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Editorial
La afrenta de ‘El Chapo’
Para el presidente Peña, el problema no ha sido ni es ‘El Chapo’ ni los demás capos, sino la violencia desatada por ellos y por otros.
Martes, 14 de Julio de 2015

La cinematográfica fuga del narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán por un túnel que, no hay duda, es una verdadera obra de milimétrica precisión ingenieril, es, en términos llanos, una afrenta para México y una burla para el alicaído presidente Enrique Peña Nieto y su limitado poder.

Limitado —casi todos los analistas coinciden en calificarlo de mediocre—, porque buena parte de México hace lo que deciden los narcotraficantes; otra, los gamonales de los pueblos; otra más, lo que predican las iglesias, incluida la católica, y el resto, lo que pueden las autoridades, incluido, por supuesto, el presidente.

Para Peña, el problema no ha sido ni es ‘El Chapo’ ni los demás capos de mafias del narcotráfico, sino la violencia desatada por ellos y por otros sectores delictivos, que acumula ya más de 100 mil muertos en solo ocho años y amenaza con agravarse.

Porque con la fuga de Guzmán no se prevé cosa diferente del cobro de cuentas pendientes, la retaliación aguantada desde hace año y medio, cuando lo capturaron en un condominio de Mazatlán, y la venganza criminal acostumbrada entre las bandas de traficantes, consideradas entre las más violentas del mundo.

Porque ‘el general’, como lo llaman sus hijos, buscará retomar su lugar de capo de capos, pero no lo hará respaldado solo por su fuga y su trayectoria al margen de las leyes, sino en el poder de fuego de sus fusiles de asalto ‘cuernos de chivo’ (AK47) y de sus hombres y mujeres, que son varios cientos, todos dispuestos a lo que sea.

Recursos no le faltan a este hombre que llegó a ser calificado como el séptimo más rico del mundo. Y prueba de ello es el impresionante túnel de mil 543 metros de largo y 1.70 metros de alto, dotado con sistema de iluminación y ventilación, carrilera para una moto adecuada para ir sobre ella, con entrada en un desagüe de las duchas del penal y salida en una casa aislada, en una zona de cultivos.

Las características del túnel llevan a pensar que para hacerlo en 16 meses fue necesario echar mano de muy buenos ingenieros, excelentes equipos de precisión, y quizás altos niveles de corrupción. De otra manera no hubiera sido posible la fuga, la segunda del capo en 15 años.

Y el dinero, de ‘El Chapo’ y de otros capos, precisamente, es el que no ha sido blanco de la acción oficial mexicana. Los delincuentes se sienten de verdad golpeados y cometen error tras error cuando el Estado cae sobre sus cuentas corrientes y sus propiedades.

Hoy, México afronta la vergüenza colombiana de cuando se fugó Pablo Escobar de La Catedral, que se lavó con la muerte a tiros del capo antioqueño en el tejado de la casa donde vivía en Medellín. El hecho de que el gobierno mexicano tenga en prisión a varios líderes de los carteles queda sin valor ante la fuga de ‘El Chapo’.

En este sentido debe estar pensando Estados Unidos, que insistió varias veces para que México le enviara a ‘El Chapo’, contra quien tienen un cúmulo de procesos por narcotráfico. Pero México se negó, argumentando que estaba muy seguro.

Pues, ahora parece que no era tal la seguridad. Para Estados Unidos hubiera sido preferible que se fugaran todos los demás capos, antes que Guzmán.

Para recapturar a ‘El Chapo’, los dos países tendrán que esperar unos días, y luego seguir el rastro de sangre y de violencia sin límite que el capo irá dejando por todo México —y el exterior—, en su tarea de reconquistar el poder perdido, que parece no ser mucho, a juzgar por todo lo que hizo para huir, sin que nadie se diera cuenta.

 

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