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Música, literatura, poesía y pintura
Mucho  temo que el título del presente artículo despierte  grandes expectativas en personas versadas en los temas referidos, y este, solo sea para ellas motivo de frustración, pues únicamente se trata de referir algunos sentimientos que estas artes despertaron en algún momento de mi vida, y que siguen haciéndolo; algunas con más fuerza que otras, cuando ya las marcas del tiempo hacen su mella en el cuerpo y en la mente.
Viernes, 17 de Agosto de 2012
Mucho  temo que el título del presente artículo despierte  grandes expectativas en personas versadas en los temas referidos, y este, solo sea para ellas motivo de frustración, pues únicamente se trata de referir algunos sentimientos que estas artes despertaron en algún momento de mi vida, y que siguen haciéndolo; algunas con más fuerza que otras, cuando ya las marcas del tiempo hacen su mella en el cuerpo y en la mente. Quizás algunos lectores hagan remembranzas, y si eso se logra, ya será suficiente motivo de satisfacción.

Un correo me trajo una colección de 32 boleros clásicos que he  oído con suma atención y que han recordado diferentes etapas de mi existencia, gratas la mar de las veces y, otros relacionados con momentos críticos de los cuales nadie escapa. Esta música motivo el presente trabajo.

Antes de seguir confieso que no domino ninguno de los temas enunciados pero si los disfruto con sumo gusto. Un buen libro me apasiona al punto que quisiera terminarlo de una sola tacada. Me queda muchísimo por leer, tanto antiguo como moderno. De poesía sigo muy aferrado a la métrica y a las rimas clásicas. Poco sabor le encuentro a la moderna donde observo que prima el mensaje; perdonen mi resistencia al cambio. En cuanto a la pintura reconozco que tal vez es mi debilidad más notoria, no obstante haber recibido clases de pintura logrando algunas acuarelas y algunos paisajes al oleo requisitos para aprobar la materia. Sin embargo conozco algo de Obregón, igual que de las gordas de Botero, y logro emocionarme ante muchas pinturas que me parecen bellas  por sus formas, y colores. Picasso y Salvador Dalí no me son desconocidos.

En cuanto a la música  pienso que es un arte más generalizado, especialmente los ritmos populares, que se meten en todos los estratos, no así los clásicos, que en nuestro medio son mas de clases altas y cultivadas, aunque no faltan quienes se las pican de expertos sin tener  los méritos para sus alardes y veleidades.

Aprendí a saborear la música oyendo a mi madre entonar algunas canciones aprendidas seguramente en su juventud, tales como: La hija del penal, Los arrayanes, Las mirlas y una especie de himno que decía, “Soy pirata y navego en los mares, donde todos escuchan mi voz, soy feliz entre tantos pesares, y no tengo más leyes que Dios”. Más adelante conocería mucha música colombiana, y, cuando allá en La Escuela Normal de Pamplona, el profesor de música se esforzaba por enseñarnos el solfeo, los nombre de las líneas y espacios del pentagrama, igual que las claves, como también las notas, el valor de las corcheas, fusas y semifusas, nuestras mentes se entretenían en memorizar rancheras y muchos boleros que serían nuestra pasión de adolecentes y luego de adultos enamorados.

Me gusta toda clase de música, me deleito oyendo la clásica, aunque no sepa de qué se trata. Me encanta el tango y la milonga, el jazz, el pasodoble, una que otra ranchera, lo mismo que los clásicos vallenatos, pero tengo gran fijación en los bambucos, torbellinos, los joropos llaneros, y confieso que adoro  los boleros, y muchos me recuerdan  momentos de profundo amor y ternura, cuando bailando, juntaba mi  cuerpo al  de mis más caros, e inolvidables amores. ¡Vayan recuerdos!
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