Dos momentos importantes en materia de verdad y reconciliación se dieron la semana anterior ante la Comisión de la Verdad. Víctimas y victimarios, que en algunos casos se veían por primera vez cara a cara, pudieron mirarse a los ojos, escucharse e incluso llegar a perdonarse. Unos espacios que le permitieron a Colombia volver a recordar los horrores que padecieron miles de personas a causa del secuestro, las masacres y los asesinatos selectivos.

Testimonios como el de Ingrid Betancourt, la excandidata presidencial que estuvo siete años secuestrada por las Farc; Carlos Cortés, hijo del periodista Guillermo ‘La Chiva’ Cortés, que pasó 205 días en cautiverio; Jorge Ignacio Echeverri, hijo del consejero de paz de Antioquia Gilberto Echeverri, asesinado por las Farc junto al gobernador Guillermo Gaviria, y Yenit Cristina Narváez, sobrina de Yolanda Cerón, asesinada por los paramilitares, entre muchos otros, le recordaron al país el valor de las vidas que se perdieron por el conflicto y la magnitud del daño sufrido por los afectados.

Pero más allá de la emotividad de estos momentos, toda la labor de la Comisión de la Verdad está orientada a un fin que seguramente no estará libre de controversias, la publicación de un informe final, que busca comprender las causas y las circunstancias del conflicto en el país y tratar de llegar a una explicación que, si bien recoja las opiniones de muchos colombianos con  distintas formas de pensar, sea capaz de representarnos a todos. ¿Cómo busca la Comisión cumplir con este reto?

Verdad y Justicia

La Comisión fue creada en el acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc, como un elemento de lo que se denomina el Sistema Integral de Justicia, Reparación y no Repetición. Los otros componentes de este sistema son la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por desaparecidas (UPBD).

Sin embargo, esta Comisión no parte de cero. Tiene un antecedente importante, el Centro de Memoria Histórica, creado por la Ley de Víctimas en 2011, y que construyó antes de la creación de la Comisión informes como el ¡Basta Ya! y decenas de informes regionales y locales que dejaron un testimonio de las múltiples formas de violaciones a los derechos humanos que se registraron en el conflicto en el país.

Según Yohana Amaya Investigadora y docente de la universidad Javeriana, la labor del Centro de Memoria, si bien era importante, no era suficiente. “Estos informes se construyeron en medio del conflicto, además fueron creados de arriba hacia abajo con una metodología muy bien intencionada, pero bastante académica, en la que no siempre se recogieron todas las voces y todos los casos y al recopilarse en medio del conflicto sesga la verdad, porque las víctimas no entregaron toda la información por seguridad”.

La particularidad de esta Comisión, de acuerdo con Amaya es que es un órgano extrajudicial, es decir que no está para establecer ningún tipo de juicio y por el contrario estimula la contribución a la verdad de parte de los distintos protagonistas, además de ayudar a los procesos de reconciliación.

Este tipo de Comisiones se han adelantado en países como Argentina (que fue presidida por el escritor Ernesto Sábato), en el marco de las dictaduras del cono sur, en Chile, Perú, Guatemala, Sudáfrica y Nepal.

Y precisamente en ese sentido no extrajudicial, según Alejo Vargas Velásquez, profesor de ciencia política de la Universidad Nacional, es que se enmarcan los encuentros que se han hecho desde la creación de la Comisión, pues tienen como objetivo: “reunir a victimarios y víctimas, para que los que cometieron los hechos den su versión y las víctimas digan lo que piensan y en esa medida se ayude a crear un tejido que ayude a a reconciliación”.

Sin embargo, agrega que: “la verdad es un tema muy complejo, porque no hay una verdad oficial, pero estimular a que el máximo de personas, con su versión contribuyan a la verdad y al mismo tiempo contribuir a la reconciliación, es el objetivo de la Comisión”.

Escuchar miles de voces

Sin embargo, la verdad no sale solamente de estos encuentros. En cuatro años de trabajo, la entidad ha revisado centenares de estudios y entrevistado a 22.816 personas. Organizaciones de la sociedad civil, Fuerza Pública, y ONG, han entregado 569 informes a la entidad, cada uno de ellos fruto de largos procesos de investigación.

La Comisión, de acuerdo con el último informe de gestión también reveló que durante 2020 se llevaron a cabo 243 eventos a través de las redes de la Comisión, que fueron seguidos en vivo por un millón de personas y que, antes, durante y después, alcanzaron a 4,6 millones de espectadores.

También se realizaron dos Diálogos para la No Continuidad y la No Repetición, uno en el Catatumbo y otro en Bajo Cauca, y se transmitieron siete espacios de Contribuciones a la verdad y 24 espacios de escucha nacionales y territoriales, entre otras actividades.

Todos estos elementos ayudarán a construir el informe final que deberá entregar la Comisión en el mes de noviembre y que según Alejo Vargas Velásquez: “tratan de recoger, de resumir, de sintetizar todas esas versiones de verdad que van a hacer una contribución muy importante para que se continúe construyendo una lectura de verdad, de que fue lo que pasó en más de medio siglo en el conflicto armado en Colombia”.

Agrega que este informe ayudará a construir un relato de lo que sucedió y que eso sirva para que también la sociedad a futuro “que lea esos relatos sepa qué fue lo que pasó en su historia, y como ha pasado en muchas sociedades se vuelva un material de estudio, en las escuelas en los colegios en las universidades, para que las nuevas generaciones vean a dónde llegamos y por qué”.

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