“Cuando eso, era peluquera en un salón y salí como a eso de las 10:00 de la noche, cuando me encontré con una compañera que venía llorando, la abordé y me contó de los asesinatos, lo primero que hice fue mirar hacia atrás, porque el miedo me invadió y aunque quería volver a mi casa, preferí ir a la escena del crimen y ahí estaban mis compañeras tiradas en el piso, masacradas como perros, fue horrible”, recordó Valentina.
Y las cifras de esos homicidios son poco alentadoras, pues 21 mujeres trans han sido asesinadas desde 1988 hasta la fecha, en ese mismo lugar donde mataron a ‘Yesenia’, ‘Sheila’ y ‘Dani’. Ante esos crímenes, ellas decidieron unirse aún más y crearon lo que hoy llaman una familia.
En donde, según ellas, hay unos principios y valores inviolables, que cuando alguna de ellas no cumple, las demás se encargan de corregir sus comportamientos por medio del diálogo.
“Generalmente dicen que no tenemos sentimientos o que venimos de hogares disfuncionales y por eso somos así, pero nada es más alejado de la realidad, aquí todas siempre estamos pendientes de lo que pasa con nosotras, que si son abusadas o hurtadas. En algunas ocasiones nosotras mismas atrapamos al tipo que había asesinado a una compañera, no muchas veces, pero si ha pasado”, explicó la mujer trans.
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Sin embargo y pese a todo lo que han vivido, ellas no se consideran víctimas y ven como lentamente la sociedad que las rechazaba ha sido más respetuosas con sus formas de vivir en la ciudad, especialmente por el aumento de personas de la comunidad LGBTIQ+.
“Ni las instituciones, ni el gobierno ha hecho que la sociedad cambie, es la familia cucuteña, que cuando tiene a una persona de una orientación sexual distinta, empieza a conocer y vivir de cerca los problemas que tenemos, antes la gente era muy agresiva y aunque en algunos casos ese comportamiento se mantiene, ya no son todos. Además, varios líderes y lideresas han alzado la voz, y si se ha hecho un eco”, manifestó Valentina.