Uno o dos líderes comunitarios de la Comuna Uno, protestan por la autorización dada por la Administración Municipal para que se construyan unas casetas de venta de chance de la empresa JJ Pita en los parques Mercedes Abrego, Colón y Antonia Santos. Argumentan, los líderes, que no se entiende cómo el alcalde autoriza la construcción de casetas en espacio público violando las normas que amparan su protección. Si tomamos desprevenidamente la queja de los líderes bajo esa óptica, de ocupación del espacio público, como efectivamente la tomaron algunos cucuteños que se me acercaron y me pidieron que por favor me pronunciara a través de esta columna por tan tremendo adefesio, quizás  les encuentren razón alguna. Pero si reflexionamos y la miramos en forma más integral, también le podemos dar otra lectura. Con la construcción de una caseta o quiosco, como lo quieran llamar, estética por supuesto, no se le impide  el uso, goce, disfrute visual y libre tránsito de la ciudadanía en general. El mantenimiento de los parques y zonas verdes de Cúcuta cuestan un dineral y la administración municipal que tiene la obligación de mantenerlos no tiene plata. Máxime si en la ciudad que deberían tener los carros matriculados en Cúcuta y su área metropolitana para que le generen recursos por el impuesto al rodamiento, lo tienen en otras ciudades. Y de contera, más del 50% de propietarios de predios, no paga el impuesto predial. Y son los que más protestan. ¡Desconsiderados, adolecen de sentido de pertenencia!  La alcaldía está celebrando convenios con empresas comerciales, dentro de la política diseñada con el slogan “Plan Padrino adopte un Parque”.  Los convenios, por que los tengo en mis manos, cuentan con el señalamiento de autorizaciones legales, se blinda ante hipotéticas reclamaciones futuras, les da una duración en el tiempo, les exige a los administradores las respectivas pólizas de seguros, nombra un supervisor y lo más importante, crea la obligación del administrador de embellecer las zonas que componen el espacio público dotándolas de ornato con elementos que guarden armonía, mejorar progresivamente el estado en que se recibe el espacio público, mantener en buen estado las zonas verdes, vigilancia para velar por la conservación de los elementos que componen el mobiliario, coordinar con las autoridades de policía la prevención de los delitos en todas sus manifestaciones y ocho obligaciones más que sería jarto, para mis lectores enumerar, pero que indudablemente son iguales de importantes y constituyen acciones que favorecen al interés general. Entonces, que interés nos anima a hilar tan delgadito. El alcalde se las ingenia para comprometer a la empresa privada en el mantenimiento de unas zonas que por su importancia en toda urbe, deben ser agradables y bonitas, porque forman parte del paisaje que embellece una ciudad. No estamos en Macondo, ni tenemos Santo Domingos ni Ardilas Lules que altruistamente apadrinen los parques sin contraprestación alguna, simplemente porque, afortunadamente les sobra el dinero. Los cucuteños tenemos  empresarios que se están formando y por lo tanto, colaboran, sí, pero que los dejen por lo menos ganar lo que le van a invertir al mantenimiento de su ahijado.