Viernes, 20 de Marzo de 2015
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En diálogo con La Opinión, vía telefónica, Manuel(*) contó las
dificultades que viven cerca de 500 colombianos que, sin ninguna razón,
fueron trasladados desde las diferentes prisiones en las que se
encontraban en el vecino país a la cárcel de
El Dorado, ubicada en el estado Bolívar.~

Un estremecedor relato, que conmueve hasta las lágrimas, fue el que hizo un colombiano detenido en la que, según sus propias palabras, es la peor cárcel de Venezuela.
En diálogo con La Opinión, vía telefónica, Manuel(*) contó las dificultades que viven cerca de 500 colombianos que, sin ninguna razón, fueron trasladados desde las diferentes prisiones en las que se encontraban en el vecino país, para ser ‘concentrados’ en la cárcel de El Dorado, ubicada en el municipio Sifontes, del estado Bolívar.
“Yo estoy detenido desde hace 24 meses por un delito de drogas. Durante estos dos años he estado recluido en las cárceles de Santa Ana 1 y Santa Ana 2, en el estado Táchira. Sin embargo, hace 5 días me trasladaron para este penal que, para que se haga una idea, es peor que estar en el infierno”, relató.
Según Manuel, los guardias encargados de la seguridad les pegan con tablas a los detenidos de nacionalidad colombiana, por el simple hecho de haber nacido en este país.
“El día que llegué, me recibieron a tabla. Desde entonces, me han seguido pegando todos los días. A los únicos que nos pegan es a los colombianos. No sé por qué lo hacen, pero recibimos mejores tratos de los internos venezolanos, que de los guardias del penal”, agregó.
En esta cárcel, ubicada muy cerca de la frontera con Guyana, las condiciones de vida son difíciles, al punto de que Manuel manifiesta que el agua que toman es sucia y les causa enfermedades.
“El agua que nos dan se ve sucia, sabe feo y hace daño. La comida que nos dan, una sola vez al día, parece más una ración para un niño que para un adulto. Para dormir, nos toca en el suelo porque hay sobrepoblación. Las condiciones son muy difíciles y para los colombianos es peor, porque por todo nos quieren cobrar plata”, alertó.
Según Manuel, si un colombiano quiere que las condiciones dentro del presidio sean menos difíciles, debe pagarles a los guardias o a los internos que tienen el control del penal.
“Por todo hay que pagar. Nos viven extorsionando por cualquier cosa. Saben que el valor del peso colombiano es más alto y creen que vivimos llenos de dinero”, sostuvo.
Mientras Manuel estuvo en las cárceles de Santa Ana 1 y 2, empezó a ejercer como pastor y acompañó en sus oraciones diarias a un grupo de reclusos a quienes les leía la palabra de Dios y a los que les predicaba el Evangelio en un espacio habilitado especialmente para ello.
“Según me han dicho los reclusos que están aquí, que son venezolanos, a esta cárcel envían a lo peor de los demás centros de reclusión. Pero yo nunca tuve problemas, jamás he tenido faltas en las cárceles donde he estado. No sé por qué me enviaron para este infierno. Los otros colombianos que están aquí me dicen lo mismo, que no saben por qué los mandaron. Lo que creemos es que nos quieren tener a todos (los colombianos) en un solo penal, pero no sé para qué”, afirmó desconcertado.
Ante la pregunta de si alguna autoridad colombiana se ha hecho presente en la cárcel de El Dorado para conocer de cerca las denuncias sobre malos tratos de los que estarían siendo víctimas los reclusos colombianos, la respuesta de Manuel fue certera.
“Por aquí no ha venido nadie. Por eso estábamos desesperados por establecer contacto con algún medio de comunicación de nuestro país (Colombia), porque los de acá (Venezuela) no nos ayudan a nosotros por ser colombianos”, agregó.
Finalmente, Manuel suplicó que, bajo ninguna circunstancia, revelara su identidad, pues “si los guardias de acá o las autoridades de este país se enteran que yo denuncié esto, me matan”.
