Belén de Román ha sido fiel a la curiosidad, a ensayar, a desechar, a experimentar y no descarta ningún elemento que tenga cercano o lejano hasta concluir la pensada obra de arte. Es un ritual que empieza donde casi todo termina. Le da vida a lo inservible y ensambla con pulcritud y paciencia cada pieza suelta.
Lea además: Jairo García, cantante, tallador y decorador con frutas
Se unta de grasa, de barro, toma fotografías, inunda su computador y llena su casa de chatarrería. Ha tratado de aprender todas las técnicas desde hace 21 años para aplicarlas en sus dibujos, en sus obras.
Le puede interesar: Miguel Bosé, el hijo del capitán trueno
Las piezas que tiene exhibidas en el Museo Norte de Santander y Ciudad de Cúcuta las viene trabajando desde hace seis años, desde ese día que entró a un taller de mecánica y le llamó la atención la rueda suelta en el piso y al fotografiarlos descubrió la infinita gama de colores que luego imprimó en una lámina de acero, después de practicar en cartón y lata, pero el diálogo allí no fluía, hasta elaborar la Rueda Hécuba.
“Su producción está conectada con el uso y el desuso de los objetos y con el aporte de la naturaleza, que le permite ubicar en macro esos paisajes no percatados más que por el ojo inquisidor de quien se encuentra en permanente contacto con los vegetales y las sendas, producto, en su caso, del encuentro afortunado entre su labor de jardinería y su inquietud fotográfica”, advierten Alex Brahim y Amparo Cárdenas, directora del museo, quien hace un reconocimiento a ‘nuestro patrimonio cultural, una vida dedicada a las artes y visuales, gracias a la beca de estímulo para independientes de la Alcaldía por medio de la secretaría de Cultura y Turismo.
“Es un proyecto que pretende apoyar la actividad creativa y dar un estímulo al presentar la exposición de dos artistas de esta ciudad” apuntó Amparo Cárdenas.
La selección de obras se soporta en formas geométricas bidimensionales que retan al espectador a la ilusión de sentirse frente a un paisaje del cual puede formar parte con su reflejo, permitiéndole en simultánea percatarse de esa imagen captada en lugares olvidados, oxidados, lejanos a la mirada casual y pasajera, describieron Alex Brahim y Amparo Cárdenas en el catálogo.
Las 60 piezas que César Rincón Porras expone en el museo fueron concebidas durante el confinamiento y desde la ventana ponía a imaginar a la viuda y fue plasmando pasajes de lo cotidiano hasta las remembranzas de las principales fiestas y ferias del país.
Le puede interesar: Cucuteña grabó cortometraje sobre discapacidad con el celular y está nominada en Smartfilms
En cada cuadro de 25x15, que hace el papel de ventana, juega con lo geométrico y agrega el elemento de moda: el tapabocas.
Alberto Ruiz describe en el catálogo que sus obras son un híbrido, testimoniales. “Puntualmente inserta dos lenguajes propios en una sola obra, basándose en sucesos de nuestra cultura que circunstancialmente quedaron aplazadas, pero revividas a través del prisma conciliador de la abstracción. El humor, la ironía y el sarcasmo revelan intencionalidad y personalidad del artista”.
Mientras que Amparo Cárdenas agrega: César Rincón engalana la sala con su riqueza pictórica con una narrativa propia de esta circunstancia sanitaria que nos mantuvo en un receso y aislamiento social.
