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Bajón en el envío de remesas a Venezuela
La situación económica se ha puesto dura, porque lo poco que me pueden enviar no me alcanza para nada
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Keila Vilchez
Keila Vílchez B.
Sábado, 6 de Junio de 2020

Yo vivo en Cúcuta con mi hermano y mi mamá, pero viajé a Venezuela a buscar unos documentos que necesitaba cuando decretaron la cuarentena, y no pude regresar. Mi hermano que trabajaba como vendedor en una tienda de yines se quedó sin trabajo y está vendiendo pasteles en la casa, por encargo, mientras pasa esto de la COVID-19. La situación económica se ha puesto dura, porque lo poco que me pueden enviar no me alcanza para nada”, cuenta Raiza Rincón, venezolana.

Carlos Rodríguez, venezolano del estado Carabobo, habitante del municipio de Villa del Rosario, está viviendo una situación similar a Raiza, solo que él es quien envía el sustento a su madre y hermana en el poblado de Guaraca en Venezuela.

“Tengo un mes y medio que no he podido enviar ni un peso para mi familia y eso me tiene preocupado, porque allá cada día los alimentos se ponen más costosos”, dice Carlos, quien enviaba en promedio 100.000 pesos mensuales para sus dos parientes. Esto en bolívares son 4 millones 350 mil, que equivalen a 5 salarios mínimos en Venezuela (Bs. 800.000 mensual), alrededor de 28 dólares.

“Eso me alcanza para comprar un kilo de harina pan 200.000 bolívares, un kilo de queso en 650.000, un cartón de huevos en 660.000, pollo (el kilo está en casi 300.000), un kilo de pasta por 290.000, y el litro de aceite casi 600.000 ”, dice Raiza Rincón.

En esa compra Raiza suma 2.700.000 bolívares, es decir, que en seis productos básicos de alimentación, se gasta el 62% del dinero que recibe desde Colombia.

En el estudio ‘Situación de migrantes venezolanos recientes en el contexto del COVID-19’, hecho por el Observatorio Venezolano de Migración (OVM) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en Venezuela, el 80% de los encuestados para ese informe reportó que tiene carga familiar bien sea en los países receptores donde residen actualmente o en Venezuela.  

“Según la ENCOVI 2018 (Proyecto Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana) se calculó que casi medio millón de hogares eran receptores de remesas, pero con posterioridad a esa medición aumentó considerablemente la intensidad de la emigración venezolana con lo cual las estimaciones más recientes reportan que las remesas llegan a más de 2 millones de hogares. Los pronósticos apuntan a que quienes tienen responsabilidades por cargas familiares en Venezuela, enfrentarán dificultades para el envío de ayudas económicas/transferencias al país y ello hará recular de nuevo la capacidad de consumo que había experimentado cierta reactivación en el año 2019”, indica el informe.

La pérdida de empleo es una de las principales consecuencias que ha traído consigo el confinamiento a causa del coronavirus. Y en el caso de los trabajadores migrantes es más significativo porque en su mayoría laboran en la informalidad o en pequeños emprendimientos, que carecen de toda sostenibilidad económica. Y esto aplica a los venezolanos en todos los países de Latinoamérica, que son el grueso que enviaba remesas a sus familias hasta las agencias de giros internacionales en Colombia.

El efecto dominó fue significativo. Sin productividad es imposible enviar dinero a sus familias hasta Colombia y de aquí a las que están en Venezuela.  

En el estudio se enfatiza que el 42% respondió haber perdido sus empleos y el 46% dijo tener trabajo; sin embargo, entre estos últimos la situación común es que el 22% respondió que se encuentra en sus casas sin laborar, 10% tiene empleo y sale a trabajar sin autorización y solo 3% hace el trabajo desde su casa.

“Los resultados obtenidos de este sondeo han revelado que alrededor de 9 de cada 10 encuestados declaró que sus ingresos por trabajo han disminuido durante el último mes”, indica el documento.

“Mi hermano vive en Chile, donde trabaja como taxista, y él nos ayudaba una vez al mes con el envío de giros. Nosotros veníamos hasta Cúcuta, cambiábamos, comprábamos comida, y lo que nos quedaba lo cambiábamos en dólares y nos los traíamos hasta San Cristóbal”, relata Juliana Gutiérrez, del estado Táchira.

Giros

En Norte de Santander, la recepción de giros internacionales cayó abruptamente. Las cifras indican que diariamente se estaban haciendo en las nueve oficinas de Western Union, en Cúcuta y Villa del Rosario, unas 2.800 transacciones; hoy estas apenas rondan las 300 y 400 diariamente.

La coordinadora Regional Oriente de Western Union, Katy Andrea Buitrago, explicó que la situación de la pandemia afectó mucho la productividad ,que cayó un 85%. “Hoy cerramos una de las agencias en Cúcuta, la que se encontraba en la calle 12, porque no había el aforo necesario para mantenerla abierta. Ahora solo están funcionando ocho oficinas”.

“Por ejemplo ayer (primero de junio) hicimos 347 transacciones y pagamos 202 millones de pesos; antes pagábamos unos 700 millones de pesos diarios”, detalló Buitrago.

Esta caída de los giros trae consigo una reacción en cadena en la dinámica económica de la ciudad e incluso del área metropolitana. Sobre todo tomando en cuenta que las estimaciones hechas por Buitrago dan cuenta de que entre el 60 y 70% de estos dineros se quedan en la economía cucuteña.

Estos $700 millones diarios son al mes unos $21.000 millones, que anualmente se traducen en 252.000 millones de pesos. Si aplicamos ese 70%, son $176.400.000.000 que se estaban quedando y moviendo en la ciudad.

“El 90% de nuestros clientes son venezolanos. Esto afecta a cadenas de supermercados, droguerías, porque además de los alimentos también vienen a comprar medicamentos. Nosotros encuestamos a nuestros clientes para saber qué productos salen a comprar con esas remesas y aparte de alimentos no perecederos y medicamentos, también llevan productos para bebés como pañales y leche”, detalla.

Sostuvo que los planes de expansión de las grandes cadenas de supermercados nacionales tomaban en cuenta los puntos de oficina de estas agencias de giros para abrir nuevas tiendas.

La Cámara de Comercio de Cúcuta hizo un informe de monitoreo sobre el impacto económico de la COVID-19 en la región, y el 59% de los encuestados manifestó haber tenido que cerrar por completo sus establecimientos, mientras que el 54% respondió que tuvo que reducir el número de trabajadores en sus empresas.

BID: impacto económico en la migración

En el estudio ‘Migración en la región andina: impacto de la crisis y expectativas a mediano plazo’, que hizo el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se indica que las remesas han pasado a ser uno de los flujos más importantes de ingreso para las familias en Venezuela. El informe concluye que la pérdida de empleos, la baja en los salarios y el retorno de los migrantes, afectarán este ingreso.

“Según cálculos basados en los resultados de la migración de retorno, sumados a los obtenidos por Orrenius y Zavodny (2016), se podría esperar una disminución de aproximadamente un 30% en el flujo de remesas provenientes de Colombia”.

Las remesas constituyen una fuente de ingresos muy importante para el venezolano que se quedó mientras sus familiares migraban. En el estudio el BID señala sobre este aspecto: “los flujos de remesas hacia Venezuela –según datos del Banco Central de Venezuela - fueron de alrededor de US$2.000 millones en 2019 y se han constituido en una fuente sustantiva de recursos para los hogares. A este flujo se deben agregar los recursos que son enviados directamente desde el exterior a través de plataformas digitales”.

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