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Por ellas, siempre por ellas
De pronto se apagaron las luces en el escenario y empezó a sonar una guitarra. Guitarra romántica, bohemia y trasnochadora, dijo el maestro de ceremonias. Y entonces vino la primera sorpresa de la noche: Desde la entrada al teatro, abajo, confundido con los espectadores, se escucharon las vibrantes notas de un saxofón, eterno cantor de los enamorados, que juntó sus melodías a las de la guitara. El saxofonista, despacio, muy despacio, fue avanzando, al paso de la magia de su ritmo, hasta el escenario.
Jueves, 21 de Marzo de 2013
De pronto se apagaron las luces en el escenario y empezó a sonar una guitarra. Guitarra romántica, bohemia y trasnochadora, dijo el maestro de ceremonias. Y entonces vino la primera sorpresa de la noche: Desde la entrada al teatro, abajo, confundido con los espectadores, se escucharon las vibrantes notas de un saxofón, eterno cantor de los enamorados, que juntó sus melodías a las de la guitara. El saxofonista, despacio, muy despacio, fue avanzando, al paso de la magia de su ritmo, hasta el escenario. Germán Darío López Vásquez y Ángel Contreras abrían  así el espectáculo de aquella noche, el pasado viernes,  en que un grupo de artistas le rendía homenaje a la mujer cucuteña creadora de belleza.
   
Liliana Varón, la organizadora, bella y trabajadora como siempre, poeta de siete velos, iba y venía, subía y bajaba, daba órdenes, recibía a los invitados y era el alma de la función. Carlos Rodolfo Carillo, de la Asociación de Escritores de Norte de Santander, la secundaba, y Nacho, el artista, y gente de la Secretaría de Cultura municipal y cantantes y danzarines. Todos en un solo manojo de voluntades y de trabajo para que las mujeres, creadoras de arte y de belleza, se sintieran en su salsa.
   
Allí estuvieron los poetas con sus composiciones literarias de amor, de ternura, de ensoñación: Hernán Ramírez, Álvaro Flórez, Alirio Monsalve, Ignacio Cáceres, José Logatto y Miguel Ángel Crux, todos ellos veteranos en el oficio de escribir y declamar buenos poemas. Un poeta nuevo, joven, estudiante apenas de bachillerato, Sergio Malagón, hizo su iniciación en las tablas y fueron nutridos los aplausos con que el público lo recibió. Entró Sergio por la puerta grande de la literatura.
   
Las danzas de la Universidad Francisco de Paula Santander, bajo la dirección del maestro Juan Becerra, hicieron las delicias de los asistentes con ritmos criollos de la época de la independencia. Allí estaban Bolívar y Santander, con sus charreteras de oro y su amor por la patria, representada en la mujer de entonces. Mental y emocionalmente nos trasladamos a los salones de Santafé y vivíamos la sensación de triunfo que acompañaba a los héroes en las fiestas que celebraban después de las batallas.
   
Yimi Cristiam, el grupo musical Verde Barí y los artistas de Fundarte se encargaron de ponerle a la noche ese toque de magia y de alegría  que convoca espíritus y cuerpos alrededor de las canciones de antes y de ahora. Un piano y una voz y una buena canción son suficientes para invitar al regocijo, y así sucedió esa noche en el Teatro municipal.
   
Pero el momento culminante, de mayor emoción, se dio cuando anunciaron un homenaje a Rosalba Salcedo, la mujer que revitalizó las danzas artísticas en Norte de Santander. Le llovieron aplausos, felicitaciones y palabras de gratitud para quien, según el decir de Juan Becerra, dividió la danza nortesantandereana en dos: antes y después de Rosalba.
   
Francisca Fernández, una mujer que lleva en la sangre el amor por las artesanías, recibió, de igual manera, el reconocimiento del respetable.
   
Al final, todas las mujeres asistentes salieron cargadas de júbilo y de regalos, gracias  a la colaboración de Comfanorte, Cultura municipal, Casa de piedra, los artesanos, Fundarte, Renacer, músicos, cantantes y poetas que hicieron de ésta una de las mejores noches en el mes de la mujer. Y es que ellas todo se lo merecen. Todo sea por ellas.    
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