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La Parada y Tienditas
~Los puertos de entrada (terrestres, aéreos o marítimos) a los países dan una idea de qué puede esperar el visitante, y si esa primera imagen de quien llegue por Tienditas es la de un mercado de todo lo imaginable, caótico, sucio y peligroso, es difícil que la persona se sienta tranquila y a gusto.~
Viernes, 6 de Febrero de 2015
~Los puertos de entrada (terrestres, aéreos o marítimos) a los países dan una idea de qué puede esperar el visitante, y si esa primera imagen de quien llegue por Tienditas es la de un mercado de todo lo imaginable, caótico, sucio y peligroso, es difícil que la persona se sienta tranquila y a gusto.~ ¿Quién se atreverá a ponerle el cascabel al gato del contrabando sin darle ocasión a que se alebresten, como lo acostumbran, los reyes de la ilegalidad y la criminalidad en toda la zona fronteriza?

Quien se atreva —las autoridades sugieren que debe hacerlo el gobierno nacional—, deberá actuar de inmediato, impedir por todos los medios que el nuevo puente de Tienditas se convierta en una sucursal de La Parada, o en algo parecido, un centro del contrabando y del delito que, una vez establecido, ya nadie podrá erradicar.

Es de esperar que no sea así, pero incluso hoy, cuando la obra está a semanas de su terminación, es fácil imaginar la carretera colombiana de acceso al puente repleta, a ambos lados, de pimpineros, cambiadores de dinero, vendedores de comida, contactos del crimen y agentes del contrabando, mientras en la zona aledaña crecen, con la rapidez de los hongos, caletas y cambuches donde nada será legal.

Así es La Parada. Algo parecido es Puerto Santander. Un poco menos, El Escobal. Un cuarto lugar sería insoportable, en especial si, como ya le advirtieron, el gobierno nacional no encuentra y aplica remedio de inmediato y definitivo, una vacuna que de verdad evite que en el lugar florezca la podredumbre.

No solo porque el Estado debe combatir sin tregua la criminalidad, y por eso no debe haber posibilidades para que el nuevo cruce sea lo que se teme, sino porque Cúcuta —y, el país en general— merece un centro de migración digno, decente, funcional, protegido del cáncer del delito, por eso nos unimos al llamado del liderazgo local, a fin de que por todos los medios se evite que el nuevo puente sea una nueva cueva de delincuentes.

Los puertos de entrada (terrestres, aéreos o marítimos) a los países dan una idea de qué puede esperar el visitante, y si esa primera imagen de quien llegue por Tienditas es la de un mercado de todo lo imaginable, caótico, sucio y peligroso, es difícil que la persona se sienta tranquila y a gusto.

Algunos extranjeros que se han aventurado a venir a Colombia pasando a través del puente Francisco de Paula Santander y se encuentran con el batiburrillo incomprensible e informe del lado colombiano, quisieran no seguir adelante. ¿Qué pensarían si se enteraran de que el sector es una de las principales ollas del contrabando y del delito en Colombia?

Y, si se va a actuar en el nuevo puente, porque el gobierno está más que advertido, quizás sea la oportunidad para erradicar la zona junto al río en La Parada. El Estado tiene recursos suficientes para darles vivienda a los habitantes de esa zona en cualquier otro lugar de Cúcuta, y de paso le pone punto final al peligro que se cierne sobre decenas de familia que no saben si por causa de una creciente del río anochecerán y no amanecerán.

Además, limpiar el sector contribuirá, sin duda, con un buen plan binacional para recuperar el río Táchira, merecedor de mucha mejor suerte que la de ser una cloaca en la que Colombia y Venezuela parecen competir para ver cuál le arroja más desechos. Con solo los que caen de La Parada es suficiente para al menos sonrojarnos.

Se sabe que intentar una solución ha sido imposible, pero eso no significa que no se pueda intentar de nuevo —y no solo en La Parada—, pues ni Cúcuta ni la frontera pueden seguir siendo sinónimo de ilegalidad, de contrabando, de delincuencia, solo porque a veces la tolerancia en tiempos de dificultades económicas se confunde con debilidad permanente.

Más oportuna no puede ser una advertencia como las de estos días en relación con el puente de Tienditas.
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