Los motores de las máquinas ‘rugen’  de manera incesante. Las operarias no dan tregua a urdir, unir, soltar, meter, cortar, pegar, en fin, lo que el cliente exija para cada prenda de vestir que quiera recuperar “porque aún está como nueva”. Y detrás de ese bullicio que producen, además de las máquinas de coser, las tijeras, está Elsa Moreno, quien se desplaza con facilidad en su silla de ruedas por el taller ubicado en la avenida Guaimaral y que bautizó ‘Clínica de la ropa Estelita’. En efecto es una verdadera clínica porque se le practica ‘cirugía’ a un pantalón, blusa, traje, falda, camisa, lo que requiera la prenda de vestir.

Ella atiende a quien vaya llegando porque, además de administrar el negocio, es la encargada de tomar las medidas, anotar los desperfectos y vigilar que cada puntada sea la correcta para complacer a la innumerable clientela.

Ese taller lo abrió con su esposo, también en silla de ruedas, porque desde que se conocieron no se dejaron intimar por su condición de discapacidad física. Se animaron porque Álvaro Rodríguez era sastre, antes de que lo afectara la hernia discal, y Estela Moreno, le pareció ideal unir esfuerzos para trabajar, así ella no supiera ni pegar un botón.

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Estela nunca supo lo que era caminar. La poliomielitis se lo impidió desde muy niña y esa condición fortaleció su mente y lo repite, una y tres veces en alta voz: “la discapacidad está es en la mente” y lo ha demostrado desde que vendía boletas para rifas en las calles de Cúcuta antes de conocer a su fiel pareja que falleció, precisamente hace quince meses contagiado por la COVID-19.

No está afiliada a ninguna asociación. Se ha valido por sí misma. Estudió hasta primero de bachillerato, pero quiere ser ejemplo a “la juventud de hoy que busca lo fácil, quiere vivir del Tik Tok y no aprovechan su condición física”

En la ‘clínica de la ropa’ le da trabajo a  dos operarias y a un joven que hace las veces de ‘patinador’. Sin embargo, resalta el apoyo de Pastora Calderón en el taller después de quedar sin su parejo, con quien llevaba trece años de casados y habían formalizado su hogar en el barrio Motilones, donde adquirieron su casa con el Fondo Nacional del Ahorro.

El taller es en alquiler y asegura que ese sector es bendito, porque a pesar de existir muchas ‘clínicas de la ropa’ a ella nunca le falta la clientela. Llega a las 6:00 de la mañana en su cuatrimoto, hace aseo y alista todo para cuando lleguen las operarias para empezar la faena que termina a las 6:00 de la tarde.

Además mantiene un convenido con una empresa en Bucaramanga para tinturar las prendas que de tanto uso se descolorizan o simplemente “porque quieren cambiarle el tono a un pantalón o camisa”.

Pero así como Estela Moreno le ha sacado el quite a su condición de discapacidad existen muchos otros ejemplos de superación en la ciudad y el departamento como es el caso del gimnasta Jesús Romero, quien después de aquel nefasto 12 de marzo de 2002 cuando entrenaba en el Centro de Alto Rendimiento de Bogotá y perfeccionaba un ejercicio para participar en los Juegos Suramericanos que se iban a celebrar en Bogotá quedó en silla de ruedas.

Hoy es el Consejero para la población con discapacidad del departamento.  O María José Vejar, quien se convirtió en creador digital “mi silla es un cohete’ y al terminar su bachillerato voló a Bogotá a estudiar Psicología. En su Instagram tiene más de seis mil seguidores y aprovecha para escribir mensajes como: “Tener una discapacidad me enseña constantemente a ser valiente”. “Alguna vez pensé que por tener una discapacidad no podría estudiar en la universidad de mis sueños....ahora estoy en Bogotá”.

Jorge Eliécer Soto Maldonado es un Ingeniero Agrónomo que hace  43 años sufrió un accidente de tránsito cuando venía de Salazar de las Palmas y quedó en condición de discapacidad física.

Sin embargo, no se ha quedado quieto en su silla y desde el 2000 empezó a ocupar cargos.
Se desempeñó como gerente de  Aseoriente. S.A.E.S.P  entre el 2000 y 2004; fue integrante del Consejo Territorial de Planeación en representación del Sector Social 2008-2015.

Hace parte  del consejo directivo de Corponor desde 2004, en representación de las Ongs ambientales. Perteneció a  la  junta directiva de la E.S.E. Centro de Rehabilitación Cardioneuromuscular de Norte de Santander 2012-2015 y del  Consejo Territorial de Planeación en representación del sector ecológico del 2021-2023. En la actualidad es el representante legal de la Asociación de Personas con Diversidad Funcional (ASOPDF) desde donde lidera su lucha para visibilizar a unos 140 afiliados. De ese total afirma que solo unas cinco personas están laborando como debe ser. Argumenta que se ha cansado de enviar oficios a todas las oficinas y administraciones para tratar de mejorar el entorno de personas como él que se mantienen en una silla de ruedas, pero que aún pueden desempeñar cualquier oficio, o cargos.

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En oficios que ha enviado a distintas instancias recuerda que “en el país esta población sobrepasa los 10.000.000 de personas, y en Cúcuta unas 15.000, población que tiende a crecer como consecuencia de la accidentalidad generada por el mal uso de la moto como medio de transporte”. "Es necesario y de carácter urgente  la caracterización de la población en condición de discapacidad que indique: ¿cuántos somos?, ¿dónde estamos residenciados? ¿En qué condiciones de vida? ¿Cuáles son nuestras necesidades a nivel de: salud, movilidad, educación, formación profesional, empleo,….?, dando cumplimiento al formato del Ministerio de la Protección social sobre localización y caracterización de la población con discapacidad".

Cifras

De acuerdo con el Registro de Localización y Caracterización de Personas con Discapacidad se estima que, a noviembre 2020 en Cúcuta, cerca de 5.971 mil personas activas presentaba alguna discapacidad. El 25% de la población con discapacidad manifestó encontrarse trabajando o desarrollando actividades de autoconsumo. El tipo de actividad económica en la que se desempeñan son: industria, comercio, agrícola, pecuaria, servicios, entre otras.

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La consecuencia de la discapacidad detectada por la oficina de Bienestar Social de Cúcuta es por enfermedad general y condiciones de salud de la madre durante el embarazo.
Mientras que la Asociación de Personas con Diversidad Funcional advierte en un documento enviado al Congreso que

“A pesar de los beneficios tributarios que el Estado ofrece a las empresas para que abran sus puertas, la gran mayoría no colabora con la incorporación de esta población porque mantienen criterios equivocados, como creer que  no van a ser capaces de desarrollar las actividades que les asignen, o que tienen que hacer una inversión significativa para adecuarles su sitio de trabajo y ven la condición de discapacidad como una enfermedad”. 

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