Los talleres deportivos se convirtieron en una alternativa exitosa para tratar la integración en ciudades como Cúcuta, a donde han llegado cientos de refugiados desde Venezuela, buscando otras alternativas de vida.
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Y es por ello que, en pro de adelantar un trabajo humanitario en el país, la organización Bethany Christian Services, dentro de su plan de trabajo para prestar servicios para refugiados en distintas zonas colombianas como Cúcuta y Bogotá, puso en marcha programas de promoción del deporte a fin de generar un gran impacto en las comunidades locales de familias refugiadas, logrando que mejoren sus condiciones anímicas y psicológicas.
De acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, desde mediados de junio hasta mediados de julio al menos 167 personas (50 familias), 120 de nacionalidad venezolana y 47 pertenecientes a una comunidad indígena Wayú, se desplazaron desde el Estado de Zulia, sector Caño Motilón (Venezuela), hacia la zona rural de Cúcuta, en Norte de Santander.
Una situación preocupante pues las cifras de desplazamiento y familias refugiadas en el Norte de Santander vienen en crecimiento. Según la Defensoría del Pueblo, este departamento fronterizo es el segundo a nivel nacional con más niños refugiados.
Sin embargo, desde 2019 la organización Bethany ha implementado cerca de 156 talleres deportivos dirigidos a los beneficiarios, en los cuales se ejecutan talleres enfocados en espacios deportivos, actividades lúdicas y recreativas, logrando así un desarrollo de las habilidades sociales de los niños, niñas y adolescentes.
William León Higuera educador deportivo para B.C.S, explicó que si bien la organización Bethany Christian Services se encuentra trabajando en el país desde el año de 1984, la gran apuesta que tienen es promover el deporte y los estilos de vida para los niños, niñas y adolescentes de la población venezolana que busca refugio en Colombia.
“Creemos que a través del deporte, actividades lúdicas, recreativas y entornos infantiles podemos lograr que los menores de edad mejoren su sentido de amor propio, sus condiciones psicológicas, al tiempo que se mantienen alejados de caer en la explotación laboral infantil o en situaciones de violencia.”, indicó William León Higuera.
En Norte de Santander, dicha organización ha beneficiado a más de 500 niños, niñas, adolescentes y jóvenes desde el 2019, con actividades deportivas, extra deportivas, artísticas, culturales y sociales, que ayuden como proceso y herramienta de cambio para formar, proteger educar, favorecer y permitir el crecimiento de los niños, niñas y adolescentes de la región.
En ese sentido, aspectos como el físico, psicológico, social y ético se han convertido en los pilares para adelantar interacción, conductas asertivas, o simplemente, evitar la soledad, de acuerdo con un estudio de la Universidad del Valle. De hecho, esta Institución de Educación Superior, en su investigación explica que los deportes competitivos, como el fútbol o el atletismo, son los más practicados, pues dan salida a sentimientos como la incapacidad, la frustración, el autoconcepto y la autoestima.
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Adicionalmente, este tipo de competencias invitan a que los jóvenes se integren y participen en actividades de las cuales obtengan satisfacción personal y los lleve a vivir una vida plena con bienestar integral.
Apoyo a familias migrantes que vienen de Venezuela. (Foto: Organización Bethany)
Cifras de abandono en la niñez
Según información del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF alrededor de 4.334 niños, niñas y adolescentes están en búsqueda de una familia. Del total de esta cifra, el 69 % fueron declarados en adoptabilidad y apenas un 3,5 % se reintegró a su núcleo familiar.
Actualmente, 63.994 niños, niñas y adolescentes se encuentran hoy bajo protección del ICBF por diferentes razones, y además, están atravesando procesos administrativos que buscan restablecer sus derechos.
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De hecho, desde 2014 la cifra de abandonos ha crecido anualmente, siendo más repetitivo este escenario en Antioquia, Bogotá, Valle del Cauca, Cundinamarca y Caldas. Sin embargo, aunque estos menores están a cargo del ICBF, teniendo la oportunidad de gozar de un techo, comida, educación y protección, hay quienes cumplen la mayoría de edad sin lograr encontrar una familia.
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