La ambición de los seres humanos no tiene barreras cuando se trata de lograr algún beneficio o lucrarse con actividades ilegales. Esto pasa con la fauna y los recursos naturales que son apetecidos para fines económicos.
En esta oportunidad nos vamos a referir al cardenalito (spinus cucullatus), ave procedente de Venezuela del que se tiene conocimiento que quedan pocos ejemplares en esa nación y en Norte de Santander se han establecido pequeñas colonias, huyendo de los depredadores humanos.
No se tiene conocimiento exacto del número exacto de individuos que quedan, pero son pocos los que se ven en los matorrales.
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Algunos estudios de organizaciones protectoras de aves indican que la cifra estaría entre los 1.000 ejemplares.
Se le atribuye, en primera medida, al tráfico ilegal persistente que inició según los análisis históricos en 1835, cuando los plumajes vistosos o coloridos eran utilizados para adornar sombreros de las damas de la época y mucho después para mejorar razas de canarios a nivel del continente.
Con el auge del desarrollo como producto de las actividades agropecuarias y el crecimiento demográfico, fueron destruyendo bosques o reservas naturales que el cardenalito tenía como hábitat.
Ante esas circunstancias y el instinto de supervivencia el ave se ha ido distribuyendo en bosques secos, montañas costeras y a lo largo de los Andes con alturas que oscilan entre los 900 y 1.100 metros sobre el nivel del mar.
En Norte de Santander
Las aves migraron a Norte de Santander, huyendo del acoso de los traficantes.
Para el biólogo, ambientalista y observador de aves, Alberto Peña, esa especie se ha establecido en regiones de Norte de Santander, en donde las autoridades municipales y la policía tiene el compromiso de velar para que no sean capturada con fines comerciales, teniendo en cuenta que en el mercado negro alcanzan cifras económicas desorbitantes.
“No queremos revelar los sitios en donde hemos visto y fotografiado los cardenalitos, teniendo en cuenta que es una especie que está en peligro de extinción y podría generar la avaricia de los traficantes de aves”, dijo.
En este sentido, afirmó que se tiene conocimiento del comercio desmedido que está vinculado a la hibridación con canarios para producir ejemplares rojos o tenerlos presos en jaulas.
Sobre el número, manifestó que han observado grupos entre los 50 y 60 individuos perchados entre las ramas de los árboles.
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Para el biólogo de la Universidad de Pamplona, es un hecho que merece la atención, porque no se tenían estos registros tan altos y al parecer la población está creciendo en Norte de Santander.
Peña, le atribuye el logro a que quizás han escapado del acoso de los traficantes y también porque han encontrado los medios aptos para reproducirse.
En los sectores en donde los han observado, dijo que se han reunido con las comunidades campesinas para establecer compromisos de cuidado y conservación de esta especie que está en vía de extinción.
“La gente esta prevenida para no dar información del tema y cuando vean personas extrañas tratando de atrapar los cardenales, dar aviso a las autoridades”, afirmó.
Es por eso que, según el biólogo, se abstienen de dar a conocer los lugares en donde las han visto porque requieren de protección especial por parte de las comunidades y que solo se debe permitir la contemplación con fines turísticos.
También les solicitó a Corponor, la Policía Ambiental y Ecológica y demás especialidades estar pendientes para evitar el tráfico de la avifauna.
Cómo es
El cardenalito tiene un tamaño de aproximado a los 10 centímetros.
El macho es de plumas de color negro azabache que se extiende desde la cabeza hasta la mitad del cuello y garganta.
En parte del cuerpo tiene un plumaje de color rojo vivo brillante, que va cambiando a rojo oscuro en el dorsal y en el centro del vientre se distingue por una mancha blanca.
La cola y las alas son negras y con una franja roja que le atraviesa las dos extremidades.
Las patas y el pico son de color gris oscuro y los ojos negros brillantes.
La hembra es de color gris y rojo pálido, como producto del dimorfismo sexual que es muy marcado en las parejas.