Andrea Yáñez García conjuga el verbo reciclar desde que tiene uso de razón. Su abuela, que vivía en la vereda ‘El paraíso perdido’, vía a El Zulia, clasificaba la basura para sacar los elementos reciclables y de eso vivía.
Su padre Luis Eduardo Yáñez montó la primera recuperadora en Cúcuta y después de fallecer, cuando ella tenía año y medio de nacida, su madre montó su propia recuperadora, donde hoy Andrea Katherinne es miembro activo. Reconoce que su compromiso, con ese legado, y con el medio ambiente es muy grande.
Su prioridad es que la gente tome conciencia, así como hizo ella desde que estaba en primaria y secundaria en los Sagrados Corazones.
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A pesar de aparentar un carácter fuerte, esa primera impresión se desvanece al salir a flote su nobleza y carisma.
Su apoyo se extiende al Club Rotario acompañándolos a la siembra de árboles en otros municipios como Chinácota y Villa del Rosario. Siempre haciendo hincapié en el medio ambiente.
Incluso, adelantó la jornada ‘Reciclatón’ para recolectar fondos para la fundación que atiende a niños con cáncer.
Andrea Yáñez también incursionó en el mundo del modelaje cuando tenía 14 años y aprendió el dominio de la pasarela en la academia Imágenes Modelo. Esa versatilidad le ha servido para enriquecer su personalidad. Le sobran los dedos de las manos para mencionar las actividades en que ha estado presente. Y eso lo ha logrado gracias a su disciplina y responsabilidad, porque considera que esas son las bases del éxito.
Reciclar es la base, pero sin descuidar su preparación académica. Por eso aplicó para la Universidad Libre donde terminó materias en Comunicación Corporativa y Relaciones Públicas. Allí, además de representar a la facultad ante el comité de unidad académica, fue reina de Miss Simpatía.
En estos momentos adelanta el proyecto de grado.
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También aspiró a ser socia del Club Rotaract Cúcuta III, hace dos años y medio, porque se identifica con la labor social. Y desde julio del año pasado hace parte de la junta directiva. Ha abanderado campañas para recolectar fondos dirigidos a la Fundación Batuta para la dotación de instrumentos a los niños; y en pro de otras fundaciones como la de Pequeños Guerreros.
Le encanta la labor social, el trabajo con comunidades, con niños y adulto mayor, porque “son los que más están en estado de vulnerabilidad”.
La joven cucuteña representará a la Región del Catatumbo por azar. La escogió porque el cupo para Señorita Cúcuta estaba ocupado. Sin embargo, cree que esos ocho municipios con mucha magia “se han visto poco representados en un certamen de belleza y aunque parezca banal representar a una región con toda la situación que ellos viven, también hace parte del cambio, de empezar a mostrarla y visibilizarla en estas plataformas”.
Conoce ese trabajo de resiliencia que ha tenido la comunidad del Catatumbo y se siente orgullosa de portar la banda y corona porque a pesar de ser una región golpeada por el conflicto armado ha luchado para salir adelante.
Su expectativa es grande y su idea es resaltar lo que significa el Catatumbo: “dignidad y todo el proceso de transformación que ha tenido”.
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Al mismo tiempo, sin dejar de lado, quiere “transmitir el mensaje de conciencia ambiental, de por qué es importante y cómo interiorizar esos procesos de cuidados para favorecer nuestra vida en el mundo. Porque es el cuidado del mundo, donde nosotros vivimos, para obtener unas condiciones favorables para nuestro desarrollo y el de las demás especies. Mi mayor satisfacción es que reconozcan en mí, a la representación de la mujer nortesantandereana”.
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