Jaime Buenahora Febres-Cordero es un cucuteño que durante más de 33 años se ha destacado en el terreno académico, como autor de varios libros y profesor en reconocidas universidades a nivel nacional e internacional, pero también en el sector público, como magistrado del Consejo Superior de la Judicatura, viceministro del Interior, secretario de Gobierno de Bogotá, cónsul General de Colombia en Nueva York, y representante a la Cámara por los colombianos en el exterior.
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Aunque su desempeño profesional lo ha llevado a estar durante varios años fuera de la ciudad, nunca se ha desconectado de la capital nortesantandereana, procura regresar permanentemente y estar al tanto de su desarrollo económico, social y político.
De ahí que en 2019 alcanzó a contemplar la posibilidad de poner a consideración su nombre para la Alcaldía de Cúcuta, convencido de que aquí “todo está por construir y por hacer”, pero situaciones personales lo llevaron a posponer sus planes.
Ad portas de una nueva elección de autoridades locales, en la que se definirá si se mantiene el rechazo ciudadano a los clanes políticos que han gobernado durante años y vuelve a imponerse el voto castigo en las urnas, a Buenahora no le incomoda la idea de ser quien lidere un verdadero proceso de transformación en la ciudad.
En diálogo con La Opinión, este abogado y economista, con estudios de maestría en la Universidad de La Sorbonne, en París, entregó su visión sobre Cúcuta, habló de los caminos que se deberían tener en cuenta para su desarrollo y sus eventuales planes electorales.
¿Cuáles son para usted los principales problemas que enfrenta hoy Cúcuta?
Los problemas son varios, algunos estructurales y otros más locales y coyunturales: primero, hay una pobreza creciente, como en todo el país, agravada entre nosotros por la crisis de Venezuela y el incremento poblacional que comporta, dada la migración y el éxodo rural de los municipios del departamento por falta de oportunidades. Este es el problema más complejo, pero se puede enfrentar con buena incidencia institucional. Hay otros temas urbanos que son muy preocupantes en Cúcuta, como la inseguridad, alimentada por fenómenos como el narcotráfico y el microtráfico, los atracos y el raponazo callejero, todo lo cual afecta el tejido ciudadano; el espacio público, en deterioro continuo; la movilidad, por el mal estado de las vías, el desorden vehicular y la falta de un sistema eficiente de transporte masivo; la pérdida de espacios verdes y recreativos. La ciudad podría ser mucho más agradable y tranquila si todo se encaminara hacia el orden y la disciplina.
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Durante muchos años se ha hablado de estos mismos temas, ¿por qué cree que no se ve una mejoría en ellos?
El principal cuello de botella está en la corrupción y en el desmoronamiento del concepto del interés general, porque la gobernanza ha estado orientada a los intereses privados de quienes alcanzan el poder local. Por supuesto, así no pueden darse resultados positivos. Cualquier política, trátese de la seguridad, la movilidad o el espacio público, es carcomida por una cantidad de intereses particulares oscuros que destruye la gobernanza sana. Eso es lo que le ha pasado a Cúcuta en las últimas décadas.