Que llueva y en un día 30 barrios de Cúcuta sufran inundaciones y en el área metropolitana se registren colapsos de toda índole, sumado a la destrucción de una vía en Villa del Rosario, ratifica la urgencia de trabajar en varios frentes proteger a la región frente a los efectos del cambio climático con lluvias torrenciales y sus fuertes temporadas  secas.

Si vamos por partes, debemos recalcar que la capital de Norte de Santander y sus municipios aledaños tienen, sí o sí, que emprender un gigantesco y millonario proyecto para el desarrollo del alcantarillado de aguas lluvias.

La red pluvial no es ni un lujo ni un asunto innecesario como se creía en el pasado, porque por aquí las lluvias no eran tan torrentosas ni tampoco se registraban con tanta frecuencia. Todo ha cambiado.

Por esa sencilla razón, dentro del planeamiento urbano ahora ese asunto relacionado con  el sistema para conducir las aguas de los aguaceros tiene que estar dentro de los pilares esenciales, para evitar severas complicaciones, como las que estamos viviendo. Los expertos han dicho que un plan maestro de alcantarillado pluvial para ponerle fin al caos que se  registra cuando llueve en la capital de Norte de Santander  al igual que en Villa del Rosario, Los Patios y otras localidades vecinas, puede estar costando unos $500.000 millones.

Y esto ya no es una cuestión quimérica, pues en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Cúcuta se habla precisamente de un proyecto de esa envergadura que cubra a todo el municipio, porque de acuerdo con datos que  se manejan, en la ciudad existe un sistema de alcantarillado  combinado (sanitario y pluvial) de 11,64 kilómetros y uno pluvial de apenas 6,25 kilómetros.

Mientras llueve, lo único que se ha sabido es que en la Ventanilla Única del Viceministerio de  Agua, el alcalde Jairo Yáñez  consignó el citado plan, en el pasado gobierno, cuando incluso se le dio viabilidad técnica, pero no le asignaron los recursos.

Por lo tanto, para que esta iniciativa, que no solo incluye la consultoría, sino los diseños a fase tres de los ocho puntos críticos principales más otros 40 que se tienen identificados, no vaya a ‘ahogarse’, es recomendable hacer gestión para que la actual administración le dé el apoyo financiero que se necesita para ejecutarlo.

A simple vista se diría que es más fácil adelantar la misión, porque ya está radicado y lo necesario es insistir en que así como ayudará a mejorar las condiciones de la ciudad podría impulsar la generación de empleo y darle un impulso desde el punto de vista de competitividad.

Y en cuanto a lo sucedido en la vía de Villa del Rosario, resulta indispensable que la gestión de riesgo adquiera una fortaleza económica,  institucional y jurídica para que tenga  una mayor incidencia de tipo transversal  en todo lo relacionado con la mitigación y la misma ejecución de las obras  públicas.

Los efectos climáticos van más allá de las inundaciones, deslizamientos y avalanchas, porque la contratación estatal y el compromiso de quienes obtienen las licitaciones públicas implica una lucha contra la corruptela y las prácticas de utilizar materiales de baja calidad o de acudir a los sobrecostos y las constantes  ampliaciones de los contratos.

Blindar a la ciudad y a la región contra toda la cantidad de amenazas que se ciernen como consecuencia de los fenómenos de La Niña, El Niño y la crudeza del clima en sus diferentes factores, pasa por sacar adelante planes como el del alcantarillado pluvial, cuidar los recursos para que las inversiones se nutran con trabajos bien hechos y que la contratación priorice el beneficio general, alejándola de los vicios que tanto daño le han provocado al país.

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