Hace casi diez años en las polvorientas canchas de fútbol de Cúcuta empezaron a verse grupos de jóvenes practicar un extraño deporte con una pelota ovalada, que tomó cada vez más fuerza y se masificó al punto de convertirse en el pasatiempo y la disciplina deportiva favorita de cientos de niños y jóvenes en Norte de Santander.
Sin embargo, para algunos de esos muchachos que se revolcaban en la tierra y parecían disfrutar raspándose los codos y las rodillas, el rugby apareció para cambiarles la vida. Dejó de ser un pasatiempo después del colegio para pasar a ser un estilo de vida, una rutina diaria y casi un rito sagrado al que no podían dejar de asistir.
Este es el caso de Daniel Fernando Avellaneda Sánchez y Damar Augusto Valderrama Ortiz, dos jóvenes cuyo entusiasmo y amor por el rugby los llevó a trabajar tan duro, y con tanta constancia, que hoy están recogiendo, orgullosos, los frutos de una cosecha que sembraron cuando decidieron entregarse por completo a este deporte.
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Entre la última semana de noviembre y la primera de diciembre, Damar y Daniel viajarán a Francia para unirse a uno de los equipos de la tercera división de la liga profesional de rugby, y demostrar todas sus destrezas y capacidades buscando un contrato como jugadores profesionales.
Givors es el destino
Como sucedió el año pasado cuando el cucuteño Andrés Felipe Zafra fue fichado por Givors, para jugar en la tercera división del rugby francés, el club de esta pequeña población al sur de Lyon volvió a fijarse en el talento nortesantandereano para reforzar su plantilla, y les concedió doce meses de prueba a Daniel Avellaneda y Damar Valderrama.
Este año, Andrés Zafra dejó Givors y dio el salto a la primera división del rugby francés, y ahora juega con Lyon.
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En septiembre, Daniel Avellaneda acompañó a Francia a una delegación de jóvenes pertenecientes a la Liga Nortesantandereana de Rugby, y allí, además de conocer el país y su cultura, Daniel visitó el antiguo club de su amigo Andrés, y logró que sus directivos lo autorizaran para probarse durante un año en Givors, junto con otro jugador.
Sin pensarlo dos veces le propuso a Damar embarcarse en esta aventura, y hoy están a punto de radicarse durante un año en un país totalmente diferente al nuestro, lejos de sus familias y sus seres queridos, pero con la firme certeza de que van en la dirección correcta, luchado por un sueño.
“Inicialmente, iba a ser una prueba por tres meses pero finalmente ellos dijeron que es mejor quedarnos un tiempo más largo. Vamos a estar estudiando francés para extranjeros en una universidad de Lyon y, dependiendo, del desempeño y de todo lo que suceda, vamos a poder estudiar otra carrera y a vincularnos a un rugby de más alto nivel”, destaca emocionado Avellaneda Sánchez.
Con experiencia de selección
A pesar de que ambos no han tenido roce con un equipo profesional, cuentan con una importante experiencia a nivel de selecciones Colombia.
Damar, de 20 años, empezó a jugar rugby cuando tenía 12 con el club Cúcuta Rugby Club, y cinco años más tarde le llegó la primera convocatoria a una selección juvenil.
Desde entonces, con los Tucanes juveniles ha competido en tres campeonatos suramericanos, quedando campeón en dos de ellos y siendo escogido como el mejor jugador del torneo en 2015, en el certamen que tuvo como sede La Guajira. Este año ya fue convocado a la selección mayor.
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Daniel, por su parte, empezó a jugar cuando tenía 16 años después de la insistencia de un compañero del Colegio Misael Pastrana.
Hoy tiene 26 años y es el capitán de la selección Colombia de rugby playa. Es el entrenador de la selección nortesantandereana de mayores, en seven y quinces, además es coordinador de las escuelas Más niños jugando Rugby, y en la federación es oficial de desarrollo nacional de árbitros. De igual manera, siendo juvenil jugó tres suramericanos, levantando el título en Perú, en 2009; y formó parte de la selección Colombia en la modalidad de seven que participó de los Juegos Mundiales de Cali, en 2013.