Si alguno se marea, avisa y paramos. Nosotros estamos acostumbrados es a andar a pie, no en carro”.
Con esta última indicación, Reinel, comandante de las Farc en el Punto de Preagrupamiento Temporal (PPT) de San Isidro (Tibú), despachó a sus 80 hombres en una caravana de 12 camionetas y 4 camiones.
A los guerrilleros, que iniciaron su última marcha como grupo armado en Norte de Santander, los custodiaron miembros del Mecanismo de Monitoreo y Verificación, compuesto por la ONU, las Farc y el Gobierno, así como uniformados de la Unidad Policial para la Edificación de la Paz (Unipep).
Antes de salir del campamento donde permanecieron por más de seis meses, los guerrilleros recibieron la bendición del Fray Dominico Juan David Montes, quien con evidente emoción los conminó a perseverar en la apuesta por la paz que desde hace más de 4 años decidieron iniciar cuando se sentaron a negociar con el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos.
El comandante Reinel, en entrevista exclusiva con La Opinión, aseguró que con la llegada de sus hombres a la Zona Veredal Transitoria de Normalización (ZVTN) de Caño Indio, en Tibú, los guerrilleros están cumpliendo con lo pactado en el acuerdo de paz.
“Ahora esperamos que el Gobierno nos cumpla con lo que se pactó en la mesa de negociación y este proceso pueda, por fin, darnos la paz que desde hace tantos años anhelamos los colombianos”, aseguró el jefe guerrillero.
La caravana, histórica para muchos habitantes de la región, quienes sorprendidos veían cómo los guerrilleros armados los saludaban a su paso ondeando banderas blancas, se detuvo en el corregimiento de Campo Dos, donde los frailes dominicos que custodian el santuario a la virgen que allí se encuentra, les tenían preparado un espacio de oración.
“¡Llegó el momento de la paz!, ¡llegó el momento del perdón!”, fueron las frases que los frailes repitieron una y otra vez ante los guerrilleros que, sin dejar sus armas, ocuparon las primeras bancas de la humilde iglesia.
“Nosotros aquí, en Campo Dos, decidimos apostarle a la paz, inclusive ante la postura un poco blandengue de la iglesia, porque creemos que Dios es amigo de la paz, y cree en ustedes, quienes hoy se arriesgan por esta apuesta de reconciliación”, dijo el superior de los frailes en este corregimiento de Tibú.
Y acto seguido, invitó a todos los guerrilleros y habitantes de este lugar presentes en la iglesia, a fundirse en un abrazo de perdón.
Los guerrilleros, poco acostumbrados a las manifestaciones de amor entre sí, respondieron a la invitación del sacerdote con cierto temor.
Los abrazos, acompañados del sonido de los fusiles cuando chocan entre sí, crecieron en intensidad cuando Reinel, el comandante, se fundió en un abrazo que pareció eterno, con el fraile que animaba a una feligresía poco común.
Aquellos guerrilleros, muchos de los cuales tenían años de no entrar a una iglesia, y otros, que quizás ni siquiera creen en Dios, sintieron, como lo hizo saber el fraile, que de verdad la iglesia los va a acompañar en este camino de dejación de armas.
“No nos dejen solos”, fue el clamor de la guerrillerada a los tres sacerdotes que, de impecable hábito, se comprometieron a acompañarlos en el renacer que para muchos significa dejar a su familia, la familia de la guerra, para lanzarse al vacío, a la incertidumbre de lo que implica vivir en paz en un país que se acostumbró al dolor.
Uno a uno, todos los subversivos encendieron una vela y se dirigieron hacia el lugar dispuesto para las veladoras. Mientras caminaban, pedían un deseo: que Colombia logre aceptarlos.
En ese aspecto, Reinel declaró que los miembros de las Farc han empeñado la palabra por la paz “y hacia eso vamos a caminarle”.
En su concepto, ellos serán “el espejo” para otros grupos armados ilegales, porque “de acuerdo al cumplimiento que dé el gobierno, seguramente vendrá el proceso (de negociación) porque la paz es incompleta sin los demás actores armados que también tienen la misma ideología que nosotros”.
Pasados veinte minutos, la caravana continuó su marcha hasta La 4, donde se volvió a detener para que los guerrilleros pudieran comer un refrigerio que allí estaba dispuesto y antes de continuar su recorrido hasta el kilómetro 25, de la vía a La Gabarra, donde se detendrían a almorzar.
En el 25, la comunidad recibió a los guerrilleros como el padre de la Biblia recibió a su hijo pródigo tras haberse ido de su lado y afrontar mil penurias.
Abrazos, sonrisas, lágrimas y un suculento almuerzo, animaron a los hombres en armas que allí, en medio de la comunidad, parecían simples campesinos en un día de fiesta.
Hacia las 3:00 de la tarde llegó la orden de continuar la marcha hacia Caño Indio, donde las condiciones de acceso pusieron en evidencia las falencias que aún deberán afrontar los guerrilleros en esta ZVTN en materia logística. Varios carros atascados después, exhaustos y mareados, llegaron los guerrilleros al lugar que los albergará por los próximos 6 meses.
Hoy, si todo sale como está previsto, este primer grupo de guerrilleros se encontrará con los que desde La Esperanza (San Calixto) y Caño Tomás (Teorama) emprendieron el recorrido para, una vez en Caño Indio, iniciar su proceso de dejación de armas y reincorporación a la vida civil.
Se calcula que la Zona Veredal Transitoria de Normalización de Caño Indio recibirá a 598 guerrilleros, de los cuales 268 son subversivos armados y 330 milicianos.
Ellos pertenecen a las estructuras de las Farc que operaban en Norte de Santander, como son: columna móvil Ruiz Barí, compañía Resistencia Catatumbo, columna móvil Antonia Santos, compañía 29 de Mayo, compañía Iván Ríos, frente 33 y compañía Gildardo Rodríguez.
Así es la Zona Veredal de Caño Indio
Caño Indio nació hace más de 30 años, después de la bonanza petrolera y con una extensión de aproximadamente 24 kilómetros por los que se reparten 52 casas, en su mayoría de tabla y eternit.
Los 11 kilómetros de carretera destapada que los conectan con la central, como llaman a la vía entre Tibú y La Gabarra, eran hasta hace algunos años un completo camino de herradura.
Ahora, esta localidad tibuyana salió de lo profundo del Catatumbo para estar en el foco de la opinión internacional y nacional, al ser seleccionada como Zona Veredal Transitoria de Normalización, para concentrar, desarmar y desmovilizar a los guerrilleros de las Farc que hicieron presencia en diversas regiones de Norte de Santander.
Dentro de este proceso de paz entre el Gobierno y las Farc, hay que señalar que Caño Indio fue el último punto de concentración en confirmarse, en vista de que no había sido posible un acuerdo para sustituir los cultivos de coca que abundan en el lugar.
Para ese proceso, en Colombia se habilitaron 19 zonas y 7 puntos transitorios localizados en 14 departamentos, con una extensión total del 0,1% del territorio nacional.
En ese lugar todavía no están construidos los campamentos ni las adecuaciones sanitarias y de otro orden para la permanencia de los guerrilleros de las Farc. Se espera que en los próximos días el Gobierno disponga lo necesario para que la infraestructura que se necesita se instale sin demora.
*Video realizado por Mario Franco y Jhon Jairo Jácome