Reinas... de cabello liso
Ludizay Gardona, que atiende a Victoria, es estilista de Afro Caracas, salón especializado en cabellos rizados. Clientas le confiesan que "no se acuerdan cómo era su cabello" tras años de químicos para mantenerlo lacio.
"Hay personas que lo desrizan desde los 6, desde los 5" años, lamenta Gardona, de 35.
"Todavía hay un estereotipo de lo que es ser venezolana o lo que es la belleza venezolana", dice Paredes, que asegura es reforzado en certámenes como el Miss Venezuela, otra obsesión nacional.
Cuando en 2018 coronaron reina nacional de belleza a Isabella Rodríguez, una morena de cabellera negra alisada que creció en la barriada caraqueña de Petare, ella fue blanco de comentarios y burlas por su raza y su origen pobre.
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Siete venezolanas han ganado el Miss Universo, todas de tez clara y -claro-... cabello liso. Las presiones sociales para alisarse el cabello son comunes para las mujeres en distintos rincones del mundo, pero también muchas, en Brasil, Uruguay o Estados Unidos, se han rebelado.
Algunas, de manera radical.
Con rastas hasta la cadera, Gabriela Delgado, otra trabajadora de esta pequeña peluquería caraqueña, usaba alisadas extensiones hasta hace cuatro años.
"Fui a un barbero a que me pasaran la máquina porque yo necesitaba ver cómo era mi cabello natural", recuerda la estilista de 28 años. "Me decían que si yo estaba deprimida, que si me pasó algo", rememora mientras una salsa retumba en el sitio.
"No puede ser malo"
La temática fue explorada en "Pelo Malo", filme venezolano de Mariana Rondón, ganó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián en 2013.
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Cuenta la historia de un niño obsesionado con alisarse su cabello rizado para verse como un cantante de moda y visibiliza esfuerzos ciudadanos y legales por superar el racismo dentro del país, que en 2011 promulgó una ley contra la discriminación racial.
Hay exclusión, se queja Delgado.
Pone un ejemplo: "que vayas al colegio (...) y que tú con tu cabello afro no puedas entrar (...). Tienes que entrar con el cabello amarrado, tienes que ir con clinejas o tienes que alisártelo".
Paredes, por su parte, cita otro, habiendo sido víctima de discriminación laboral: "Mandé mi currículo (...) y me dijeron 'mira, no, con ese cabello aquí no entras'".
"Para la sociedad es algo totalmente normal decir que este cabello es malo", lamenta Delgado. "Este cabello no le ha hecho daño a nadie, no puede ser malo".
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