Durante más de cinco meses, el soldado profesional Andrés Mauricio Ortiz Gallardo ha esperado una junta médica del Ejército porque presuntamente un sargento le disparó con un arma traumática por la espalda, mientras que se encontraban en una base militar de Mutiscua.
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El militar, quien denunció la agresión, todavía no ha visto algún avance en la investigación ni aplicación de medidas por parte de sus comandantes, pues asegura que su agresor cuenta con esa arma y la usa generalmente para hacer amenazas a otros soldados.
“Mire todo el tiempo que ha pasado, a mí me hicieron una curación y me quitaron las esquirlas que quedaron en mi espalda, pero ahora tengo problemas en la columna, si hablo mucho también me empieza a doler la espalda y estoy seguro que en ese momento que me disparó, yo no era una amenaza para él (sargento), pues tenía un problema era con otro soldado”, señaló el soldado Andrés Mauricio.
¿Cómo fue el hecho?
El 7 de enero de este año, según el informe que hizo la víctima al Ejército, cuando eran las 12:00 del mediodía, en la base militar, Andrés Ortiz se estaba dirigiendo a recibir sus alimentos y en el camino tuvo una discusión con otro soldado profesional.
Los ánimos se fueron calentando y finalmente terminaron golpeándose en el lugar. Sin embargo, mientras los dos uniformados peleaban, Ortiz Gallardo sintió un fuerte dolor en su espalda que lo hizo caer al suelo y pedir auxilio, pues recibió un disparo.
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“En ese momento me senté en una silla y pregunté a los soldados quién me había disparado, ellos dijeron que fue el sargento segundo Felipe Caicedo Bahamón. Treinta minutos después de estar en esa silla aguantando el dolor, llegó el sargento a hacerme curación en la herida”, explicó el militar.
Agregó: “después le pregunté que por qué me había disparado con esa arma traumática si eso estaba prohibido en el Ejército, a lo que él me respondió, ‘agradezca que no le pegué un disparo con un fusil’”.
El soldado, que días después fue trasladado a un batallón en Pamplona, asegura que teme por su vida mientras esté en cualquier instalación del Ejército, pues según él, el sargento lo amenazó de muerte si hacía una denuncia.
“Varios superiores me han dicho que no denuncie si no quiero que me manden a patrullar, finalmente terminé siendo lo peor yo. Medicina Legal me hizo el análisis médico y me pidió una radiografía para ver cuál ha sido el daño que tengo en la espalda, pero como no se han reunido los militares que coordinan la junta médica, no me la han aprobado”, explicó Andrés Ortiz.
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Desconocían el caso
La Opinión habló con el general Omar Sepúlveda, comandante de la Segunda División del Ejército, para que explicara lo sucedido, pero señaló que desconocía el caso porque la denuncia no había sido enviada a las instalaciones de la Brigada 30.
Sin embargo, al cierre de esta edición el militar afectado, Ortiz Gallardo fue llamado desde Pamplona hasta las instalaciones del Ejército en Cúcuta, para dar a conocer su situación de salud y seguridad.
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