Martes, 20 de Agosto de 2013
Amables lectores: Hoy en el gremio cafetero se vive la mayor crisis de este cultivo de los últimos 20 años. Hace solo 24 meses el fenómeno de La Niña se “vino a vivir” en zonas cafeteras acompañado de gran volumen de lluvias y una espesa nubosidad disminuyendo sustancialmente la luminosidad en cafetales a plena exposición y muchísimo más en áreas como Norte de Santander, donde la caficultura es bajo sombrío. Esta escasez de luz solar influyó en la floración y como consecuencia vimos mediocres resultados de producción golpeándose el bolsillo del cultivador y las finanzas de la organización gremial, Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.
Existieron en esos meses de dificultades ambientales, excepcionales precios internacionales alcanzando a superar un ingreso para el productor de $1.000.000 por carga vendida de 125 kilos. Se termina el azote climático de La Niña, aparecen días y semanas soleadas, mayor luminosidad, mejora floración y una mayor cosecha, aprovechando adicionalmente las hectáreas renovadas que empiezan producción. Pero ¿Qué sucede? Un nuevo escollo se hace presente y allí con las dificultades se templa el espíritu del productor cafetero colombiano y se aprecia en toda su magnitud la importancia de pertenecer a la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia: “El precio internacional de desploma”. “El dólar no aumenta sustancialmente de precio”. “No se observa en el bolsillo cafetero el efecto de una mayor producción”. “Lo especuladores de bolsa liquidan y compran posiciones de café dando sensación de volatilidad en el precio que solo le favorece a ellos”. Dice un adagio popular que “en negocios cuando alguien gana otro pierde” y en esta especulación de bolsa en Nueva York perdemos los cafeteros.
Viendo esta cruda realidad, expuesta sin engaños ni omisiones, viene la gran pregunta: ¿Por qué ante esta situación de pérdidas, 560.000 familias campesinas colombianas continúan en el negocio de producir café? La respuesta es de una total sencillez: “Porque existe la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia”. “Porque existe una institución con unos representantes en los diversos Comités, elegidos popularmente, con una participación electoral del 85% de los cedulados cafeteros”. “Porque en esa Federación hay institucionalidad defendiendo al productor con asistencia técnica permanente, con semilla resistentes a las plagas, obtenidas después de años de investigación en Cenicafé, instituto de la Federación de Cafeteros”. “Con una garantía de compra de incalculable importancia” que solo esa herramienta al servicio del productor debe llevar al campesino a comparar la comercialización de café con la de otros productos agropecuarios como la del tomate que muchas veces el productor recibe una remuneración de parte del intermediario que no cubre el costo del cajón de madera en el que se empaca y ni que decir del plátano o la naranja o el limón o la papa o la yuca o la cebolla, que entre fletes y acarreos se va gran parte del ingreso del cultivador y ni hablemos de la leche que con el precio pagado hoy, al productor, es preferible regalarla en barrios marginados y no invertir en mejoras de hatos. Viendo lo anterior el productor cafetero debe concluir diciendo: “Por fortuna soy y seguiré siendo un miembro de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, donde me siento dignamente representado por sus miembros directivos que yo mismo elegí y porque finalmente de esta agremiación solo servicios recibo”.
Existieron en esos meses de dificultades ambientales, excepcionales precios internacionales alcanzando a superar un ingreso para el productor de $1.000.000 por carga vendida de 125 kilos. Se termina el azote climático de La Niña, aparecen días y semanas soleadas, mayor luminosidad, mejora floración y una mayor cosecha, aprovechando adicionalmente las hectáreas renovadas que empiezan producción. Pero ¿Qué sucede? Un nuevo escollo se hace presente y allí con las dificultades se templa el espíritu del productor cafetero colombiano y se aprecia en toda su magnitud la importancia de pertenecer a la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia: “El precio internacional de desploma”. “El dólar no aumenta sustancialmente de precio”. “No se observa en el bolsillo cafetero el efecto de una mayor producción”. “Lo especuladores de bolsa liquidan y compran posiciones de café dando sensación de volatilidad en el precio que solo le favorece a ellos”. Dice un adagio popular que “en negocios cuando alguien gana otro pierde” y en esta especulación de bolsa en Nueva York perdemos los cafeteros.
Viendo esta cruda realidad, expuesta sin engaños ni omisiones, viene la gran pregunta: ¿Por qué ante esta situación de pérdidas, 560.000 familias campesinas colombianas continúan en el negocio de producir café? La respuesta es de una total sencillez: “Porque existe la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia”. “Porque existe una institución con unos representantes en los diversos Comités, elegidos popularmente, con una participación electoral del 85% de los cedulados cafeteros”. “Porque en esa Federación hay institucionalidad defendiendo al productor con asistencia técnica permanente, con semilla resistentes a las plagas, obtenidas después de años de investigación en Cenicafé, instituto de la Federación de Cafeteros”. “Con una garantía de compra de incalculable importancia” que solo esa herramienta al servicio del productor debe llevar al campesino a comparar la comercialización de café con la de otros productos agropecuarios como la del tomate que muchas veces el productor recibe una remuneración de parte del intermediario que no cubre el costo del cajón de madera en el que se empaca y ni que decir del plátano o la naranja o el limón o la papa o la yuca o la cebolla, que entre fletes y acarreos se va gran parte del ingreso del cultivador y ni hablemos de la leche que con el precio pagado hoy, al productor, es preferible regalarla en barrios marginados y no invertir en mejoras de hatos. Viendo lo anterior el productor cafetero debe concluir diciendo: “Por fortuna soy y seguiré siendo un miembro de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, donde me siento dignamente representado por sus miembros directivos que yo mismo elegí y porque finalmente de esta agremiación solo servicios recibo”.