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Muerte lenta de las vías recuperadas
El asfalto es el material empleado para la pavimentación o recuperación de las vías y se obtiene como residuo de la refinación del petróleo. Debido a su composición química, su principal enemigo o causante de su prematuro deterioro es la gasolina y es el mismo combustible que se vende en todas las calles de la ciudad porque acá siempre tendremos una excusa para hacer lo que no se debe hacer.
Sábado, 15 de Septiembre de 2012
El asfalto es el material empleado para la pavimentación o recuperación de las vías y se obtiene como residuo de la refinación del petróleo. Debido a su composición química, su principal enemigo o causante de su prematuro deterioro es la gasolina y es el mismo combustible que se vende en todas las calles de la ciudad porque acá siempre tendremos una excusa para hacer lo que no se debe hacer.

Recientemente, la Concesionaria San Simón repavimentó varias vías que forman parte del contrato entre la cuales se encuentran la Autopista Internacional que de Cúcuta conduce a San Antonio del Táchira, la Avenida Los Libertadores, la vía principal que conduce a la ciudadela de Atalaya y la doble calzada recientemente puesta en servicio en el Barrio San Luis.

Tanto residentes como visitantes, nos alegramos de transitar por las únicas vías que cumplen las especificaciones en cuanto a calidad y señalización pero desafortunadamente nuestra dicha no va durar mucho puesto que no existe la menor posibilidad de retirar o cambiar de sitio a los vendedores ambulantes de gasolina comúnmente llamados “pimpineros”, siendo estas personas las que gota a gota van afectando seriamente la carpeta asfáltica porque así tengan el mejor pulso, siempre dejan  escapar pequeñas cantidades de combustible que es el peor enemigo del asfalto ocasionando daños puntuales en la vía que sumados diariamente, constituyen la disminución de la vida útil a menos de la mitad.

Un breve paseo por la vías concesionadas antes citadas, acusan la problemática que desde ya desconecta en muy buena parte de la estabilidad de las obras terminadas, porque sencillamente no hay poder humano ni operativo ni administración que controle dicho problema y por eso, a pesar de que las mismas se entregaron en óptimas condiciones, el disfrute puede durar muy poco mientras se permita la venta callejera de combustibles cada diez metros y con tendencia a incrementarse debido a la reducción de posibilidades laborales de personas que por diferentes circunstancias llegan Cúcuta y se quedan,  porque es muy fácil comprar tres o cuatro recipientes para vender gasolina así las estadísticas municipales tengan las cuentas perdidas en cuanto al número de personas que derivan su sustento en la venta de combustibles y otros derivados del petróleo en todas las calles de nuestra ciudad.

Es conveniente que la administración municipal ajuste los procedimientos permisivos y defina los sectores de distribución de combustible que no sean exactamente las nuevas vías porque si las internas poco o nada sirven, por lo menos queremos disfrutar las nuevas por varios años antes que la gasolina las debilite lenta y certeramente.

En cuanto al “ordeñe” de los vehículos, deberían obligar a los expendedores a utilizar elementos protectores de la carpeta porque en ese instante la fuga de combustible es más intensa y de ahí que es posible que existan grietas prematuras que serán los huecos de un inmediato futuro.   
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