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Cúcuta
Emilio Quintero, el profesor de pintores en Cúcuta
Emilio Quintero, un consagrado pintor de Norte de Santander, que enseña a nuevos pintores

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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Jueves, 10 de Marzo de 2022

 

“Me llamo Jesús Emilio Quintero Ascanio, soy ocañero, pero vivo en Cúcuta desde los 12 años, llegué a la pintura antes de cumplir la mayoría de edad, cuando inicie de manera empírica, y ya después me inscribí en el Instituto de Bellas Artes de Norte de Santander y allí empezó toda esta historia”.


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Estas palabras son de un curtido artista plástico, quien además de tener en su haber una importante obra  que se cuenta entre las mejores de Norte de Santander, ha ido haciendo escuela por los caminos de su proceso creativo, transmitiendo los conocimientos aprendidos de sus maestros y en décadas de trabajo a sus aprendices, muchos de ellos  que  han logrado notoriedad y reconocimiento en este oficio dentro y fuera del país.

También en su generosidad y sencillez alzó y condujo la mano para que dieran sus primeras pinceladas y trazos  quienes buscaron en la pintura un espacio de evasión, para romper la soledad y el tedio, particularmente aquellas personas que al pensionarse han sentido la necesidad de darle otro sentido a sus vidas o por los beneficios que ofrece la pintura para la salud mental y física.

“A Bellas Artes llegué hacia 1985, allí inicié esta etapa y me hice amigo de los profesores Jorge Hernández y Rosa Julia Carrillo, Rodrigo Durán, Emiliano Villamizar quien daba diseño, y el trabajo con arcilla que dirigía Eliana  Merchán”, recuerda este artista, que está próximo a sus 60 años.

Emilio Quintero, enseña la pintura a domicilio

 

Su inclinación fue, sin titubeos, por la pintura, estudiando cinco semestres hasta completar su formación académica, aunque no era una carrera rígida y tampoco se entregaba un título como tal para la época, relata Emilio, quien confiesa que nunca lo ha necesitado, “porque en el arte un ‘cartón’ no marca la diferencia entre un buen pintor y otro que  solo garabatea”. 

En esos meses logró afianzar su amistad con maestros y compañeros,  pintando esporádicamente, porque debía combinar lo que para entonces era una afición, con los estudios de secundaria que cursaba en el Colegio Municipal de Bachillerato y el trabajo en una cristalería que el papá tenía en el antiguo mercado de La Sexta.


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Abandonó el colegio en quinto de bachillerato para ponerse al frente del negocio familiar que su progenitor montó en el barrio Sevilla, por recaer en él esa responsabilidad como hijo mayor, produciendo el dinero para sostener a todos sus hermanos.

Inició sus aprendizaje en la técnica de la pintura, la teoría del color, conocimiento de los clásicos, profundizando en el arte abstracto y figurativo que era lo que más le llamaba la atención, logrando cierta habilidad con la espátula más que con el pincel, perfeccionando esa manera de crear hasta dominarla, siendo hasta el momento lo que le ha dado mejores resultados y grandes satisfacciones. 
 

Emilio Quintero, enseña la pintura a domicilio

 

Explicando un poco la inclinación que tuvo por la pintura, Emilio recuerda que estando en el bachillerato, cuando el profesor no llegaba a dictar la clase, o en los descansos, donde la mayoría de compañeros se dedicaban a corretear o jugar fútbol, el  usaba ese tiempo para dibujar a lápiz, junto a su amigo Juan de Francisco Ortiz, con quien volvió a encontrarse en Bellas Artes,  y a quien las clases de pintura le sirvieron como base para el oficio que emprendió más tarde en la orfebrería.


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En el Instituto, que funcionaba en el barrio Latino, actual sede administrativa de la Universidad de Pamplona, se sintió a gusto porque sus maestros le dieron mucha libertad para que hiciera sus obras, al descubrir que su trazo era impresionista, muy suelto y le veían calidad, lo que lo motivó a continuar con las clases diarias, pese a que eran de seis de la tarde a 9 de la noche. 

Sin embargo por el trabajo en la tienda familiar y el colegio, no le dedicaba el tiempo suficiente a la pasión que sentía por la pintura, hasta principios de 2000 cuando decidió cumplir su sueño y dedicarse de lleno al oficio, trabajando arte abstracto, figurativo, básicamente con la espátula, que ha sido su herramienta favorita.
 
Los cuadros al principio los regalaba a  familiares y amigos, porque pintaba sin ningún interés  monetario, especialmente bodegones, como pretexto para manejar las técnicas del color y la composición, buscando que su obra “tuviera variedad dentro de la unidad, que es la fórmula para producir un buen cuadro”.