(*)Nombre cambiado para proteger la identidad del denunciante.

jhon.jacome@laopinion.com.co
Un estremecedor relato, que conmueve hasta las lágrimas, fue el que hizo un colombiano detenido en la que, según sus propias palabras, es la peor cárcel de Venezuela.
En diálogo con La Opinión, vía telefónica, Manuel(*) contó las dificultades que viven cerca de 500 colombianos que, sin ninguna razón, fueron trasladados desde las diferentes prisiones en las que se encontraban en el vecino país, para ser ‘concentrados’ en la cárcel de El Dorado, ubicada en el municipio Sifontes, del estado Bolívar.
“Yo estoy detenido desde hace 24 meses por un delito de drogas. Durante estos dos años he estado recluido en las cárceles de Santa Ana 1 y Santa Ana 2, en el estado Táchira. Sin embargo, hace 5 días me trasladaron para este penal que, para que se haga una idea, es peor que estar en el infierno”, relató.
Según Manuel, los guardias encargados de la seguridad les pegan con tablas a los detenidos de nacionalidad colombiana, por el simple hecho de haber nacido en este país.
“El día que llegué, me recibieron a tabla. Desde entonces, me han seguido pegando todos los días. A los únicos que nos pegan es a los colombianos. No sé por qué lo hacen, pero recibimos mejores tratos de los internos venezolanos, que de los guardias del penal”, agregó.
En esta cárcel, ubicada muy cerca de la frontera con Guyana, las condiciones de vida son difíciles, al punto de que Manuel manifiesta que el agua que toman es sucia y les causa enfermedades.
“El agua que nos dan se ve sucia, sabe feo y hace daño. La comida que nos dan, una sola vez al día, parece más una ración para un niño que para un adulto. Para dormir, nos toca en el suelo porque hay sobrepoblación. Las condiciones son muy difíciles y para los colombianos es peor, porque por todo nos quieren cobrar plata”, alertó.
Según Manuel, si un colombiano quiere que las condiciones dentro del presidio sean menos difíciles, debe pagarles a los guardias o a los internos que tienen el control del penal.
“Por todo hay que pagar. Nos viven extorsionando por cualquier cosa. Saben que el valor del peso colombiano es más alto y creen que vivimos llenos de dinero”, sostuvo.
Mientras Manuel estuvo en las cárceles de Santa Ana 1 y 2, empezó a ejercer como pastor y acompañó en sus oraciones diarias a un grupo de reclusos a quienes les leía la palabra de Dios y a los que les predicaba el Evangelio en un espacio habilitado especialmente para ello.
“Según me han dicho los reclusos que están aquí, que son venezolanos, a esta cárcel envían a lo peor de los demás centros de reclusión. Pero yo nunca tuve problemas, jamás he tenido faltas en las cárceles donde he estado. No sé por qué me enviaron para este infierno. Los otros colombianos que están aquí me dicen lo mismo, que no saben por qué los mandaron. Lo que creemos es que nos quieren tener a todos (los colombianos) en un solo penal, pero no sé para qué”, afirmó desconcertado.
Ante la pregunta de si alguna autoridad colombiana se ha hecho presente en la cárcel de El Dorado para conocer de cerca las denuncias sobre malos tratos de los que estarían siendo víctimas los reclusos colombianos, la respuesta de Manuel fue certera.
“Por aquí no ha venido nadie. Por eso estábamos desesperados por establecer contacto con algún medio de comunicación de nuestro país (Colombia), porque los de acá (Venezuela) no nos ayudan a nosotros por ser colombianos”, agregó.
Finalmente, Manuel suplicó que, bajo ninguna circunstancia, revelara su identidad, pues “si los guardias de acá o las autoridades de este país se enteran que yo denuncié esto, me matan”.
(*)Nombre cambiado para proteger la identidad del denunciante.