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Cultura
Murió la artista Sophia Vari, esposa del maestro Fernando Botero
Al maestro Fernando Botero lo conoció en una cena en París, donde conversaron en francés sobre arte.
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Colprensa
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Viernes, 5 de Mayo de 2023

Sophia Vari murió este viernes 5 de mayo. La artista griega, esposa del maestro Fernando Botero, falleció de un cáncer con el que llevaba varios años luchando. Vari tenía 83 años

Desde los 17 años decretó que quería ser artista. Eso de expresarse a través del arte estaba con ella desde niña, aunque descartó que fuera la escritura y el piano, que por tradición estaban en la vida de las mujeres griegas de la década de los 40, justo esa en la que ella nació en Vari, Grecia.

Al maestro Fernando Botero lo conoció en una cena en París, donde conversaron en francés sobre arte. Ese de hecho fue el idioma que usaron para conversar de arte y de la vida cotidiana de dos esposos que duraron más de 40 años. “Fue la cosa más banal. Yo quisiera encontrar otra forma de decirlo, más divertida. Nos conocimos en una comida. Empezamos a hablar en francés porque yo no sabía ni una palabra en español, lo hablo muy mal, ahora me defiendo. Fue en París, algo muy clásico, una cena con bastante gente, una gran mesa. Yo conocía poquísimo su obra, casi nada. Conocí primero al hombre antes que al gran maestro y luego pasó bastante tiempo porque yo tenía problemas que resolver y el también. Él se divorció y yo también”, contó ella en una entrevista con El Colombiano en 2012.


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Sobre ella, el maestro Botero en una entrevista con este periódico en 2019 dijo: “La admiro muchísimo como artista y la quiero mucho. Llevamos cuarenta años juntos. Tenemos una relación extraordinaria. El éxito de esto es que ella sea tan adorada, tan querida”.

Era joyera y pintora, aunque sobre todo escultora. “Como toda griega, empecé con pintura muy clásica, si bien la escultura es mucho más relevante en Grecia, más que en Italia. En realidad yo fui siempre una escultora que pintaba y no una pintora que hacía escultura. Yo traté de aprender muy bien a dibujar, recorría mucho los museos, miraba muchos libros. Traté, verdaderamente, de tener una riqueza del conocimiento de todo lo que se llama el gran arte. Después de un tiempo, cuando ya estaba más organizada y estaba en París y tuve la posibilidad de acceder a talleres, empecé con la escultura. Llevo en escultura muchos años, 20 o 25. Hubo un momento, después de que empecé con la escultura igualmente figurativa y clásica, en que tuve mucho respeto por lo que se ha hecho a lo largo del tiempo y empecé con la abstracción convencida de que da la libertad que no da la figuración. Para mi y mis convicciones del arte, la composición de los volúmenes y el espacio, la armonía entre ellos, me hizo sentir esclava de la figuración porque no me permitía esa composición, esa melodía que yo quería con los volúmenes”, explicó en la misma entrevista.

Le gustaba lo abstracto. “Soy muy clásica en la técnica, sea pintura, acuarela o mármol, lo manejo siempre de una manera muy clásica. Y después, cada aspecto de mi trabajo tiene una atmósfera, una idea, una emoción figurativa, que recoge aspectos del momento, la actitud. Todo es con una manera de hacer las cosas muy barroca, con sensualidad, que deja ver la parte figurativa. Eso es lo importante para mi. Yo tengo una obsesión por la geometría y por la composición de los colores”.


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De acuerdo con una reseña de la Enciclopedia del Banco de la República, “su obra ha sido reconocida en la tendencia de la moderna escultura clásica, con líneas de abstracción y una faceta de multiculturalidad en donde ha plasmado diferentes culturas alrededor del mundo, especialmente la cultura griega”.

Su trabajo se expuso en ciudades como París, Mónaco, Atenas, Madrid, Ginebra, Pietrasanta, también en Cartagena, Medellín y Bogotá. En la capital del país justo presentó la exposición Pueblos de Colombia en 2015, en la que hizo representaciones de varios pueblos colombianos que visitó en compañía del maestro Botero. Eran collages en los que retomó el papel, el cartón, el yute, las cortes y enchapados en madera y otros materiales.

Siempre acompañaba al artista antioqueño en sus viajes, por lo que en estas tierras se le vio varias veces. Decía que se sentía muy bien por cómo los recibían, era una “cosa muy especial”, se le contagiaba el paisa de su esposo. “Yo muy feliz de este contagio. Me ha hecho una gran impresión porque cuando nos conocimos hace 36 años aprendí una cosa increíble: cómo es de importante tener un amor así por su país. Él verdaderamente tiene un amor profundo por su país, por su región paisa, por Colombia. Ha sido una grata lección para mí. En cualquier parte del mundo donde se encuentre, ya sea París o Pietrasanta, a pesar de que habla varios idiomas, él es colombiano totalmente con acento paisa”.

Sus esculturas eran monumentales, algunas expuestas al aire libre en ciudades como las ya mencionadas. Sobre la joyería decía que era parte de su trabajo, las veía como esculturas pequeñas que hacía con plata y oro, que eran los materiales que le gustaban. o. Esto empezó así porque cuando tengo la idea de una escultura la saco en pequeño, en dimensiones que yo pueda tocar, intervenir, corregir. Nunca he cambiado la manera de trabajar. Hago una maqueta chiquita. Y no son solo anillos, son prendedores, collares, todo. Los hago para mi, al momento que veo que me falta algo, un detalle. Luego las amigas se fueron antojando. Muchas de estas maquetas se han convertido en esculturas monumentales”.

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