Un millonario lenguaraz y sin ideología ni partido irrumpió en las presidenciales de Colombia. Rodolfo Hernández, de 77 años, sacó a la derecha de la contienda y podría atajar la llegada de la izquierda al poder.
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Su fórmula: un programa anticorrupción como solución para todos los males. Su estrategia: una personalidad errática y desparpajada próxima a la gente común.
Hernández se presenta como un antisistema, defensor del capitalismo y la austeridad. Atrajo focos con propuestas como cerrar embajadas para condonar créditos estudiantiles, que todos los colombianos conozcan el mar o deportar a miles de migrantes venezolanos indocumentados.
En entrevista reciente con la AFP advirtió que habrá una "lucha de clases" si no se reduce la pobreza y acusó a los políticos corruptos de tener "destruidos" a los colombianos, aunque su aspiración avanza a la sombra de una imputación judicial por presunta corrupción.
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El imprevisible ingeniero, que tasa su fortuna en 100 millones de dólares, aterrizó al balotaje como un outsider y relegó a la derecha en el poder con casi seis millones de votos en el primer turno. Entonces se jactó del inesperado resultado desde su finca y en bañador. El domingo se medirá con el izquierdista Gustavo Petro.
Hernández se convirtió en la piedra en el zapato de Petro, que pasó de ser favorito en todas las encuestas a empatar en la intención de voto con el millonario. La derecha y los partidos tradicionales, temerosos del izquierdista, le expresaron su apoyo pese a que fueron blanco de sus críticas en la campaña.
Rápidamente Hernández marcó distancia: "Yo recibo los votos pero no les cambio el discurso".
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Augura que conducirá al país por la senda de la prosperidad solo con "sumar", "restar" y "ahorrar", y repite una y otra vez: "No robar, no mentir, no traicionar y cero impunidad".
El anciano "medio calvo" hizo fortuna construyendo y vendiendo a crédito urbanizaciones para los pobres en su natal Piedecuesta (norte) durante los años setenta.
A finales de 2015, fue elegido alcalde de la vecina Bucaramanga, la capital del departamento de Santander con 600.000 habitantes. En campaña prometió miles de viviendas gratis que nunca fueron entregadas, pero ganó adeptos al derrotar a los clanes políticos tradicionales y sanear las finanzas públicas de la ciudad.
A punta de Facebook y TikTok se dio a conocer en el resto del país. Desde allí hace videos divertidos o llama "ratas" (ladrones) y "corruptos" a los políticos.
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Bofetada
Un escándalo que quedó filmado lo persigue. En 2018 abofeteó a un concejal que acusó a uno de sus cuatro hijos de corrupción.