En un principio trabajó también el dibujo con tinta china, un poco del movimiento puntillista, lo que le permitió ganar mucha habilidad a la hora de hacer retratos. 

Luego vino la vinculación, cuando su obra se fue conociendo, al grupo Salvador Moreno, haciendo parte de los cerca de 30 pintores que fundaron este movimiento de las artes plásticas en la región, junto a Reinaldo Cáceres, José Neira Rey, Rincón Porras, Pepe Elías Carrillo, entre otros, años muy recordados porque tuvo la oportunidad de participar en exposiciones conjuntas. 


 

Emilio Quintero, enseña la pintura a domicilio

 

El proceso creativo 


Emilio considera que la creación pictórica tiene un porcentaje grande de trabajo material, sin desconocer que cuando se está pintando el artista se abstrae para que la pintura salga de adentro, fluya desde el alma. Lo demás es el conocimiento para buscar la textura, el contraste, el colorido, la composición y el equilibrio, características de una buena obra. 

Para eso momento creativo, el artista dice que debe estar tranquilo, equilibrado, con mucha paz, especialmente en la noche cuando la solead es su compañía y su musa.


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Eso es precisamente lo que ha venido transmitiendo en más de dos décadas a sus aprendices, para que entiendan que sin esfuerzo y trabajo no se alcanza la perfección.

Eso fue lo más importante que le inculcaron  sus profesores Rosa Julia Carrillo y José Hernández, quienes tienen el taller de pintura  ‘El Hueco’, en el barrio Popular, cerca al colegio La Salle de Cúcuta.

En ese taller fue ayudante, adelantando los cuadros que estos artistas creaban, en tareas como tensar, fondear, manchar, dejando la obra adelantada para que sus mentores le dieran las pinceladas maestras finales y los acabados de la obra.

Al lado de estas dos personas se perfeccionó en el dibujo, la parte crítica y conceptual del arte, proceso en el que contribuyó igualmente el maestro Luis Humberto Asela, “porque el arte es como una carrera de relevos, ya que un artista nuevo puede retomar lo hecho por otro artista y con esa influencia y conocimiento lo desarrolla a su manera, pero nutrido de la sabia de su mentor o maestro en lo relativo al color, la forma y la técnica”.

Emilio Quintero, enseña la pintura a domicilio

 

Una obra apreciada 

Sus cuadros están en muchos hogares de Cúcuta, Norte de Santander y otras ciudades de Colombia, incluso los que le han encargado las personas que aprecian su trabajo, además de haber sido admirada en varios salones binacionales de la frontera colombo-venezolana, en la  Cámara de Comercio de Cúcuta, y exposiciones colectivas en Bogotá, Bucaramanga, el Consulado de Colombia en Caracas y en San Cristóbal (Venezuela), con el grupo Salvador Moreno, y exposiciones anuales en La Torre del Reloj, la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero y la Casa de la Cultura de Cúcuta.

Actualmente trabaja con la arcilla, en parte como un descanso dentro de la pintura, moldeando y dando vida a objetos pequeños, con lo gratificante que es el proceso de plasticidad, lo emocionante de pintar la pieza y vitrificarla, explica. 

Su taller está en un pequeño cobertizo en el traspatio de su casa del barrio San Martín, en el oriente de la ciudad, donde se dedica consuetudinariamente, generalmente en las noches o madrugadas, a su pasión de pintar. En las tardes da clases, generalmente a domicilio.

En ese proceso de enseñanza ha tenido estudiantes aventajados como Iván Clavijo, quien siendo un muchacho asistía todas las mañanas a las clases que impartía en la plazoleta de comidas de El Malecón, donde iban también algunas señoras que tenían la pintura como terapia y pasatiempo. 

Iván Clavijo viajó a Australia, ya con buenas bases, a estudiar arte y allí está triunfando como muralista. 

Se encuentran igualmente entre sus estudiantes Fernando Ruiz quien aprendió a pintar para sobreponerse al párkinson, así como Mario Izquierdo, los esposos Pedro Miguel Román y Belén de Román, entre otros que al pintor se le escapan.  

Este año se trazó la tarea de dejar de lado un poco las clases de pintura, para dedicarse a pintar rostros abstractos, así como darse su tiempo para crear un tipo de arte más íntimo, de mayor ensoñación, bajo la influencia de los clásicos que lo han inspirado, entre ellos Paul Cézanne, Vincent van Gogh, Edgar Degas,  Leonardo da Vinci, y pintores colombianos como David Manzur.


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