Corría el minuto 36 del primer tiempo en la fría noche del 12 de mayo de 1999, en el estadio Luzhniki de Moscú, y un veloz Hernán Crespo que apenas comenzaba su carrera en el fútbol europeo aprovecharía un grosero error del capitán francés Laurent Blanc, para abrir el marcador y encaminar el triunfo (3-0) del Parma sobre el Marsella, en lo que sería la segunda Copa de la Uefa ganada en cuatro años para el equipo ‘Gialloblu’.
El título, indudablemente, era la cereza en el pastel que representaba la época dorada del club, que durante los años noventa tuvo la voracidad de un gigante que arrasaba con el ejército que le pusieran en frente.
La imagen imponente de los futbolistas levantando el trofeo con la medalla sobre sus hombros, vistiendo la tradicional camiseta amarilla atravesada por franjas azules, se volvería años más tarde un ícono de lo que sería el comienzo del fin de un ‘colosso’ que después de vivir en la penumbra deleitó las mieles del triunfo en un fugaz paso por la gloria.
El Parma fue la ‘vedette’ de los noventa. El paraíso futbolero en donde todo prospecto de ‘crack’ quería aterrizar. Y se dio el lujo de tener entre sus filas a los mejores futbolistas italianos que surgían por aquel entonces: Fabio Cannavaro, Gianfranco Zola, Luca Bucci, Enrico Chiesa y Gianluigi Buffon, fueron algunos de los que llevaron al Parma a la gloria.
Pero además, por la escuadra de la región Emilia-Romaña pasaron el sueco Tomas Brolin, el francés Liliam Thuram, el colombiano Faustino Asprilla y el búlgaro Hristo Stoichkov. Era lo mejor de lo mejor de la época.
También estuvo en sus filas una banda de argentinos que comenzó a sumar kilómetros en el Viejo Continente: Juan Sebastián Verón, Ariel Ortega, Roberto Sensini, Matías Almeyda y Hernán Crespo, quien anotaría 94 goles en sus dos pasos por el Parma, para hoy ser el máximo artillero parmesano en la Serie A.
Ascendió para ganar
La particular historia del Parma les dejó un claro mensaje a los equipos europeos de media tabla que batallaban en las divisiones de abajo, sin ni siquiera llegar a soñar con pelearles un título a los perfumados de la máxima categoría.
El Parma, fundado en julio de 1913 con el nombre de Verdi Football Club, en homenaje al cantante italiano de opera Giuseppe Verdi, meses más tarde fue rebautizado como Parma Football Club.
Durante los años 70 y 80 el equipo ‘Gialloblu’ estuvo deambulando por la Serie C llegando a disputar cuatro promociones para la Serie B, con Arrigo Sacchi como director técnico.
En 1985, Sacchi lleva al equipo hasta la Serie B, y cuatro años más tarde el Parma, ahora conducido por Nevio Scala, logra ascender a la Serie A en lo que significaría el primer gran éxito de un panorama de títulos que iba a abrirse varios años después.
En su segunda temporada en la Serie A, el Parma gana la Copa de Italia derrotando en una serie de ida y vuelta a la Juventus de Turín, equipo con el que mantendría una férrea rivalidad en las copas internacionales y en la liga local.
En la tercera temporada en la primera categoría, Parma lleva a su vitrina el primer título internacional: la Recopa de Europa ganada en Wembley tras vencer 3-1 al Royal Antwerp de Bélgica.
Tan solo un par de meses después, los ‘Gialloblu’ vuelve a estar en las portadas de todos los diarios, esta vez levantando la Supercopa de Europa después de vencer al Milán con un agónico gol en los minutos finales del compromiso.
Después de quedar dos veces por detrás de la ‘Juve’ en el campeonato italiano, en 1994 y 1995, el Parma conquista su primera Copa de la Uefa nada menos que ante la ‘Vecchia Signora’.
En aquel equipo convivían jugadores de la talla de Fernando Couto, Gianfranco Zola, Stefano Fiore, Dino Baggio y Faustino Asprilla, que había llegado al Parma en 1992, siendo apenas un jovencito que enamoró al mundo del fútbol en un campeonato preolímpico que jugó con la selección Colombia en Paraguay.
Cuatro años más tarde de su primera gesta europea, el Parma gana dos títulos en una sola temporada (1998-1999). Levanta nuevamente la Copa de la Uefa y gana también la Copa de Italia.
Con el doblete en el bolsillo, el Parma se paseaba por las canchas de Europa luciendo la brillantez y el buen porte que le daban sus figuras.
Pero el brillo de la gloria no siempre los iba a acompañar, y el manejo desmesurado de sus dirigentes, guiados por Calisto Tanzi, fundador y director ejecutivo de la multinacional Parmalat, los llevaría literalmente a la ruina.
En 2003, Tanzi fue detenido y acusado por la justicia italiana por cometer fraude empresarial y bancarrota.
Parmalat, que solventó el encanto de la victoria del Parma en los noventa, se hundía con un vacío en sus arcas de aproximadamente 14.000 millones de euros.
El final anunciado
Después de descender, en 2008, a la Serie B, el Parma regresaría a la primera división apenas un año después.
Sin embargo no escaparía a su trágico final.
Tras una temporada en el sótano de la Serie A, perdiendo puntos en el escritorio al ser demandado por viejos acreedores, trabajadores y futbolistas; el Parma se declaró en quiebra en marzo de este año y aunque esperó con anhelo que alguno de los nuevos jeques le extendiera una mano con petrodólares, se quedó esperando y ahora deberá empezar desde cero, jugando en la cuarta división del fútbol aficionado en Italia.
El triste epílogo de un equipo que emergió entre los clubes más humildes de Italia para a convertirse durante una década en un ‘titán indomable’.
La del Parma es la historia de un sencillo obrero que se topó con la fortuna de la noche a la mañana, y mientras la disfrutaba se fue quedando solo hasta morir de hambre.