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Frontera
La frontera sigue igual, un día después de la reapertura comercial
Peatones mostraron malestar por la reorganización de las vallas y los controles migratorios.
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Miércoles, 28 de Septiembre de 2022

Cuando se cumplían este martes 24 horas del cruce de los primeros camiones de mercancía que atravesaban la frontera entre Colombia y Venezuela por los pasos legales, después de siete años, en el sector comercio de La Parada, en Villa del Rosario, se respiraba un ambiente de desagrado. 

Los miles de transeúntes que cruzan a diario el Puente Internacional Simón Bolívar, unos 30 mil, según estimaciones de Migración Colombia, calificaban como un “engaño” el anuncio de la reapertura celebrada este lunes y que atrajo la atención de la prensa, nacional e internacional. 

Y es que el efecto que generó el acto protocolar que encabezó el presidente Gustavo Petro y una delegación venezolana para anunciar que se retomaba el intercambio comercial binacional, fue interpretado por muchos como un “borrón y cuenta nueva” que eliminaría las barreras de los controles migratorios.

Desde las 7:00 de la mañana de ayer, ya iniciaba el alto flujo de peatones que también mostraban disgustos por las barandas que Migración Colombia dispuso a cada lado del puente para encarrilar a los ciudadanos por la acera, en un espacio mucho más pequeño del que antes disponían para movilizarse.


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De acuerdo a la información que aportaron las autoridades migratorias durante el alistamiento para la reapertura, estas barreras se colocaron así para proteger a los  transeúntes de las tractomulas y camiones que se espera circulen por el viaducto internacional. 

“No ha cambiado, todo está igual, fue puro show eso. Lo único diferente es que hay más vallas y mucha más gente. Nosotros pensamos que iba a estar abierto, por lo menos el tránsito y que se iba a ver como se ve allá (Venezuela)”, dijo Heliana Ontiveros, al cruzar a Colombia para hacer algunas compras.

Nelida Guerrero, otra transeúnte que viaja a diario para traer a sus hijos venezolanos a clases en Villa del Rosario y llevarlos de regreso a San Cristóbal, dijo que todo estaba normal y que ayer se encontró “lo mismo de siempre”. 

La señora, como la mayoría, espera que la situación  mejore para que vuelva “la humanidad y el carisma” que se respiraba antes de la ruptura de relaciones entre los dos gobiernos, un amargo pasaje que para muchos definió la política de gobierno de Iván Duque, pero que el presidente Gustavo Petro ha prometido no repetir.  


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“Siguen pidiendo el carné fronterizo y para los nuevos no hay manera de sacarlo porque ese sistema ya no abre. Seguimos en lo mismo, nada cambió. Todo el mundo pensaba que esto se iba a acabar, pero no eso no se ha visto”, comentó Gregoria Díaz, una venezolana que viajaba desde Capacho, en Táchira, hacia Cúcuta. 

Por abajo, sí

Los carretilleros que se ganan la vida cargando equipajes de un lado a otro de la frontera también estaban expectantes. 

Dijeron que todo estaba igual, solo que con mayor volumen de gente. Algunos para probar, pasaron de las trochas al puente para ver si aumenta el tránsito. Otros, decían que prefieren el paso legal porque el trabajo es menos ‘pesado’.

“Yo bajo a las trochas rara vez. La diferencia es que hay cosas que por allá pasan y por aquí no. Por ejemplo por aquí no puedes pasar un colchón, una cama, un juego de muebles”, Edwin Ruiz, carretillero de La Parada.    

Remo Anyeluchi, otro carretillero, cree que aunque se abran los puentes internacionales, la movilidad por los pasos ilegales no se detendrá. “Abajo no hay controles. Aquí uno pasa maletas y pero por la trocha las carretillas tienen llantas de carros que cargan hasta 400 kilos. Pasamos bultos de mercancía, motores, repuestos”, contó. 

controles

 

Que pueda pasar el transporte

Los transeúntes venezolanos y los colombianos que transitan de lado a lado por el puente lo hacen en su mayoría por citas médicas, para la compra de medicamentos, alimentación, artículos de higiene y para hacer diligencias personales. 

