La importancia crucial de la libertad de prensa en la defensa de los Derechos Humanos y el impacto de sus limitaciones en todas las libertades fundamentales han quedado especialmente patentes durante las recientes emergencias que han afectado al mundo, desde la pandemia de la COVID-19 hasta crisis electorales, conflictos armados o problemas medioambientales.
Así lo reseñó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con ocasión del treinta aniversario del Día Internacional de la Libertad de Prensa.
Pero los motivos de alegría son pocos, porque la misma institución consideró que los intentos de silenciar a los medios de comunicación siguen multiplicándose en el planeta, y a los viejos métodos de censura, violencia y acoso se suman ataques digitales cada vez más generalizados. Cuando se reprimen las libertades de expresión y de los medios de comunicación, “todas nuestras libertades corren peligro”.
Ojalá esto sea tenido en cuenta por los gobiernos y las instituciones proclives a incurrir en prácticas como esas, porque los resultados terminan siendo desastrosos ya que la mordaza a quienes informan termina llevándose por delante los derechos de las personas. Es tan delicado un escenario de esos, que la libertad de expresión, el libre flujo de la información y la libertad de prensa son consideradas por la Unesco como condiciones previas para los logros de los objetivos del desarrollo sostenible de la agenda 2030.
En estos tiempos en que la humanidad se vanagloria de la comunicación global, en el lado oscuro persisten los peligros para intentar amordazar pero también el de la información falsa que abunda y se difunde descontroladamente.
Quien lo creyera, pero de acuerdo con la Unesco, sin libertad de prensa y expresión, el mundo queda condenado a no poder eliminar la pobreza y el hambre, preservar la biodiversidad y promover el desarrollo sostenible, o construir instituciones transparentes.
El organismo de la ONU agregó que ambas herramientas son indispensables en la lucha por los derechos de las minorías y las personas marginadas, para combatir todo tipo de discriminación, para construir espacios cívicos diversos e inclusivos y para sostener democracias resilientes.
Resultan llamativas otras consideraciones de la institución global en torno a la importancia de la libertad de expresión para el desarrollo de otras tareas de la humanidad, con el fin de hacerla ver como algo inherente al ser y su desenvolvimiento.
En ese sentido indicó que está estrechamente relacionada con otros derechos del mandato de la UNESCO, como el de la educación, que se basa en el acceso a información fidedigna y en el derecho de académicos y profesores a expresarse libremente, al igual que la libertad artística y la expresión creativa.
Y en la contracara figura el informe de Reporteros Sin Fronteras, en cuyo mapa ya no hay ningún país en verde, que indicaba una buena situación. Venezuela se mantiene en el puesto 159, México en el 128 figura como el país con el mayor número de periodistas desaparecidos en el mundo y Nicaragua y Cuba continúan en los últimos lugares.
Colombia se encuentra en el puesto 139 como uno de los peores países para desarrollar el ejercicio periodístico y en temas relacionados con la libertad de prensa.
Como conclusión es bueno tener para el debate que Reporteros Sin Fronteras nos recuerda el aumento de la agresividad del poder en muchos países, la creciente animadversión hacia los periodistas en las redes sociales y el mundo virtual, mientras que la industria del engaño está en auge, llevando a la propagación masiva de la desinformación y al desarrollo de herramientas para fabricarla.
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