El proceso de paz de La Habana que se adelanta actualmente entre la guerrilla de las Farc y el Gobierno, lejos de acabar el conflicto que se vive en el país desde hace más de 50 años, va a transformar la dinámica de violencia interna y va a afectar a la región en su conjunto.
Al menos, esto es lo que cree un sector del Gobierno, que ve en una eventual firma de la paz con las Farc no el final de un conflicto, sino la mutación del mismo en un escenario aún más peligroso por la posibilidad de que actores armados venidos de otros rincones del mundo puedan tener cabida en el plano nacional y regional.
Por un lado, lo que se cree es que la guerrilla de las Farc sufrirá dos transformaciones concretas.
La primera de ellas podría darse si esta decide mantener los nexos que tiene actualmente con el negocio de las drogas.
Que gran parte de su accionar delictivo esté subsidiado por el narcotráfico, la posiciona como un actor mafioso dentro del sistema internacional. Además, la transformación en la forma de captar sus finanzas desde el secuestro hasta el narcotráfico, ha demostrado en los últimos años la importancia de este negocio al interior de las filas de este grupo insurgente.
Así las cosas, la segunda transformación que puede tener este grupo consiste en que podría convertirse en una organización que articule redes del terrorismo mundial a partir del apoyo a grupos que actúan globalmente y a otros que actúan en la región.
Esto se desprende del análisis que muestra una tendencia hacia la estabilidad del negocio del narcotráfico, junto a ciertas inestabilidades políticas y económicas de la región, lo que deja en América Latina un hueco para la gobernabilidad que puede ser aprovechado por estas estructuras criminales.
Este hueco es ideal para los grupos terroristas que intentan abrirse espacio en otras latitudes y así seguir manteniendo su nivel combativo y el ingreso de insumos financieros para el desarrollo de sus acciones.
En este sentido, las Farc, desde Colombia, gracias a la posición estratégica del país, al conflicto interno y a la falta de consolidación del Estado en términos territoriales, ha aprovechado el escenario colombiano para convertirse en un articulador de la acción de grupos terroristas y narcotraficantes dentro de la región.
Una doble dinámica tiene este grupo al margen de la ley, pues por un lado busca apoyo internacional para sus acciones terroristas y por otro lado apoya a grupos terroristas para sus acciones. Un reconocido caso de esto es el del apoyo de las Farc al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), sobretodo en entrenamiento y en algunas operaciones como en el secuestro de Cecilia Cubas, la hija del expresidente de esa nación Raúl Cubas, en 2004.
La fiscal antisecuestros de ese país, Sandra Quiñónez, ha señalado la posibilidad del fortalecimiento del EPP a partir de la incursión de miembros de las Farc que sean disidentes eventuales del proceso de paz actual. Es decir, el tema de la cercanía de las Farc con el EPP y la posibilidad de una presencia real de Hezbollah en la triple frontera en el Cono Sur (Brasil-Argentina-Paraguay), crea una red de inestabilidad que señala alertas de presencia terrorista que podría actuar de manera conjunta.
Aparte de los apoyos desde las Farc hacia estos grupos, estos desde afuera encuentran en esta guerrilla una forma de hacer negocios y de financiarse. Con Hezbollah, el intercambio de armas por dinero hace que el grupo extremista islámico tenga una forma de seguir financiando sus acciones en Oriente Medio y a su vez ayuda a mantener el parque de armamento del terrorismo colombiano. Adicionalmente Hezbollah puede proveer entrenamiento a cambio de operatividad en la región, tal y como ya se ve entre este grupo y los carteles mexicanos.
La conexión Irán
Esta conexión de grupos locales con grupos extremistas extranjeros se complejiza si se observa en el horizonte la presencia de un país catalogado como terrorista por Estados Unidos.
Para Marie Harf, portavoz del Departamento de Estado de los Estados Unidos, su país se encuentra preocupado por la influencia de Irán en América Latina, al considerar a este país como uno de los principales promotores y financiadores del terrorismo en el mundo.
La conexión con grupos como las Farc se daría por medio de Venezuela, dada la cercanía de estos dos países y el reiterado señalamiento de que algunos sectores de la oposición colombiana hacen del refugio que el país bolivariano brinda a guerrilleros.
La dinámica que se aprecia en estos momentos es de apoyo económico, en armamento y, por supuesto, la penetración de gobiernos antioccidentales en el patio trasero de los Estados Unidos.
Aunque el apoyo puede verse disminuido desde Irán hacia América Latina o desde los grupos terroristas globales hacia la región, Harf afirma que se mantiene la ayuda de algunos regímenes latinos hacia estos grupos camuflada en una sostenida relación diplomática con Irán.
Para Joseph Humire, experto en seguridad internacional, Irán estaría pensando en financiar a las Farc apenas lleguen al poder político, tras la firma de un eventual acuerdo de paz, lo que generaría un proceso similar al del grupo Hezbollah.
Dentro de la influencia que maneja Irán en América Latina, existen algunos puntos neurálgicos para el país islámico que ha sabido aprovechar a diferentes niveles, sociales, económicos y políticos.
En primer lugar está Argentina, que después del atentado a la sinagoga judía (Buenos Aires, julio de 1994), intentó hacer un juicio contra el terrorismo islámico.
