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Crianza respetuosa: una forma de educar sin golpes ni castigos
La implementación de la crianza respetuosa es importante pues le proporciona a los seres humanos una mejor forma de gestionar las emociones.
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Darlin Ramírez
Darlin Ramírez
Sábado, 9 de Julio de 2022

Cada día que pasa, es más común ver en redes o conocer en la vida real, a padres que ejercen la crianza respetuosa. Esta manera de educar a las niñas y niños, está tomando fuerza porque implica el mejoramiento en la gestión de emociones por parte de los pequeños y deja de lado la violencia como elemento de control. 

De acuerdo con Unicef (Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia), “educar es un proceso complejo, prolongado e intenso que requiere de habilidades y oportunidades suficientes del entorno”, por lo tanto, “la crianza requiere de una mano respetuosa, amable y amorosa y al mismo tiempo firme (no violenta), segura y confiable”. 

Para la psicóloga María Angélica Pérez, especialista en psicología clínica y desarrollo infantil y quien se ha dedicado a la atención de niñas y niños, la crianza respetuosa es una metodología para guiar a los padres de familia en todos los programas de intervención, educación y pautas de crianza para la primera infancia.

“Esta metodología se encarga de revisar el desarrollo infantil, de tener en cuenta los patrones de crianza en los niños, viéndolo desde una mirada de respeto hacia el crecimiento y el proceso madurativo de cada etapa e hito del desarrollo”, contó. 


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Lo que más llama la atención es que no se utilizan castigos, golpes ni premios para los menores, pues lo que se tiene en cuenta es el conocimiento de la infancia con la utilización de estrategias respetuosas que ayudan a abordar el proceso del crecimiento. 

“Creemos que el cerebro no comprende a través de los golpes, por el contrario, lo que hacen es indisponer a la persona, lo que hacen es activar otros recursos de afrontamiento que no queremos activar en momentos de aprendizaje, por eso todo lo vemos a través del neurodesarrollo de la infancia”, explicó la especialista. 

En la crianza respetuosa la meta no es el control, la meta es la enseñanza de habilidades que a las niñas y niños les hacen falta. Por ejemplo, no es que los niños se porten mal sino que se comportan de acuerdo a cómo se sienten dependiendo de las habilidades que tienen en el momento y con las cuales se expresan. 

Es decir, si el niño es agresivo no hay que controlarlo, sino identificar su emoción, identificar por qué le afecta tanto y encaminarlo hacia una mejor gestión de las emociones proporcionándoles esas herramientas mediante varias opciones. 


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La implementación de la crianza respetuosa es importante precisamente porque le da a los seres humanos una mejor forma de gestionar las emociones. 

“Contar con una buena gestión emocional desde que somos niños o niñas ayuda a entender que ninguna emoción es negativa, sino que todas las emociones nos ayudan a pasar por algún momento específico de la vida, nos ayudan a transitar por el malestar, a transitar por el bienestar y al final es darle sentido a la experiencia”, indicó. 

Por su parte, la crianza tradicional hace que se infrinja miedo, se amenace, se violente y se juzgue, por lo que causa afectaciones en la autoestima y en el autoconcepto de la persona y estas se reflejan al momento de enfrentar situaciones de malestar que generarán alteraciones negativas en la relación que se tiene consigo mismo. 

“Al no tener herramientas para enfrentar lo negativo, en la adultez temprana se nos empieza a dificultar la forma de enfrentar los diferentes malestares y empezamos a desarrollar trastornos de ansiedad, trastornos afectivos como la depresión, ansiedad, psicopatías, no tenemos empatía porque nos enseñaron a leer los gestos faciales y corporales, etc.”, manifestó Pérez. 


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La profesional de la salud mental compartió algunos principios de la crianza respetuosa que son: 

1. Se basa en comprender el neurodesarrollo de los niños.
2. No categoriza el compartamiento como malo o bueno, sino que entiende el contexto en el que se presenta.
3. Ayuda al niño a transformar el “error” en una oportunidad de aprendizaje. 
4. No juzga al niño, sino que lo ayudar a entender qué habilidades requiere para sobrellevar la situación. 
5. Tiene en cuenta las expectativas de los padres. 
6. Impone límites, no hay castigos, pero sí hay consecuencias de los actos. 
7. Nunca busca el sufrimiento del niño para que aprenda algo.

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