También están los padres de niños venezolanos que estudian de este lado de la frontera y que pasan el puente caminando para que los recoja el transporte escolar. 

De acuerdo a los últimos registros oficiales, Cúcuta alberga 25.059 alumnos venezolanos y Villa del Rosario 3.629. La matricula total del departamento supera los 28 mil estudiantes extranjeros.

Los padres de estos niños y adolescentes esperan que pronto el transporte pueda cruzar el puente para buscar a los niños del otro lado, como no ocurre desde hace seis años.


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“Ayer no tuvieron clases pero ya hoy volvimos a la rutina y este viaje que nos toca todos días. Lo que todos pedimos es que se abra ese paso para los carros y que la ruta llegue a la parada en Banderas (San Antonio) por lo menos, como era antes”, dijo Katherine Rendón, madre de un niño que estudia en el Megacolegio Institución Educativa La Frontera.

A la espera

El rostro de La Parada, en los alrededores del puente internacional, mostraba el mismo dinamismo que semanas anteriores, solo que ayer comenzaba a elevarse el caos que reinaba antes de la instalación de las vallas de Migración Colombia. Las mismas que a solicitud de la alcaldía de Villa del Rosario se comenzaron a retirar a finales de junio, en preparación para la reapertura.

Vendedores ambulantes, carretilleros, taxistas, transporte ilegal, motorizados que van de un lado a otro, comida callejera y otros servicios que se ofertan sin ningún control policial ni sanitario se apoderaron de los espacios que este lunes lucían impecables por la visita presidencial.


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Durante las  reuniones técnicas que se hicieron días previos a la reapertura, las autoridades departamentales y municipales informaron que el nuevo modelo de intercambio binacional contemplaba la salida de los comerciantes ambulantes de la zona para ser reubicados, pero como ocurrió con otros  anuncios, este no ha dejado de ser una promesa.

El reordenamiento del espacio público forma parte del proyecto para convertir a La Parada en un centro comercial a cielo abierto. El alcalde de Villa del Rosario, Carlos Socha le entregó al presidente Gustavo Petro un documento donde solicita recursos para ese y otro planes.

defensor

 

Definir la situación de 1.200 niños 

El Defensor del Pueblo, Carlos Camargo, hizo una visita de carácter humanitario al paso fronterizo con Venezuela para conversar con los ciudadanos sobre los retos que, en materia de derechos humanos, enfrentan en el marco del restablecimiento de relaciones entre los dos países.

Consideró fundamental que se revise el tránsito de migrantes en situaciones de precariedad económica, sin la documentación legal necesaria y en condiciones de vulnerabilidad. 

Dijo que hay que estar vigilantes para lo que pasa por ‘debajo’ de los puentes fronterizos, y evitar vulneraciones a los derechos humanos, de manera particular la trata de personas o la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes.

Camargo  recordó que, según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), hay un registro de 1.200 niños, niñas y adolescentes venezolanos que se encuentran en Colombia bajo protección y en el marco de un proceso administrativo de restablecimiento de derechos.


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“Es urgente encontrar una salida institucional para que los menores de edad no permanezcan indefinidamente en hogares de paso o instituciones”, agregó.

La Defensoría ha puesto la mirada en la región donde la población migrante atraviesa distintas amenazas,  algunas que la convierten en blanco de actores armados ilegales y de las organizaciones criminales en las zonas de frontera.

Lo que debe saber

Los venezolanos que deseen ingresar a Colombia pueden hacerlo presentando cualquiera de estos documentos: 

1. Cédula venezolana con la Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF).

2. Permiso por Protección Temporal (PPT).

3. Pasaporte venezolano vigente y sellado. 

La Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF) o carné fronterizo no está disponible en la plataforma digital de Migración Colombia, pero una de las apuestas de esta reapertura es habilitarlo en los próximos meses. 

No está permitido el ingreso de algunos productos de origen vegetal y animal de Venezuela hacia Colombia sin el cumplimiento de los requisitos exigidos por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA).

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