Sin embargo, este intento se ha visto detenido por el ascenso de los Kirchner al poder. Algunos de estos terroristas acusados en Argentina, son ahora miembros del alto gobierno iraní.
En consecuencia, Irán ha logrado perpetrar acciones que han impactado con terrorismo internacional una región que generalmente ha hablado un lenguaje de terrorismo local y que no asimila fácilmente este tipo de acciones. A su vez, ha acercado sus relaciones políticas con el gobierno argentino, quien ha detenido la persecución a este tipo de acciones.
En segundo lugar, existe una gran influencia cultural de escuelas islámicas al sur de Brasil, lo cual demuestra una estrategia en dos vías frente a este gran país. Por un lado, la penetración cultural y por otro lado el aumento de cooperación internacional en términos gubernamentales.
El caso más crítico es Venezuela, país que ha demostrado una mayor cercanía con el régimen iraní. Hasta el momento, se ha podido establecer que estos dos países tienen una estrecha cooperación militar en las bases de Paraguaná, Morón, Maracay y Guarico (base aeroespacial). Además de los vuelos Caracas-Teherám que aterrizaban en la rampa 4 del aeropuerto de Maiqueitía durante la época en que gobernaba Hugo Chávez.
Por supuesto, el otro punto es Colombia. Irán aprovecharía el contexto del conflicto armado y la llegada de las Farc al poder político aumentaría la capacidad de influencia de todos aquellos que se consideren enemigos de Estados Unidos y Occidente. América Latina sería la punta de lanza para la ampliación de los conflictos globales y Colombia la última ficha en una gran estrategia terrorista.
Las fronteras y las rutas
Las alianzas Farc-carteles mexicanos se conoció con el arresto del ‘médico oficial del secretariado de las Farc’, Carlos Ariel Charry Guzmán, el 6 de diciembre de 2011 en Bogotá. Era dueño de rutas de droga de las Farc para el cartel de Tijuana que pagaba con armas, según estableció la Fiscalía colombiana.
Por este caso, el entonces general Harold Bedoya señaló a las Farc como el tercer cartel. Caquetá, Putumayo, Vichada, Amazonas, Norte de Santander y Meta, son los más afectados por el negocio del narcotráfico de esta guerrilla.
¿Qué coincidencias estratégicas y tácticas tienen estos departamentos?
La falta de presencia del Estado, subsanada con el fortalecimiento y emplazamiento de unidades militares como la Fuerza de Tarea Omega, en Caquetá, que presiona a los bloques Sur y Sur Occidental.
En Amazonas y Vichada quedan corredores que facilitan rutas para recibir precursores del narcotráfico y exportar producto terminado. En Vichada, el río Meta y otros que entran a Venezuela facilitan cambiar drogas por armas.
Por los ríos Guainía y Casiquiare hay conexiones con “bandeirantes”, bandas de contrabandistas brasileros ubicadas en el sur de Venezuela que ayudan a conectar carteles latinoamericanos y las Farc con el Clan Fernandino en Brasil y el Clan Desi Bouterse en Surinam.
Posacuerdo, bacrim y ¿Farcrim?
El aumento de cooperación a nivel de las organizaciones narcotraficantes del continente, además de gobiernos latinoamericanos con otros gobiernos considerados terroristas, en temas militares y posiblemente nucleares, hará que las bandas criminales resultantes de procesos como el de las Autodefensas y las posibles bandas derivadas del proceso actual con las Farc, tengan un nuevo nicho de mercado que serán los recursos como plutonio y uranio que sirvan a la industria militar internacional.
De hecho, en Norte de Santander el uranio, ese elemento químico del que tanto se habla en las películas de acción y por el que países como Irán han sido duramente castigados por la comunidad internacional por tratar de conseguirlo a como dé lugar con el ánimo de adelantar sus proyectos nucleares, está siendo buscado por la empresa Leyhat Colombia Sucursal y Hernando Luis Jácome.
En una publicación hecha por este diario el año pasado, se mostró cómo la Agencia Nacional de Minería (ANM) le dio en concesión a la empresa Leyhat 2.000 hectáreas de los municipios de La Playa y Ábrego para que, además del uranio, busque torio, niobio, tantalio, vanadio y circonio. El contrato le fue adjudicado por 30 años y vence el 12 de abril de 2041.
Además de Leyhat, Hernando Luis Jácome también busca minerales y concentrados de uranio, torio, niobio, tantalio, vanadio y circonio, en 2.000 hectáreas de los municipios de La Playa, Ábrego y Hacarí. El contrato de concesión, al igual que a la empresa Leyhat, le fue adjudicado por 30 años y vence el 1 de febrero de 2042.
En un escenario de posconflicto, con bandas criminales nutridas con los hombres de las Farc que no entreguen las armas, las mafias vendrán por esos recursos y los mercados negros de los países se nutrirán de los mismos.
En compensación, existirán bandas criminales mucho más ricas y poderosas y países vecinos con capacidad nuclear. El tiempo que pueda tomar un proceso de estos se estima en 5 años a partir de la firma de un acuerdo con las Farc.
Cinco años de mutación, lucha entre las bandas o cooperación, fortalecimiento de las rutas internacionales y de los nexos con el terrorismo global.