Escoger en qué deporte encarrilar al niño cuando empieza a desarrollar su sistema motor y a adquirir destrezas físicas, tiene más influencia en su formación integral a futuro de la que muchos padres de familia puedan imaginarse.
Es una elección a la que casi siempre los papás o responsables de los pequeños se enfrentan sin tener argumentos de peso que los motiven a inclinarse por una u otra disciplina, y terminan escogiendo lo primero que encuentran, lo más cercano a la casa, lo que demande menos tiempo y en lo que no tengan que gastar mucho dinero; que muchas veces resulta ser la elección más cómoda para el papá, y no para el niño.
No está mal que la mayoría de niños se inclinen por el fútbol y las niñas por el patinaje o el tenis, pero bien valdría la pena enterarse de lo que pueden aportarles a la formación de los menores otras disciplinas tal vez menos conocidas, como el karate sho to kan.
Por estos días, en Cúcuta toma fuerza una iniciativa que busca insertar la práctica del karate en la agenda curricular de los colegios y demás instituciones educativas, empezando por los jardines infantiles y preescolares.
El responsable del proyecto, que ya fue radicado en varias instituciones de Cúcuta, es el maestro Carlos Correa, quien después de dedicarle más de media vida al aprendizaje y estudio del karate y de la cultura japonesa, decidió retornar a sus raíces y devolverles a los niños todo el conocimiento que ha adquirido.
Cambiar la falsa percepción que tienen las personas del karate, y en general de las artes marciales, es uno de los objetivos que persigue el proyecto de Carlos Correa buscando insertar en la comunidad la idea de que no solo son puños y patadas, también existe una ideología y un estilo de vida que se fundamenta en la disciplina.
“La gente tiene el concepto de que con el karate voy a poder detener una bala con la mano, y eso no es así. Mi concepto del karate va dirigido hacia la formación integral de los niños como componente de la sociedad, sembrándoles valores como la ética, el honor, la lealtad, el respeto y, sobre todo, la disciplina. La base del proyecto es utilizar como puente el karate como un deporte disciplinario, para lograr bases sólidas que ayuden en el futuro a niños y jóvenes”, explica el sensei Correa.
Así pues, el proyecto de masificación del karate sho to kan en preescolares y colegios ya se puso en marcha en la ciudad, en el jardín infantil Pachis, donde un grupo de 20 niños y niñas entre los 3 y 7 años combinan sus actividades diarias con el entrenamiento físico y mental que le aporta esta arte marcial milenaria.
Con los niños se trabaja la técnica de los movimientos básicos del karate, pero también están en un constante fortalecimiento en conducta y respeto por las demás personas.
El karate, a diferencia de otros deportes, les enseña a quienes empiezan a estudiarlo los valores éticos y morales que motivaron la creación de esta disciplina hace más de doscientos años.
Con el karate, los niños aprenden, además de un método de combate, reglas de comportamiento entre los integrantes de una sociedad, el respeto por los adultos, y el autocontrol en determinadas situaciones de la vida diaria, a las que estarán enfrentándose en un futuro cercano.
En paralelo a la formación del alumno debe ir el acompañamiento de los padres o acudientes, quienes deben continuar en casa inculcándoles la disciplina y los buenos modales.
En la parte motriz, los niños empiezan a ejecutar movimientos que para ellos parecen un juego, pero a la vez comienzan a desarrollar su capacidad neuromotora ayudando a que su cerebro pueda desenvolverse de buena forma en otros ámbitos.
Sumado a ello, que desde pequeño el niño aprenda una técnica de defensa personal fundamentada en la disciplina y el respeto por el otro, va a contribuir a una adecuada formación de su personalidad y a su capacidad para desarrollarse en sociedad.
Frente al amplio panorama de posibilidades que ofrece el karate sho to kan en la formación integral de los niños, el principal objetivo que tiene en mente Carlos Correa es lograr que la disciplina se convierta en una asignatura más en la agenda académica de los jardines y colegios, tal como se maneja en Venezuela.
El vecino país, es una de las naciones más fuertes del continente en deportes de contacto, especialmente en karate do y taekwondo, y el éxito de su proceso ha sido haber insertado desde los preescolares la práctica de estos deportes.
Su formación
Carlos Correa nació en Bogotá y tiene 41 años, 29 de ellos practicando karate, y 19 siendo instructor.
De niño su familia cambio la capital por la frontera, y en Cúcuta estudió varios años de su formación académica.
Como muchos colombianos, encontró mejores posibilidades en el país bolivariano en donde aprendió el arte del karate, como él mismo reconoce.
Su formación estuvo a cargo del sensei Alejandro Castro, director técnico de la selección venezolana de karate, con el que trabajó hombro a hombro en la formación y preparación de los deportistas de alto rendimiento.
Como asistente de la selección de Venezuela, estuvo en campeonatos en Japón, Australia, Grecia, Francia, Costa Rica, República Dominicana, Panamá y Colombia.