bogotá.

Sin embargo, en el 2015, quiso representar un personaje de la ciudad y quién mejor que la recordada loca Elisa. Y para lograr el doble exacto se fue hasta el negocio de Enrique Serrano Rey a observar los detalles de una sesión de fotografías que reposaban en su estudio.

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María Cristina le pidió a la modista que le confeccionara el vestido azul con las enaguas de encaje. Compró los aretes grandes, las manillas, los collares y desordenó su cabello. Pero durante todo el día asumió la actitud del querido personaje que recorría las calles, entraba a los almacenes a pedir y no era agresiva con nadie. 
 

En el 2016 se inspiró en la Guarachera de Cuba, Celia Cruz. Alquiló la peluca, el vestido y para ensanchar sus caderas se metió un par de pañales desechables. La magia del rostro la logró su maquilladora de cabecera Sonia Cárdenas Chacón.

En el Club Tennis armó el carnaval con su desbordada alegría. Al año siguiente se concentró en la madre Teresa de Calcuta y  se trasladó hasta la congregación de las Misioneras de la Caridad para descifrar el vestuario.

Le tocó decir una mentira piadosa, que se trataba de una nieta que iba a tomar la primera comunión con el sari. La enviaron donde la modista y compró diez metros de tela velino, porque es una sola pieza que se enrolla alrededor de la cintura, con un extremo pasando por sobre el hombro y dándole forma en la cabeza. Lo mandó a estampar y compró el Cristo y las sandalias.

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En el 2018 se metió en la piel de la mítica actriz, modelo y cantante estadounidense Marilyn Monroe y para ello viajó a Miami a comprar el afamado vestido blanco, en un almacén de la calle ocho. Y consiguió también la estola de plumas, los guantes, la peluca y el labial rojo intenso.

En el 2019 personificó a Cruella de Vil, la villana de los 101 Dálmatas. También compró en Miami el vestido y la peluca. Pero a ‘Lucía’, la perra, se la prestó una vecina después de madrugar más de una semana para que se acostumbrara a salir con ella.

Y por la pandemia, el año pasado no se disfrazó a pesar de tener una lista de personajes icónicos, que como reitera, lo importante es estudiarlos y asumirlos con actitud y todos los detalles para que la gente los identifiquen apenas la vean. 

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